viernes, 30 de julio de 2010

Newman y Ratzinger, unidos por una misma lucha

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Newman - Ratzinger

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Todo está listo en el Cofton Park, en la periferia de Birmingham, para la beatificación del cardenal John Henry Newman. El 19 de septiembre, el Papa, rompiendo la regla instituida por él que quiere que las beatificaciones sean celebradas por un representante vaticano en la diócesis interesada, estará en el lugar donde el cardenal anglicano, luego convertido al catolicismo, fundó el Oratorio y concluyó su vida. Ratzinger está muy interesado en estar allí.


En el fondo, el motivo del viaje a Inglaterra y Escocia se encuentra aquí. Y luego, como dice don Ian Ker, profesor de teología en la Universidad de Oxford y autor de “John Henry Newman: a biography”, “han sido muchos los Papas que han deseado canonizar a Newman porque lo consideran una persona que ha dado la bienvenida a la modernización pero permaneciendo fiel a la autoridad de la iglesia”. Benedicto XVI ha dado una importante aceleración al proceso de beatificación. Ciertamente, el milagro atribuido a Newman, gracias al cual Jack Sullivan ha superado una grave enfermedad en la espina dorsal, ha abreviado los tiempos. Pero es indudable que la causa debe mucho al Papa, a su empuje para que la Fábrica de los Santos llegase lo más pronto a una conclusión.


¿Por qué este vínculo entre Ratzinger y Newman? ¿Qué llevó a Ratzinger, ya en 1990, a definir a Newman “gran doctor de la Iglesia”? Se pueden dar muchas respuestas. Una la da Roderick Strange, rector del Pontificio Colegio Beda de Roma, instituido para la formación de las vocaciones adultas de área inglesa, desde hace años estudioso de Newman. En su último trabajo salido recientemente en Italia, “John Henry Newman. Una biografía espiritual”, Strange habla de un momento preciso en el cual se hizo evidente la deuda de Ratzinger hacia Newman. Es el 18 de abril de 2005. Ratzinger, el día antes del cónclave que luego lo habría elegido, predica frente al colegio de los cardenales. Aquí capta la atención de todos utilizando la imagen de la Iglesia como una barca sacudida por las olas creadas por corrientes ideológicas, “del marxismo al liberalismo, hasta el libertinaje; del colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo, etc.”. Dice Strange: “En ese momento fue considerado extremadamente pesimista, en particular en la conclusión: «Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos». La expresión «dictadura del relativismo» puede parecer severa, sin embargo se vincula al «mundo sencillamente no religioso» de Newman. Y no necesariamente el vínculo es una coincidencia”.


El relativismo es para Benedicto XVI una amenaza. Porque cuando la verdad es abandonada, se abandona también la libertad. Y se encamina hacia el totalitarismo. Ratzinger habla de ello el 18 de abril de 2005. Pero ya años antes había expuesto el tema. ¿Cuándo? En 1990, durante la conferencia para el centenario de la muerte de Newman.


Dice Strange: “En aquella ocasión, Ratzinger hizo referencia al vínculo entre verdad y conciencia personal. Habló de cuando, siendo joven seminarista, poco tiempo después del final de la segunda guerra mundial, fue introducido al pensamiento de Newman y prosiguió subrayando cuán importante fue para él su enseñanza sobre la conciencia. Newman enseñaba que la conciencia debía ser cuidada como «un modo de obediencia a la verdad objetiva». Y toda la vida de Newman testimonia tal convicción. Las primeras experiencias de vida del futuro Pontífice habían sido, sin embargo, muy diversas. «Habíamos experimentado – dijo Ratzinger – la pretensión de un partido totalitario que se consideraba la realización de la historia y que negaba la conciencia del individuo. Uno de sus líderes (Hermann Goering) había dicho: `No tengo conciencia. Mi conciencia es Adolf Hitler´». He aquí la caída en el totalitarismo. Cuando la verdad es descuidada, cuando no hay una norma objetiva a la que apelar, no creamos espacio para fácil tolerancia. La libertad es dejada sin defensa, a la merced de quien está al poder. El joven Ratzinger verificó lo que Newman había predicho: las consecuencias de que la religión revelada no sea reconocida como verdadera, objetiva, sino que sea considerada como algo privado, de lo que la gente puede elegir para sí cualquier cosa que quiera”.


Newman fue creado cardenal en 1879 por León XIII. También él estimaba a Newman; “mi cardenal” lo llamaba. El 14 de mayo, en la vigilia del consistorio, L’Osservatore Romano publicó en primera página el discurso pronunciado por Newman después de la entrega del título del nombramiento. Newman fue al corazón del problema que consideraba capital. Dijo: “El liberalismo religioso es la doctrina según la cual no existe ninguna verdad positiva en campo religioso sino que cualquier credo es tan bueno como cualquier otro; y esta es la doctrina que, día a día, adquiere consistencia y vigor. Esta posición es incompatible con todo reconocimiento de una religión como verdadera”. Escribe Inos Biffi en L’osservatore del 20 de mayo de 2009: “Es difícil no reconocer la fatal actualidad de este liberalismo religioso, que preocupaba a Newman en 1879”. Y que preocupa hoy a Ratzinger.

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Fuente: Palazzo Apostolico


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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jueves, 29 de julio de 2010

Mons. Koch: “Quiero un poco más en el ecumenismo que algunos representantes de las Iglesias Reformadas”

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Kurt Koch

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La agencia Gaudium Press realizó una interesante entrevista al Arzobispo Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Ofrecemos aquí algunas de las partes más importantes de la misma, donde Mons. Koch se refiere a la situación actual del ecumenismo, a la hermenéutica del Concilio Vaticano II y a la cuestión litúrgica.

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El Card. Kasper, en su última rueda de prensa como Presidente, resaltó que el diálogo con las Iglesias y las Comunidades Protestantes ha perdido "su entusiasmo". También el diálogo con la Iglesia ortodoxa en ciertos puntos no es fácil. En su opinión, ¿cuáles son las primeras exigencias?


En los 40 años de ecumenismo después del Concilio Vaticano II nuestros acompañantes cambiaron mucho. Por ejemplo, en las Iglesias Reformadas no tenemos más este deseo de unidad como había en el período antes y después del Concilio. Yo observo algunas tensiones para el retorno a una teología liberal, no a una teología dogmática. Es un gran desafío que no se satisface con la realidad de hoy. De muchos reformadores tengo la impresión que quieren la continua aceptación de las Iglesias y la concelebración eucarística. Después de esto tendremos ya el final del ecumenismo. Para mí no es así. Porque la Iglesia que nosotros confesamos en la Confesión Apostólica "una, santa, católica y apostólica", no es la suma de todas las Iglesias que tenemos en el mundo. Para este punto de vista, la unidad de la Iglesia es una obra del hombre para construir la suma de todas las Iglesias. Para mí, unidad en la fe es unidad en el organismo del Cuerpo de Cristo. Porque quiero un poco más en el ecumenismo que algunos representantes de las Iglesias Reformadas. Porque es necesario profundizar también la espiritualidad del ecumenismo. Porque Jesús dijo que todos deben estar unidos para que "el mundo pueda creer". Y esto quiere decir que la realidad en la unidad de las Iglesias debe ser visible, y una realidad invisible.


Y la segunda cosa es que en estos 40 años surgieron nuevas diferencias. Al inicio del diálogo tuvimos diversas diferencias en la fe, en las confesiones de la fe. Hoy tenemos nuevas diferencias, principalmente a nivel ético. Todas las preguntas de la bioética, también el fenómeno de la homosexualidad. Hay un gran desafío en todo el ecumenismo. Se ve el contexto de los anglicanos que están próximos a una división sobre esto.

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¿Entonces lo que divide más en el diálogo ecuménico es la ética y no la teología dogmática?


Sí.

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Usted fue invitado a presentar dos discursos en el "Schülerkreis" (círculo de estudiantes del Papa) en presencia del Santo Padre.


Estoy muy sorprendido con esta invitación. Porque tengo un poco de sensación de que tengo que tocar piano frente a Mozart. Es como ser un estudiante de piano delante de Mozart. Pero es también un gran desafío que enfrento con mucho placer por estar en contacto con esta atmósfera de los discípulos de Ratzinger. Sé que el Papa es muy abierto para discutir estas cosas. Es un gran desafío porque hoy se da un conflicto entre dos interpretaciones del Concilio Vaticano II. Una interpretación dice que la tradición terminó con el Concilio y que con este Concilio llegó una nueva era. No está más ligado al pasado, a la tradición. Mi visión es que el Concilio es un gran evento en el río de la tradición que vive. Y porque el Concilio Vaticano es abierto en el futuro y el pasado.


Pienso que ésta es también la visión de los Padres del Concilio. Hoy tenemos un poco de instrumentalización del Vaticano II por los propios pensamientos de algunos teólogos. Y no son sinceros al presentar el Concilio. Pienso también que mucha gente habla del Concilio y quiere que el Papa “vuelva a él” pero las personas no lo conocen. Principalmente, la gran Constitución sobre la Iglesia “Lumen gentium”, con los ocho capítulos. Las personas conocen solamente el tema del segundo capítulo: "La Iglesia y el pueblo de Dios". Pero el segundo capítulo no puede ser entendido sin el primer capítulo sobre el misterio de la Iglesia. Para mí, principalmente el quinto capítulo, sobre la vocación a la santidad, es el tema fundamental de esta Constitución.

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Estas dos visiones influyen también en el comportamiento en la liturgia. ¿Cómo debe entenderse la liturgia hoy?


Todo lo que las personas dicen de nuevo después del Concilio Vaticano II no era tema de la Constitución sobre la Liturgia. Por ejemplo, celebrar la eucaristía de frente a los fieles nunca fue el tema de la tradición. La tradición siempre fue celebrar en dirección al este, porque esta es la vista de la resurrección. En la Basílica de San Pedro, se celebraba desde hace tiempos de frente a las personas porque aquella dirección era la dirección dirigida al Este. La segunda cosa es la lengua vernácula. El Concilio quiso que el latín permaneciese como la lengua de la liturgia.


Pero todas las cosas muy profundas, fundamentales de la Constitución litúrgica, no son todavía conocidas por muchos. Por ejemplo, toda la liturgia y la liturgia de la Pascua. La Pascua del misterio, la muerte y la resurrección de Jesucristo. No se puede celebrar la Pascua sin sacrificio, y este es el tema que se coloca en la teología. Porque también la Constitución sobre la revelación no es aún acogida en la Iglesia. Tenemos todavía mucho que hacer para apropiar el Concilio.

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Texto completo de la entrevista: Gaudium Press

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martes, 27 de julio de 2010

La ideología para-conciliar y sus consecuencias en la Iglesia

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POZZO

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Monseñor Guido Pozzo, secretario de la Pontificia Comisión “Ecclesia Dei”, ofreció recientemente una conferencia para la Fraternidad de San Pedro sobre “aspectos de la eclesiología católica en la recepción del Concilio Vaticano II”. Presentamos la parte conclusiva de dicha conferencia, particularmente interesante dado que Mons. Pozzo se refiere a un asunto de gran actualidad en la vida de la Iglesia: el de la interpretación del Concilio Vaticano II en continuidad con la Tradición doctrinal católica (un tema que está incluido entre aquellos que la Fraternidad de San Pío X tratará con la Santa Sede en las actuales conversaciones doctrinales). Con gran claridad y lucidez, Mons. Pozzo denuncia la existencia y las consecuencias de lo que él llama “ideología para-conciliar”.

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¿Qué es lo que está en el origen de la interpretación de la continuidad o de la ruptura con la Tradición?


Está lo que podemos llamar la ideología conciliar o, más exactamente, para-conciliar, que se ha apoderado del Concilio desde el principio, poniéndose sobre él. Con esta expresión no se entiende algo que concierne a los textos del Concilio, ni mucho menos a la intención de los sujetos, sino el marco de interpretación global en que el Concilio fue colocado y que actuó como una especie de condicionamiento interior en la lectura sucesiva de los hechos y de los documentos. El Concilio no es, de hecho, la ideología para-conciliar, pero en la historia de los acontecimientos de la Iglesia y de los medios masivos de comunicación ha obrado en gran medida la mistificación del Concilio, es decir, la ideología para-conciliar. Para que todas las consecuencias de la ideología para-conciliar fueran manifestadas como evento histórico, se debió verificar la revolución del ’68, que asume como principio la ruptura con el pasado y el cambio radical de la historia. En la ideología para-conciliar el ’68 significa una nueva figura de Iglesia en ruptura con el pasado, aún si las raíces de esta ruptura estaban presentes ya desde hace algún tiempo en ciertos ambientes católicos.


Este marco de interpretación global, que se superpuso en modo extrínseco al Concilio, se puede caracterizar principalmente por estos tres factores:


1) El primer factor es la renuncia al anatema, es decir, a la neta contraposición entre ortodoxia y herejía.


En nombre de la así llamada “pastoralidad” del Concilio, se hace pasar la idea de que la Iglesia renuncia a la condena del error, a la definición de la ortodoxia en contraposición a la herejía. Se contrapone la condena de los errores y el anatema pronunciado por la Iglesia en el pasado sobre todo aquello que es incompatible con la verdad cristiana al carácter pastoral de la enseñanza del Concilio, que ya no querría más condenar o censurar sino sólo exhortar, ilustrar o testimoniar.


En realidad, no hay ninguna contradicción entre la firme condena y refutación de los errores en materia doctrinal y moral y la actitud de amor hacia quien cae en el error y de respeto de su dignidad personal. Más aún, precisamente porque el cristiano tiene un gran respeto por la persona humana, se empeña más allá de todo límite para liberarla del error y de las falsas interpretaciones de la realidad religiosa y moral.


La adhesión a la persona de Jesús Hijo de Dios, a su Palabra y a su misterio de salvación, exige una respuesta de fe simple y clara, como la que se encuentra en los símbolos de la fe y en la regula fidei. La proclamación de la verdad de la fe implica siempre también la refutación del error y la censura de las posiciones ambiguas y peligrosas que difunden incertidumbre y confusión en los fieles.


Por lo tanto, sería equivocado e infundado considerar que, después del Concilio Vaticano II, el pronunciamiento dogmático y censurador del Magisterio deba ser abandonado o excluido, así como sería también equivocado considerar que la índole expositiva y pastoral de los Documentos del Concilio Vaticano II no implica también una doctrina que exige el nivel de asentimiento por parte de los fieles según el diverso grado de autoridad de las doctrinas propuestas.


2) El segundo factor es la traducción del pensamiento católico a las categorías de la modernidad. La apertura de la Iglesia a las instancias y a las exigencias de la modernidad (ver Gaudium et Spes) es interpretada por la ideología para-conciliar como necesidad de una conciliación entre Cristianismo y pensamiento filosófico e ideológico cultural moderno. Se trata de una operación teológica e intelectual que vuelve a proponer en la sustancia la idea del modernismo, condenado a comienzo del siglo XX por San Pío X.


La teología neo-modernista y secularista ha buscado el encuentro con el mundo moderno precisamente en vísperas de la disolución del “moderno”. Con la caída del así llamado “socialismo real” en 1989 han caído aquellos mitos de la modernidad y de la irreversibilidad de la emancipación de la historia que representaban los postulados del sociologismo y del secularismo. Al paradigma de la modernidad, de hecho, lo sucede hoy el paradigma post-moderno del “caos” o de la “complejidad pluralista”, cuyo fundamento es el relativismo radical. En la homilía del entonces Cardenal Joseph Ratzinger, antes de ser elegido Papa, con ocasión de la celebración litúrgica “Pro eligendo Pontifice” (18/4/2005), es focalizado el centro de la cuestión: “¡Cuántos vientos de doctrina hemos conocido durante estos últimos decenios!, ¡cuántas corrientes ideológicas!, ¡cuántas modas de pensamiento!... La pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos ha sido zarandeada a menudo por estas olas, llevada de un extremo al otro: del marxismo al liberalismo, hasta el libertinaje; del colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo, etc. Cada día nacen nuevas sectas y se realiza lo que dice san Pablo sobre el engaño de los hombres, sobre la astucia que tiende a inducir a error (cf. Ef 4, 14). A quien tiene una fe clara, según el Credo de la Iglesia, a menudo se le aplica la etiqueta de fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, dejarse «llevar a la deriva por cualquier viento de doctrina», parece ser la única actitud adecuada en los tiempos actuales. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos”.


Frente a este proceso es necesario, antes que nada, recuperar el sentido metafísico de la realidad (cfr. Encíclica Fides et ratio del Papa Juan Pablo II) y una visión del hombre y de la sociedad fundada sobre valores absolutos, meta-históricos y permanentes. Esta visión metafísica no puede prescindir de una reflexión sobre el rol en la historia de la Gracia, es decir, de lo Sobrenatural, de la que la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, es depositaria. La reconquista del sentido metafísico con el lumen rationis debe ser paralela a la del sentido sobrenatural con el lumen fidei.


Por el contrario, la ideología para-conciliar considera que el mensaje cristiano debe ser secularizado y reinterpretado según las categorías de la cultura moderna extra y anti-eclesial, comprometiendo su integridad, tal vez con el pretexto de una “oportuna adaptación” a los tiempos. El resultado es la secularización de la religión y la mundanización de la fe.


Uno de los instrumentos para mundanizar la Religión está constituido por la pretensión de modernizarla adecuándola al espíritu moderno. Esta pretensión ha llevado al mundo católico a comprometerse en un “aggiornamento”, que constituía en realidad en una progresiva y a veces inconsciente homologación de la mentalidad eclesial con el subjetivismo y el relativismo imperantes. Esto ha llevado a una desorientación en los fieles, privándolos de la certeza de la fe y de la esperanza en la vida eterna, como fin prioritario de la existencia humana.


3) El tercer factor es la interpretación del “aggiornamento” querido por el Concilio Vaticano II.


Con el término “aggiornamento”, el Papa Juan XXIII quiso indicar la tarea prioritaria del Concilio Vaticano II. En el pensamiento del Papa y del Concilio este término no expresaba, sin embargo, lo que en cambio ha ocurrido en su nombre en la recepción ideológica del post-Concilio. “Aggiornamento”, en el significado papal y conciliar, quería expresar la intención pastoral de la Iglesia de encontrar los modos más adecuados y oportunos para conducir la conciencia civil del mundo actual a reconocer la verdad perenne del mensaje salvífico de Cristo y de la doctrina de la Iglesia. Amor por la verdad y celo misionero por la salvación de los hombres son en la base los principios de la acción de “aggiornamento” querida y pensada por el Concilio Vaticano II y por el Magisterio pontificio sucesivo.


En cambio, desde la ideología para-conciliar, difundida sobre todo por los grupos intelectualistas católicos neomodernistas y por los centros mediáticos del poder mundano secularista, el término “aggiornamento” es entendido y propuesto como el derrocamiento de la Iglesia frente al mundo moderno: del antagonismo a la receptividad. La Modernidad ideológica – que ciertamente no debe ser confundida con la legítima y positiva autonomía de la ciencia, de la política, de las artes, del progreso técnico – ha fijado como principio el rechazo del Dios de la Revelación cristiana y de la Gracia. Por lo tanto, ella no es neutral frente a la fe. Lo que hizo pensar en una conciliación de la Iglesia con el mundo moderno llevó así, paradójicamente, a olvidar que el espíritu anticristiano del mundo continúa obrando en la historia y en la cultura. La situación post-conciliar fue descrita de este modo ya por Pablo VI en 1972:


“Por alguna fisura ha entrado el humo de Satanás en el templo de Dios: está la duda, la incertidumbre, la problemática, la inquietud. Ha entrado la duda en nuestras conciencias y ha entrado por ventanas que deberían estar abiertas a la luz. También dentro de la Iglesia reina este estado de incertidumbre. Se pensaba que después del Concilio vendrían días de sol para la historia de la Iglesia. En cambio, ha venido una jornada de nubes, de tempestad, de oscuridad, de búsqueda, de incertidumbre. ¿Cómo ha ocurrido esto? Os confiamos nuestro pensamiento: ha estado la intervención de un poder adverso. Su nombre es el diablo, este misterioso ser al que se hace alusión también en la carta de san Pedro” (Pablo VI, Homilía en la Misa por el IX aniversario de la coronación de Su Santidad en la solemnidad de san Pedro y san Pablo, 29 de junio de 1972).


Por desgracia, los efectos señalados por Pablo VI no han desaparecido. Un pensamiento extraño ha entrado en el mundo católico, sembrando confusión, seduciendo a muchas almas y desorientando a los fieles. Hay un “espíritu de autodemolición” que infiltra el modernismo, que se ha apoderado, entre otras cosas, de gran parte del periodismo católico. Este pensamiento ajeno a la doctrina católica puede constatarse, por ejemplo, bajo dos aspectos.


Un primer aspecto es la visión sociológica de la fe, es decir, una interpretación que asume lo social como clave de valoración de la religión y que ha comportado una falsificación del concepto de Iglesia según un modelo democrático. Si se observan las discusiones actuales sobre la disciplina, sobre derecho, sobre el modo de celebrar la liturgia, no se puede evitar captar que esta falsa comprensión de la Iglesia se ha difundido entre los laicos y teólogos según el slogan: Nosotros somos el pueblo, nosotros somos Iglesia (Kirche von unten). El Concilio, en realidad, no ofrece ningún fundamento a esta interpretación ya que la imagen del pueblo de Dios referida a la Iglesia está siempre ligada a la concepción de la Iglesia como Misterio, como comunidad sacramental del cuerpo de Cristo, compuesto por un pueblo que tiene una cabeza y por un organismo sacramental compuesto por miembros jerárquicamente ordenados. La Iglesia, por lo tanto, no puede convertirse en una democracia, en la que el poder y la soberanía derivan del pueblo, ya que la Iglesia es una realidad que proviene de Dios y es fundada por Jesucristo. Ella es intermediaria de la vida divina, de la salvación y de la verdad, y depende de la soberanía de Dios, que es una soberanía de gracia y de amor. La Iglesia es, al mismo tiempo, don de gracia y estructura institucional porque así lo ha querido su Fundador: llamando a los Apóstoles, “Jesús instituyó doce” (Mc. 3, 13).


Un segundo aspecto, sobre el que atraigo vuestra atención, es la ideología del diálogo. Según el Concilio y la Carta Encíclica de Pablo VI Ecclesiam suam, el diálogo es un importante e irrenunciable medio para el coloquio de la Iglesia con los hombres del propio tiempo. Pero la ideología para-conciliar transforma el diálogo de instrumento en objetivo y fin primario de la acción pastoral de la Iglesia, vaciando cada vez más de sentido y oscureciendo la urgencia y el llamado a la conversión a Cristo y a la pertenencia a Su Iglesia.


Contra tales desviaciones, es necesario reencontrar y recuperar el fundamento espiritual y cultural de la civilización católica, es decir, la fe en Dios, trascendente y creador, providente y juez, cuyo Hijo Unigénito se encarnó, y murió y resucitó por la redención del mundo e infundió la gracia del Espíritu Santo para la remisión de los pecados y para hacer a los hombres partícipes de la naturaleza divina. La Iglesia, Cuerpo de Cristo, institución divino-humana, es el sacramento universal de la salvación y la unidad de los hombres, de la que es signo e instrumento, en el sentido de unir a los hombres a Cristo mediante su Cuerpo, que es la Iglesia.


La unidad de todo el género humano, de la que habla LG 1, no debe ser entendida, por lo tanto, en el sentido de alcanzar la concordia o la reunificación de las diversas ideas o religiones o valores en un “reino común y convergente”, sino que se obtiene reconduciendo a todos a la única Verdad, de la que la Iglesia católica es depositaria porque Dios mismo se la ha confiado. Ninguna armonización de las doctrinas “extrañas” sino anuncio íntegro del patrimonio de la verdad cristiana, en el respeto de la libertad de conciencia, y valorizando los rayos de verdad esparcidos en el universo de las tradiciones culturales y de las religiones del mundo, oponiéndose al mismo tiempo a las visiones que no coinciden y no son compatibles con la Verdad, que es Dios revelado en Cristo.


Concluyo volviendo a las categorías interpretativas sugeridas por el Papa Benedicto en el Discurso a la Curia Romana, citado al inicio. Estas no hacen referencia al habitual y obsoleto esquema ternario (conservadores, progresistas, moderados) sino que se apoyan sobre un binario exquisitamente teológico: dos hermenéuticas, la de la ruptura y la de la reforma en la continuidad. Es necesario seguir esta última dirección al afrontar los puntos controvertidos liberando, por así decir, al Concilio del para-concilio que se ha mezclado con él, y conservando el principio de la integridad de la doctrina católica y de la plena fidelidad al depósito de la fe transmitido por la Tradición e interpretado por el Magisterio de la Iglesia.

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Fuente: Messainlatino


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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domingo, 25 de julio de 2010

Ranjith: Año Eucarístico y “reforma de la reforma” en marcha

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El Arzobispo de Colombo, Mons. Malcolm Ranjith ha llamado a toda su arquidiócesis a celebrar un Año Eucarístico. Como parte de la convocatoria ha enviado una carta circular a todo el clero, religiosos, y miembros de los institutos y apostolados arquidiocesanos. La carta es extensa, pero valiosísima. Hemos señalado en negrita las partes que nos parecieron más destacables, pero recomendamos su lectura completa.


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Queridos hermanos,


[Premisa espiritual]
La Eucaristía es el don sacramental de Sí mismo de Jesús para nosotros. La Iglesia, por tanto, toma vida de este maravilloso Sacramento y no puede sobrevivir sin él. Se trata de la Presencia Real y vivificante del Señor y Maestro en la comunidad de Sus discípulos.


El Señor Eucarístico sostiene a la Iglesia universal, y la fortalece de modo que pueda resistir los ataques del mal tanto interiores como exteriores. Esto se realiza por medio de nuestra comunión íntima con Él. Cada vez que lo recibimos en estado de gracia, Él nos une a Su acto de auto-donación; nos asimila y transforma según Su imagen. Éste es el principio vivificante de la Santísima Eucaristía. La Iglesia es, así, poderosamente transformada y se convierte en la presencia continua de Cristo en la historia. Cada Iglesia local que participa en este Alimento místico y celestial, se convierte en parte de esa Presencia suprema.


La arquidiócesis de Colombo también desea ahondar en el misterio vivificante de la Santísima Eucaristía, en vistas a transformarse y a convertirse en una bendición para todos los que la rodean. Desea hacer una pausa y reconsiderar sus bendiciones y fortalezas junto con sus preocupaciones y dificultades, y desea ser renovada y llenada con la Vida del Señor Eucarístico. Ella reconoce la centralidad de este maravilloso Sacramento en su vida de fe, y desea estar cada vez más unida al Señor. Es por este mismo propósito que hemos decidido instituir un año especial de la Eucaristía en la arquidiócesis de Colombo, centrando firmemente nuestra fe en Él.


Deseo dirigirme a todos nuestros sacerdotes, religiosos y fieles laicos e informarles sobre las actividades previstas para este Año de la Santísima Eucaristía que comenzará el día 29 de agosto de 2010 en la Basílica Nacional de Nuestra Señora de Lanka en Tewatte. Culminará el 28 de agosto de 2011.


[Invitación a la oración y el ayuno]

Por encima de todo, está presente en nuestra mente que ésta es una iniciativa espiritual, y que debe ser aceptada y comprendida como tal. Por esto, desde el principio, apelo a todos los sacerdotes, religiosos y laicos para pedirles que recen todos los días pidiendo el Don del Espíritu Santo, de modo que podamos permitir al Espíritu de Dios que nos conduzca y guíe nuestro camino a través de este recorrido espiritual. Cuando y donde sea posible, animo al ayuno y a la penitencia, que son fuentes probadas de fortaleza espiritual, de modo que recordemos siempre el poder purificador y reconciliador de la Pasión de nuestro Señor. Los sacerdotes, religiosos y laicos están invitados a rezar en grupos y en la presencia de la Santísima Eucaristía, en los encuentros por decanatos o en otros ejercicios espirituales. Propongo un triduo de ayuno y oración para el miércoles, jueves y viernes 25, 26 y 27 de agosto, previo al lanzamiento del Año Eucarístico el 29 de agosto en la Basílica Nacional en Tewatte. Se recomienda que, donde sea posible, se realice la adoración y bendición eucarística el viernes 27 de agosto, después de la Misa de la tarde, como culminación de este triduo de oración y ayuno.


También deseo subrayar el valor del Sacramento de la Reconciliación, porque es importante que recibamos al Señor frecuentemente y en estado de gracia. Animo al uso intenso y frecuente de este gran sacramento de sanación, que nos abre a la amorosa y vivificante Misericordia de Dios.


[Eventos y asuntos de importancia general]
1. El Año de la Eucaristía iniciará oficialmente en la Basílica de Nuestra Señora de Lanka, en Tewatte, el 29 de agosto del 2010. A la 1:30 p.m., su Eminencia el Cardenal Antonio Cañizares Llovera, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos presidirá la ceremonia solemne. Invito a todos los sacerdotes, religiosos y laicos a tomar parte en este evento de inauguración del Año Eucarístico. Esperamos un representante por cada parroquia, congregación religiosa, apostolado, institución o escuela para participar en la procesión eucarística con un estandarte y un antorcha, cuyos detalles serán comunicados en breve por medio del Servicio Litúrgico Arquidiocesano a través de los coordinadores litúrgicos de los decanatos. Asegúrense de estar adecuadamente vestidos para este ejercicio espiritual. Recomiendo fuertemente un vestido decente color blanco.


2. El 29 de agosto, los sacerdotes celebrarán una Misa extra por la mañana donde sea necesario, de modo que la tarde les quede libre a todos los sacerdotes y fieles para venir a Tewatte. Los párrocos que tengan que venir desde lejos podrían venir en ómnibus con los fieles, de modo que puedan participar en la Misa de la mañana y estar en la Basílica antes del comienzo de la inauguración. Son bienvenidos otros estandartes sin citas acerca de la Eucaristía, aunque es posible que no se permita su uso en la procesión. Se espera que todas las parroquias participen en este evento junto con sus párrocos, sin excepción.


3. Todos los sacerdotes de la arquidiócesis, tanto diocesanos como religiosos, están cordialmente invitados a participar en la Convención de tres días sobre la Sagrada Liturgia, entre el 1º y el 3º de septiembre en la Universidad de Aquino, en Colombo. Espero la participación de todos los sacerdotes, sin excepción, desde el comienzo hasta el fin de la Convención. Por favor, informen a las parroquias e instituciones con anticipación, de modo que puedan estar presentes en Borella. Si por alguna cuestión insalvable alguien debe ausentarse, pídame personalmente permiso. No podemos disponer de alojamiento en Borella para aquellos sacerdotes que necesiten quedarse a pasar la noche en Colombo. Para esto, estarán disponibles en estos días la Casa de Retiros en Tewatte y el Instituto Subodhi en Piliyandala para que los sacerdotes que lo necesiten puedan pasar la noche. Por favor, asegúrense de informar al coordinador arquidiocesano por escrito antes del 25 de julio, y una vez que han reservado la habitación, asegúrense de ocuparla durante los tres días. Más información acerca de la Convención sobre la Eucaristía estará disponible a su debido tiempo.


4. Hemos decidido invitar a 5 sacerdotes de cada una de las demás diócesis, entre los que estarán los vicarios generales y los coordinadores diocesanos de liturgia. También serán invitados tres miembros de cada una de las congregaciones religiosas no clericales. Debido a circunstancias insuperables, no estamos en posición de invitar más participantes. Dado que se trata de muchas personas, no podremos proveerles alojamiento, y ellos deberán hacer sus propios arreglos al respecto. A todos los participantes se les proveerá de almuerzo y refrescos.


5. El domingo 5 de septiembre iniciará el Año Eucarístico en todas las parroquias e instituciones. Las parroquias pueden organizar un programa espiritual especial para ese día. Se pide a todos los párrocos, titulares de instituciones y directores de los distintos apostolados que organicen programas especiales para el Año, pero de modo que no entren en conflicto con las actividades a nivel arquidiocesano y de decanato. Por favor, envíenme los programas que hayan planeado en las parroquias, institutos y apostolados, por escrito antes del 1º de agosto, con una copia para el coordinador arquidiocesano de Liturgia.


6. El Año Eucarístico iniciará en las escuelas el 9 de septiembre. Por favor, sigan las instrucciones enviadas a las escuelas por el encargado de las escuelas católicas, el Rev. P. Ranjith Madurawela. Programas especiales han sido ya planificados para las escuelas por la Oficina de Educación, y se irán desenvolviendo en las escuelas durante el Año.


7. Se pide a los religiosos que aprovechen el Año de la Eucaristía para la renovación espiritual dentro de sus propias congregaciones y comunidades, y para pensar especialmente acerca de su misión dentro de la arquidiócesis de Colombo. Pueden participar activamente en las parroquias, escuelas, instituciones y apostolados para hacer de este Año un año muy significativo. Apelo muy especialmente a las órdenes contemplativas para que recen incesantemente durante este Año pidiendo la guía del Espíritu de Dios. Los religiosos podrían también tomar los temas sobre la Eucaristía sugeridos por la arquidiócesis para sus propios retiros mensuales y anuales.


8. Pido a todas las parroquias, casas religiosas, escuelas e instituciones que dispongan de estandartes con el tema y el logo del Año de la Eucaristía, como un signo de testimonio público y como recordatorio para todos los fieles de que éste es un Año de renovación espiritual. Las familias pueden unirse a esto mostrando, donde sea posible, estandartes o banderas en sus casas, especialmente en las carreteras principales.


9. El himno del Año Eucarístico estará disponible en las tres lenguas [inglés, sinhala y tamil] para todos los coordinadores de Liturgia de los decanatos el día 15 de julio. Se pide a ellos que hagan copias para ser distribuidas entre las parroquias, casas religiosas, escuelas e instituciones. Se espera que todos los fieles conozcan este himno para cuando lleguen a Tewatte en agosto. Por favor, hagan uso del CD con la pista musical para aprender el himno.


10. También está lista una pequeña oración para el Año Eucarístico en las tres lenguas. Esta oración ha de ser rezada antes del comienzo de las Misas a partir del 29 de agosto del 2010.


11. El Año de la Santísima Eucaristía culminará el último domingo de agosto del 2011 en Tewatte, y presidirá en esa ocasión su Eminencia el Cardenal Schönborn, arzobispo de Viena.


[Metas específicas]

1. Por sobre todas las cosas experimentamos la urgencia de vivir la Eucaristía en la vida cotidiana, por medio de obras de caridad bien coordinadas y direccionadas. He pedido a Seth Sarana, el brazo de los servicios sociales de la arquidiócesis, que elabore un plan de acción al respecto. La Santísima Eucaristía es fraccionada antes de su recepción. Sólo así se convierte en nuestra fuerza y alimento. La uva es prensada y aplastada antes de convertirse en la Santísima Sangre que nos purifica y engendra nueva vida. De modo similar, nosotros necesitamos ser partidos para los demás, y ser prensados en pro de la justicia y la paz, al tiempo que creemos y celebramos este Santísimo Sacramento. Por eso, pido seriamente a todos los sacerdotes, religiosos y laicos que combinen la devoción con la acción, para mostrar nuestro amor por los pobres y los menos afortunados de nuestra sociedad, comprometiéndonos en las obras de misericordia corporales. Que nuestro amor alcance no sólo a los pobres, sino también a la naturaleza, para que nuestra espiritualidad eucarística incorpore también una eco-espiritualidad. No olvidemos que el pan que se convierte en el Cuerpo de Cristo, y que el vino que se convierte en la Sangre de Cristo son dones de Dios y frutos de la tierra que se transforman en alimento por medio del trabajo humano. Que este Año de la Eucaristía sea verdaderamente un año para vivir el amor del Señor con nuestros hermanos y hermanas, y un año que nos haga agradecidos con Dios por Su maravillosa creación, salvaguardando el equilibrio de la naturaleza. El Papa Benedicto XVI habló de dicho compromiso a favor de la creación cuando declaró: “La Eucaristía misma proyecta una luz intensa sobre la historia humana y sobre todo el cosmos. En esta perspectiva sacramental aprendemos, día a día, que todo acontecimiento eclesial tiene carácter de signo, mediante el cual Dios se comunica a sí mismo y nos interpela. De esta manera, la forma eucarística de la vida puede favorecer verdaderamente un auténtico cambio de mentalidad en el modo de ver la historia y el mundo” (Sacramentum Caritatis 92).


2. Al tiempo que somos enriquecidos con la fuerza y bendiciones del Señor Eucarístico, deseamos profundizar nuestra comprensión del Misterio de la Eucaristía. Ayudados e inspirados por la teología y la espiritualidad de la Eucaristía, deseamos aceptar la regulación de la celebración de la Liturgia no como algo que nos es impuesto, sino como algo que fluye naturalmente del misterio que debemos conservar, apreciar y salvaguardar. Deseo llamar la atención de todos los sacerdotes, religiosos y laicos sobre algunos aspectos:


2.1 El punto principal de referencia en todo lo relativo a las celebraciones litúrgicas dentro de la arquidiócesis de Colombo es “El Guardián Litúrgico”, que ya ha sido enviado a los sacerdotes de la arquidiócesis, y que a partir del 29 de agosto del 2010 llegará a todos los otros sacerdotes. Pido que fielmente acaten lo que allí está estipulado sin intentar implementar visiones u opiniones personales. Aquellos que desean hacer las cosas según su voluntad, hacen dioses de sí mismos, y eso es auto-idolatría. Durante este Año nos concentraremos muy especialmente en la eliminación de todas las prácticas erróneas en lo referente a la celebración de la Santísima Eucaristía, los Sacramentos y la Liturgia de las Horas. También llamo la atención en lo relativo a la renovación y construcción de iglesias: necesita hacerse en conformidad con las guías establecidas en “El Guardián”. En orden a profundizar nuestra comprensión de la Eucaristía deseo apelar a todos los párrocos, titulares de instituciones, rectores de escuelas, superiores de casas religiosas, para que organicen sesiones de formación litúrgica sobre la Eucaristía, los Sacramentos y la Liturgia de las Horas. Presten especial atención a la formación de los lectores, los coristas, y los organistas, sin descuidar los demás ministerios.


2.2 Apelo a todos los rectores de seminarios, a los administradores de los santuarios arquidiocesanos, a los superiores de instituciones y a los directores de los apostolados arquidiocesanos para que cooperen muy especialmente en este esfuerzo. Sin exceptuar a los demás, pero en tales lugares no podemos tolerar errores litúrgicos. Los vicarios episcopales y los decanos han sido instruidos a ser responsables de la implementación del “Guardián Litúrgico” en todas las parroquias y casas religiosas, mientras que el coordinador arquidiocesano de liturgia y los coordinadores de liturgia de los decanatos han sido autorizados a monitorizar de cerca el progreso de este emprendimiento. Los religiosos de la arquidiócesis no están exentos de seguir lo que ha sido aceptado como ley litúrgica de la arquidiócesis.


2.3 Se hará un esfuerzo para hacer comunes durante este año los cantos populares en latín. Con esta meta en mente, el coordinador arquidiocesano de liturgia, junto con el Sr. Francis D’Almeida estarán organizando sesiones de práctica en los 15 decanatos, y enseñarán a todos los coros algunos cantos en latín básicos, que podrían ser usados en las parroquias e instituciones. Cuando estas sesiones de práctica tomen lugar, las parroquias podrán cantar al menos el Kyrie, el Gloria, el Sanctus y el Agnus Dei en las misas dominicales de los primeros domingos de cada mes. El nº 36 de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia establece claramente los principios a este respecto. El latín continúa siendo la lengua de nuestro culto. Que este Año Eucarístico sea una ocasión para que resucitemos, al menos en alguna medida, esta tradición perdida. Pido a todos los sacerdotes, religiosos y laicos que cooperen. También deseo afirmar que, como está indicado en el Motu Proprio Summorum Pontificum del 7 de julio del 2007, se permite ahora a los sacerdotes e instituciones celebrar, donde sea apropiado, la Misa Tridentina y los Sacramentos en ese rito. En este caso, es mejor que los fieles sean preparados de antemano. Yo mismo espero celebrar una Eucaristía solemne en dicho rito en el futuro cercano, en la catedral arquidiocesano.


2.4 La subcomisión para la arquitectura y el arte sacro ha sido autorizada a identificar algunas iglesias que necesitan mejoras. Pido a los sacerdotes que no empiecen a renovar nada sin el permiso y la supervisión de esta subcomisión. La subcomisión ha sido recientemente reconstituida y es encabezada por el Rev. P. Cecil Joy Perera, nuestro coordinador de liturgia. Al mismo tiempo, el ars celebrandi requiere que pensemos seriamente acerca de los ornamentos para la Misa, los manteles del altar, los vasos litúrgicos y las vestiduras de los distintos ministerios litúrgicos. Que el Año de la Santa Eucaristía sea una ocasión para mejorar en todos estos aspectos de nuestra celebración.


2.5 La comisión litúrgica arquidiocesana intentará también proveer de material extra de lectura sobre la Santa Eucaristía en las tres lenguas. En este momento se está realizando un esfuerzo para proveer de un cuadernillo con reflexiones diarias sobre la Eucaristía, y para poner a disposición de todos al menos los principales documentos de la Iglesia sobre la Eucaristía. Pido que usemos este Año para leer, reflexionar y estudiar este material.


[Conclusión]
En el capítulo 6 del Evangelio de San Juan, Jesús pregunta a Sus discípulos si también ellos quieren dejarlo. Es Pedro quien responde: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. Jesús había dicho esto porque después de Su discurso sobre la Eucaristía mucho comenzaron a abandonarlo. Ellos sólo querían milagros, pero Jesús quería ofrecerse a Sí mismo como el Verdadero Pan del Cielo. También ahora la gente parece buscar milagros, y a menudo, solamente milagros. Cuando Jesús comienza a hablar acerca de creer en Él, la gente parece perder interés. Parecen ir a otra parte. Recordemos que la Iglesia Católica es tan rica debido al tesoro de la Eucaristía. Todas las iglesias ofrecen la Palabra de Dios. Pero es la Iglesia Católica la que puede ofrecer la Eucaristía en toda su riqueza. Si las personas abandonan el rebaño por distintas razones, el Señor continúa preguntando a aquellos que están con Él si también quieren dejarlo. Necesitamos responder con Pedro, y responder no sólo por nosotros mismos sino también por aquellos que han abandonado el rebaño. Esto nos plantea el desafío de hacer volver a los que se han ido de la Iglesia, aunque no deberíamos comprender esto en un sentido estrecho, como un mero aumento de número. Alimentémonos del Señor Eucarístico y estemos listos para llevar Su Amor al mundo; recemos también siempre que sea posible por la unidad de todos los discípulos de Cristo. Que la Eucaristía nos transforme a todos en una bendición para los demás. ¡Que el Señor en la Santísima Eucaristía los bendiga y los proteja! ¡Que la Santa Madre y todos los santos intercedan por vosotros!


+Malcolm Ranjith
Arzobispo of Colombo

Dado el 16 de julio, Fiesta de Nuestra Señora del Carmen

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Fuente: Arquidiócesis de Colombo

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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España honra a Santiago y espera a Benedicto: entrevista sobre el próximo viaje papal

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Última visita de un Papa a Santiago de Compostela: Juan Pablo II en 1989

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En la fiesta del Apóstol Santiago, especialmente celebrada con ocasión del Año Santo Compostelano, y a pocos meses de la peregrinación que el Papa Benedicto XVI realizará en noviembre a Santiago de Compostela, ofrecemos una entrevista que L’Osservatore Romano ha realizado a Mons. Salvador Domato Bua, coordinador general de la visita apostólica.

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La celebración del apóstol Santiago en Compostela es extraordinaria en este año tanto por el acontecimiento del Año jubilar como por la visita de Benedicto XVI. ¿Se está viviendo este período como tiempo de conversión?


El Año jubilar se celebra cada vez que la fiesta del apóstol Santiago coincide con el domingo. Por lo tanto, su frecuencia no es fija. De hecho, el próximo será dentro de once años. Tradicionalmente el Año santo Jacobeo era llamado, y sigue siendo llamado – aunque la expresión hoy se una menos -, año de la “gran perdonanza”, es decir, se quiere subrayar el aspecto del encuentro con Dios y el perfil penitencial que tiene el Año santo. Una de las cosas que más llama la atención en este momento es el gran número de personas que, en Santiago de Compostela, con motivo del Año santo, se acercan al sacramento de la reconciliación. En realidad, esto llama muchísimo la atención. El capítulo de la catedral está trabajando a fondo para que haya suficientes confesores en las diversas lenguas y también para que sea un tiempo en el que efectivamente las personas puedan encontrar al Señor. Sin embargo, no deja de sorprender que, cuando a los peregrinos se les pregunta qué sienten al recorrer el camino, ellos acostumbran responder que se encuentran a sí mismos. Esto es positivo pero buscamos agregar que el encuentro con sí mismos debe llevar al encuentro con el Señor.

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Una novena, confiada a nueve pastores, ha sido el preludio a la gran fiesta del domingo, llena de gestos significativos.


Y hay también otro aspecto relevante. Desde hace poco tiempo se han restaurado las vísperas solemnes. Son bellísimas en el contenido y en la forma: son las vísperas del apóstol con textos atentamente elegidos y cuidados. Canta el coro de la catedral, suena la orquesta, se utiliza el gregoriano, los canónigos usan las bellas capas del siglo XVI, las de la reina Isabel. Todo subraya la solemnidad de la fiesta. La procesión del Patronato del apóstol Santiago ha sido añadida al inicio de la Misa estacional: sale de la puerta de la catedral en la Fachada de las Platerías, el ingreso tiene lugar por la puerta principal, en la Fachada del Obradoiro. Se cantan las letanías y luego comienza inmediatamente la Misa solemne. En el curso de la celebración eucarística tiene lugar la Ofrenda nacional de España, que este año hará personalmente Su Majestad el Rey. Es también característico, durante la Misa de Santiago de Compostela, el vuelo del botafumeiro y el sonido de las chirimías, instrumentos medievales que han sido conservados en la catedral hasta nuestros días.

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¿En qué consiste la Ofrenda nacional? ¿Cuál es su significado?


La ofrenda fue instituida más de cinco siglos atrás. Expresa el sentimiento de gratitud de la nación española a Santiago por la protección que el apóstol siempre ha ofrecido, desde los tiempos de la reconquista, a la patria, a los hijos de esta tierra. En el acto  se ofrecía antiguamente una suma de dinero, algún objeto artístico o un determinado recuerdo para la catedral. No se hace más. El Rey – o alguien por él – acostumbra elevar una invocación al santo patrono.

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El 25 de julio, Santiago de Compostela tiene en la práctica una oportunidad de hacer una “prueba general” de la visita del Papa.


Sí, pero habrá también otro momento de prueba: la peregrinación y el encuentro de los jóvenes (PEJ 2010) que, desde el 5 al 8 de agosto, reunirá entre quince mil y veinte mil jóvenes en la ciudad. Nos dará, en cierto sentido, una medida de la visita papal.

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¿Cómo se están preparando los jóvenes a la visita de Benedicto XVI?


En este momento, junto a los responsables de la pastoral juvenil, están concentrados en la inminente Peregrinación Europea de Jóvenes (PEJ). Los jóvenes, sin embargo, saben que tenemos necesidad de ellos, que los amamos, y que les pedimos que participen también en la jornada del Papa. Para nosotros, los jóvenes son la prioridad. Santiago de Compostela es un punto de referencia para la juventud católica de España y de Europa – y también de otros lugares – desde la Jornada Mundial de la Juventud de 1989. Todavía me conmuevo, después de 20 años, cuando por el mundo encuentro regularmente a personas que dicen: “Yo estuve en Santiago para la JMJ”. Esto llena de alegría el corazón de quien ha tenido la responsabilidad de prepararla. Y hay que hacer otra constatación muy importante: encontré muchos religiosos y sacerdotes que me han confesado que en aquella JMJ han encontrado el impulso final para su actual vida de consagración al Señor.

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El 6 de noviembre, en su visita de cerca de ocho horas, Benedicto XVI se dirigirá a la catedral de Compostela, rezará frente a la tumba de Santiago, cruzará la Puerta Santa, dará el tradicional abrazo al apóstol, se encontrará con enfermos, niños y ancianos, presidirá la Eucaristía en la plaza del Obradoiro. Por lo tanto, será un peregrino entre los peregrinos.


De hecho, no estamos hablando de un viaje sino de una peregrinación. Y hemos elegido el siguiente lema para la visita de Benedicto XVI: “Peregrino de la fe, testigo de Cristo resucitado”. Eso resume, de alguna manera, el sentido que deseamos dar a esta peregrinación y creo que esto no es ajeno a la voluntad del Papa, teniendo en cuenta también lo que él escribió, enseñó y predicó sobre Europa y sobre sus raíces cristianas. Ha sido muy repetida la famosa frase: “Europa nació peregrinando a Compostela”. En realidad, nos honra profundamente que la unidad europea se haya formado en torno al camino de Santiago y no quisiéramos perder esta dimensión. Estamos trabajando en la preparación de la peregrinación papal siendo conscientes de que esta presencia tan breve – y, sin duda, ya desde ahora tan fecunda – de Benedicto XVI entre nosotros dará a los católicos, y a las personas de buena voluntad, seguridad en la fe, constancia en la esperanza, coraje en la caridad. Tenemos la firme convicción de que dejará una huella muy profunda. Tenemos en cuenta que se trata de la tercera visita de un Papa a Santiago de Compostela. Por lo tanto, nuestra gente ya está familiarizada con un evento de este género. Pero la verdad es que uno nunca se acostumbra a este contacto y al impacto, en la vida cristiana, de una visita del Pontífice.

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Usted ha dicho que la próxima visita de Benedicto XVI ya se está mostrando fecunda. ¿En qué sentido?


Es la tercera visita papal que preparo a Santiago de Compostela como coordinador diocesano general. Y tengo la impresión de que la opinión pública nunca ha estado tan llena de expectativas frente a una visita como en esta ocasión. En 1982, la visita de Juan Pablo II fue una novedad. La segunda vez suscitó mucho interés con la reunión de los jóvenes, dado que se celebraba la cuarta JMJ – que, en realidad, fue la primera en cuanto al actual esquema de encuentro. Ahora percibo, en cambio, una alegría particular: es como si este pueblo tuviese necesidad de una inyección de optimismo y pensase efectivamente que puede llegar de la mano del Papa. Esta es mi impresión.

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¿El programa de la próxima visita presenta dificultades particulares?


Ciertamente, porque la celebración de la Misa en un espacio reducido como la Plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela presenta no pocas dificultades. Pero las resolveremos con la buena voluntad y con la colaboración de los fieles. Ubicaremos a la gente en las proximidades, instalaremos pantallas gigantes y crearemos espacios a lo largo del itinerario realizado por el Papa, para poder estar más cerca. Encontrar al Papa a lo largo del camino es mucho más que simplemente verlo. Se trata de percibir su presencia. Es lo que trataremos de hacer.

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Desde el punto de vista organizativo, ¿cómo proceden los trabajos?


Con gran empeño y diligencia. Precisamente porque queremos hacer que las personas puedan estar cerca del Papa. A veces no es fácil conjugar las exigencias de seguridad con esta cercanía de los fieles al Pontífice. En lo que concierne a otros detalles le puedo decir, por ejemplo, que para la distribución de la Eucaristía ya han sido fabricados quinientos copones, muy bellos, para la celebración. Son de arcilla esmaltada, obra de un laboratorio gallego.

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El Papa abrazará al apóstol Santiago y Santiago de Compostela abrazará al Papa. ¿Cómo piensa que será este momento?


Será un abrazo de afecto, de gratitud, de alegría, de esperanza y de amor.

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¿Ofreceréis a Benedicto XVI la capa del peregrino?


La hemos ofrecido, como todos recordarán, a Juan Pablo II en 1989. Entonces, él realizó una peregrinación simbólica hacia la catedral. Esta vez no será así. Por lo tanto, hemos pensado no ofrecer esta vez al Papa este tipo de símbolos materiales de la peregrinación.

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La arquidiócesis, seguramente, mostrará su afecto al Papa también con dones. ¿De qué tipo?


Hábiles manos de orfebres están ya trabajando. La orfebrería compostelana goza de una larga e importante tradición. Se ofrecerá también una contribución para las obras de caridad del Papa. Sin olvidar la medalla conmemorativa de la visita.

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La fiesta del apóstol Santiago se celebra pocos días después del II Encuentro de los obispos franceses y españoles del Camino de Santiago. ¿Se trata de un ulterior signo de la solicitud de los pastores hacia los fieles?


Ciertamente sí. Comenzando por el arzobispo de Santiago de Compostela, Mons. Julián Barrio Barrio, tan atento al Año santo jacobeo que casi todos los días celebra personalmente, en la catedral, la Misa del peregrino. También la reunión de los obispos del camino francés con los del camino español ha tenido una gran importancia en cuanto ha sido una ocasión para reflexionar juntos sobre las perspectivas de una nueva evangelización de Europa, de la que hay tanta necesidad. Es muy importante porque el camino de Santiago es un instrumento formidable de evangelización.

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Fuente: L’Osservatore Romano


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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Glorioso Apóstol Santiago

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“Enséñanos, Apóstol y amigo del Señor,
el CAMINO que conduce hacia Él.



Ábrenos, predicador de las Españas,
a la VERDAD que aprendiste de los labios del Maestro.



Danos, testigo del Evangelio,
la fuerza de amar siempre la VIDA.”


 

(De la Oración del Santo Padre Juan Pablo II ante la tumba del Apóstol Santiago, 19 de agosto de 1989)


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“Precisamente en este domingo, se celebra también la fiesta del Apóstol Santiago, tan venerado desde tiempo inmemorial en Compostela, y de tanto arraigo en vuestros países. En este Año Santo Compostelano, también yo espero unirme allí a los numerosos peregrinos en el próximo mes de noviembre, en un viaje en el que visitaré también Barcelona. Que siguiendo las huellas del Apóstol, recorramos el camino de nuestra vida dando testimonio constante de fe, esperanza y caridad. Feliz domingo a todos.”


(De las palabras pronunciadas este mediodía por el Santo Padre Benedicto XVI a los peregrinos de lengua española luego del rezo del Ángelus)

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jueves, 22 de julio de 2010

La Liturgia, expresión sublime de la Gloria de Dios

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El Arzobispo Raymond Burke, Prefecto de la Signatura Apostólica, celebró el pasado 11 de julio una Solemne Misa Pontifical en la Iglesia de los Santos Pedro y Pablo, en el marco de una conferencia litúrgica en Irlanda. El blog The New Liturgical Movement presenta una síntesis de la homilía.


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En un modo maravilloso, la participación en la Santa Misa, el encuentro con Cristo Glorioso y Resucitado en el Sacrificio Eucarístico, abre nuestros ojos para que podamos conocernos a nosotros mismos y a nuestro prójimo por los frutos que da nuestra vida diaria; y, por la Gracia de Dios podemos alejar de nosotros el pecado y abrazar la obediencia de la fe con sus frutos de amor y de Vida Eterna. La Sagrada Liturgia y, sobre todo, el Santo Sacrificio de la Misa, es la fuente y cumbre de nuestra vida en Cristo. En la santidad de Cristo, que encontramos en la acción de la Santa Misa, recibimos la inspiración y la fuerza para ser santos en cada aspecto de nuestras vidas, así como Él es santo. De modo particular, comprendemos la relación esencial de la confesión de nuestros pecados y la recepción de la absolución en el Sacramento de la Penitencia con nuestra participación plena en la Santa Misa.


Uniendo nuestros corazones al Corazón de Jesús en Su Sacrificio Eucarístico, comprendemos el realismo de Su mandamiento con respecto a nuestra vida cotidiana: “Por lo tanto, sed perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo” (Mt 5,48). La participación en la celebración de la Santa Misa abre nuestras mentes y corazones para reconocer el gran Misterio de la Fe, hecho presente en cada celebración de la Santa Misa. Nuestro Santo Padre, el Papa Benedicto XVI, con su Carta Apostólica Summorum Pontificum, promulgada hace tres años, el 7 de julio del 2007, ha deseado que las dos expresiones del único Rito Romano en la Iglesia, es decir, el Misal Romano del Beato Juan XXIII y el Misal Romano del Siervo de Dios Pablo VI, se enriquezcan mutuamente en vistas a una mayor santidad de vida entre los fieles, y con el objetivo de atraer a Cristo a aquellos que aún no creen en Él. La gloriosa presencia de Cristo con nosotros en la Iglesia aparece más plenamente en la Sagrada Liturgia y, sobre todo, en el Santo Sacrificio de la Misa.


En su Carta a los Obispos cuando la promulgación de Summorum Pontificum, el Papa Benedicto XVI subraya la unidad orgánica de las dos expresiones del Rito Romano con estas palabras:


“No hay ninguna contradicción entre una y otra edición del Misal Romano. En la historia de la Liturgia hay crecimiento y progreso pero ninguna ruptura. Lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser abruptamente prohibido o incluso considerado perjudicial. Nos hace bien a todos conservar las riquezas que han crecido en la fe y en la oración de la Iglesia y darles el justo puesto”.


Al establecer la edición de 1962 del Misal Romano como la Forma Extraordinaria de la Santa Misa del Rito Romano, el Santo Padre ha deseado que todos nosotros lleguemos a comprender más completamente el único Misterio de la Fe, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Pan Celestial, hecho presente en la Consagración en cada celebración válida de la Santa Misa.


¡Cuán oportuna es la reforma de la Sagrada Liturgia la que nuestro Santo Padre nos está guiando y dirigiendo! Vivimos en un era que cada vez m´s olvida a Dios y Su plan para nuestra libertad, para nuestra salvación eterna. Vivimos en una era en la que muchos ya no son capaces de distinguir los buenos frutos de una ida santa de los malos frutos nacidos de la esclavitud del pecado. La confusión y el error están tan presentes que han incluso entrado en la vida de la Iglesia y amenazaron la expresión más sublime y perfecta de su vida: la Sagrada Liturgia, el culto público a Dios. La situación era tan grave ya en 1972 que el Siervo de Dios Pablo VI, en su homilía para la Solemnidad de los Santo Pedro y Pablo llegó a declarar que sentía que “a través de una rendija el humo de Satanás ha entrado en el templo de Dios”. La reforma de la Sagrada Liturgia, especialmente a través del mutuo enriquecimiento de la celebración de las dos formas del Rito Romano, purificará nuestro culto de todo lo que sea indigno, de todo lo que sea culto a nosotros mismos en lugar de culto a Dios, y dará, por tanto, frutos de una mayor santidad de vida. La Sagrada Liturgia no sólo nos conducirá a valorar la santidad de vida en Cristo, sino que también abrirá nuestros ojos para que abracemos el buen fruto que nos lleva a la vida y al amor, y para que rechacemos el fruto malo que nace del pecado y nos conduce a la muerte.


Mientras estudiamos estos días las enseñanzas del Papa Benedicto XVI sobre la música sacra, ofrezcamos nuestras fervientes plegarias de acción de gracias por el fiel, valiente e incansable ejercicio de su oficio de Vicario de Cristo en la tierra de nuestro Santo Padre. Demos gracias a Dios, de modo especial, por todo lo que el Santo Padre ha hecho para promover la belleza de la Sagrada Liturgia y la reverencia con la que celebramos el Misterio de la Fe. En estos días, cuando los enemigos de la Iglesia atacan tan ferozmente a la persona del Santo Padre, oremos con las palabras de la oración tradicional por el Romano Pontífice: “Que el Señor lo proteja, preserve su vida, lo bendiga en la tierra y lo defienda de sus enemigos”. Seguramente vuestra participación en la Solemne Misa Pontifical es una expresión de la unidad de mente y corazón con el Romano Pontífice en su principal tarea pastoral, en la más alta expresión de su caridad, es decir, en la promoción de la celebración digna de la Sagrada Liturgia.


Vuestra apreciación de la belleza ricamente articulada de la Forma Extraordinaria del Rito Romano es, en definitiva, una expresión de vuestra atracción hacia la incomparable belleza de la acción de Cristo, nuestro Señor, en el Sacrificio Eucarístico, que hace siempre presente para nosotros la donación de Su Vida en el Calvario. Recordamos las palabras de nuestro Santo Padre acerca de la belleza de la Sagrada Liturgia. El Papa Benedicto nos recordó que “la verdadera belleza es el Amor de Dios, revelado definitivamente a nosotros en el Misterio Pascual” y que “la belleza de la Liturgia es parte de este misterio, es una expresión sublime de la Gloria de Dios y, en cierto sentido, es un vislumbre del Cielo en la tierra”. Oremos, de modo especial, para que nuestra participación en la Santa Misa de hoy profundice nuestro maravillarnos ante la incomparable belleza del Amor de Dios para con nosotros en Jesucristo, expresada del modo más pleno en la Sagrada Liturgia.


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Fuente: The New Liturgical Movement

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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martes, 20 de julio de 2010

Ministerio sacerdotal. Los jóvenes y la pregunta por su vocación

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En reiteradas ocasiones le hemos pedido al Padre Teo, un sacerdote amigo (y más que amigo) que pusiera por escrito algunas de las cosas que surgen de nuestras conversaciones. Esta mañana nos ha hecho llegar este artículo referido a la “pastoral vocacional”, uno de sus temas favoritos.


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¿Se preguntan los jóvenes católicos acerca de su vocación? Y si lo hacen ¿por qué son tan pocos los que responden? Seguramente no es porque Dios no quiera proveer de ministros a su Iglesia.


Sabemos que la principal causa de la pobre respuesta al llamado de Dios es la falta de oración. Por un lado, la oración en cada comunidad. Jesús nos dijo que rogásemos al Dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. Seguramente no estamos rogando bastante. Por otro lado, no enseñamos suficientemente a orar a los niños, que luego serán jóvenes y adultos sin el hábito de la oración. Y sin diálogo personal con Dios todo se complica.


Además de la falta de oración, y entre otras causas varias de la escasez de sacerdotes, encuentro un factor que afecta directamente a la pregunta inicial por la vocación. Muchos de nuestros jóvenes piensan que para estar llamados al sacerdocio se ha de tener una aptitud natural para vivir célibes, y el descubrir en sí mismos la natural inclinación al matrimonio basta para determinar el estado de vida.


Dicho desde otra perspectiva, el celibato ha pasado a ocupar el centro de la pregunta vocacional, o se ha convertido en el motivo por el que frecuentemente los jóvenes descartan “a priori” la posibilidad de ser llamados al ministerio sacerdotal.


En las últimas décadas se ha operado en la mente de los jóvenes una suerte de “devaluación” del sacerdocio, presentándolo con una fuerte carga negativa: los sacerdotes no pueden casarse. A esto se suman los conocidos reduccionismos que hacen ver al sacerdote como un simple agente social. Así, ignorada la verdadera naturaleza y dignidad del sacerdocio, no tiene muchas chances de ser tenido en cuenta por nuestros jóvenes como una opción potable para sus vidas. Aquella opción tradicional del joven católico que le proponía “matrimonio o sacerdocio”, con todo el peso que ambas realidades comportaban, parece haberse trocado en “matrimonio o celibato”. Pero este último, por sí mismo y privado de algún sentido, no es un estado al que muchos aspiren.


Cuando se conversa con los jóvenes sobre la vocación, esta realidad suele ponerse en evidencia. Se manifiesta una inmediatez poco feliz en la asociación de los conceptos de “sacerdocio” y “celibato”. Celibato entendido no como opción libre sino como mera condición requerida, como una cláusula impuesta. La asociación de ambos términos referidos debiera acontecer con posterioridad, porque antes tendrían que fluir en la mente de nuestros jóvenes las características propias del sacerdote percibidas en positivo: “un hombre de Dios”, “un elegido de Dios”, “el hombre de lo sagrado”, “el que se ocupa de las cosas de Dios”, “el que ofrece la Misa”, “el que bautiza y perdona en nombre de Dios”, “el que ora por mí“, “el que anuncia la Palabra de Dios”, “el que es mediador entre Dios y los hombres”, “el que acompaña y alivia en el dolor”, “aquel a quien se puede acudir a pedir consejo”, “el que está siempre con Dios”, “aquel a quien Dios envía”, “el que trabaja por la salvación de las almas”, … “el que lo ha dejado todo por amor a Jesús”. Es decir, el que escuchó Su llamada y encontró aquel tesoro por el que vale la pena renunciar y desprenderse de todo lo demás, y Dios le ha concedido la gracia para poder hacerlo, porque lo ha elegido y obra en él para configurarlo a Sí para siempre.


Considero, y si me equivoco no será por mucho, que la gran mayoría de los jóvenes que están hoy en los seminarios o en procesos de discernimiento vocacional, han llegado hasta allí debido a la ejemplaridad de algún sacerdote conocido por ellos. Los buenos sacerdotes son siempre un ejemplo de vida. Y hay sacerdotes que por su carisma personal atraen mucho la atención de los jóvenes. Esto es muy bueno y elogiable, y ojalá nunca deje de suceder. Pero es importantísimo que los jóvenes puedan llegar a la pregunta vocacional como un paso normal del proceso de maduración en la fe. Porque no todos tendrán la oportunidad de conocer a un sacerdote que con su sola presencia o carisma despierte el anhelo de imitar su vida o de saber más sobre el sacerdocio. Por eso es indispensable que formemos mejor a niños y jóvenes. Que les enseñemos desde pequeños, en las catequesis, que hay una voluntad de Dios para la vida de cada uno. Que todos tienen el deber de preguntarle a Dios qué quiere Él para sus vidas.


Finalmente, si en nuestras comunidades lográsemos revertir la negatividad presente en la imagen del sacerdocio que hoy predomina, habría muchos más jóvenes considerando su posible vocación sacerdotal. Tendríamos que apuntar a que haya una comprensión más profunda y completa del ministerio sacerdotal, de manera que el celibato de los ministros sea visto como lo que es: “auténtica profecía del Reino, signo de la consagración con corazón indiviso al Señor y a las ‘cosas del Señor’, expresión del don de sí mismo a Dios y a los demás” (Benedicto XVI).


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lunes, 19 de julio de 2010

Modernismo

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Castellani

P. Leonardo Castellani

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El presente es un fragmento del capítulo IV de “Los papeles de Benjamín Benavides”, magnífica obra de Leonardo Castellani. En este coloquio, que tiene lugar en Roma, intervienen un periodista y el judío converso Benjamín Benavides (Don Benya).

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-¿Qué es el modernismo? –pregunté yo.


El judío se rascó la cabeza. Parecía agotado.


-No se puede definir brevemente – dijo con voz plañidera –. Es una cosa que era, y no es, y que será; y cuando sea, durará poco. Técnicamente los teólogos llaman modernismo a la herejía aparentemente complicada y difícil que condenó el papa Pío X en la encíclica Pascendi; pero esa herejía no es más que el núcleo explícito y pedantesco de un impalpable y omnipresente espíritu que permea el mundo de hoy. Su origen histórico fue el filosofismo del siglo XVIII, en el cual con certero ojo el padre Lacunza vio la herejía del Anticristo, la última herejía, la más radical y perfecta de todas. Desde entonces acá ha revestido diversas formas, pero el fondo es el mismo, dice siempre lo mismo:


“Cuá cuá – cantaba la rana

cuá cuá – debajo del río”.


-¿Y qué dice?


-¡Cualquiera interpreta lo que dice una rana! –dijo riendo el rabí –: es más un ruido que una palabra. Pero es un ruido mágico, arrebatador, demoníaco, lleno de signos y prodigios… Atrae, aduerme, entontece, emborracha, exalta.


-Pero al menos así aproximado, a bulto…; ¡ánimo don Benya, no se achique!


-El cuá-cuá del liberalismo es “libertad, libertad, libertad”; el cuá-cuá del comunismo es “justicia social”; el cuá-cuá del modernismo, de donde nacieron los otros y los reunirá un día, podríamos asignarle éste: “Paraíso en Tierra; Dios es el Hombre; el hombre es Dios”.


-¿Y la democracia? –pregunté yo.


-Es el coro de las tres juntas: democracia política, democracia social y democracia religiosa:


Demó – cantaba la rana

cracía – debajo del río.


-¿Y la democracia cristiana? – le dije sonriendo.


-Nunca he entendido del todo lo que entienden los entendidos por ese compuesto, aunque entiendo que se puede entender por él varias cosas buenas –barbotó él –, a saber: “amor al pueblo”, “representación popular”, “participación de todos en lo político”, o simplemente “gobierno bueno” –gruñó el judío – . Con este mixto no me meto; con el simple me meto yo, ¡con el simple! Con la canción de la rana, que significa un régimen político religiosamente salvífico y por lo tanto necesario y hasta obligatorio para todos los pueblos “núbiles” que decía Víctor Hugo. Lo cual es una simpleza. Y una herejía definitiva contra el vero Salvador, contra “el único hombre que puede salvar al hombre”, que dijo San Pedro. “Las nuevas herejías ponen el hacha no en las ramas sino en la misma raíz” – dijo Pío X en la encíclica Pascendi.


-Pero herejías siempre las ha habido, y algunas muy extremadas y perversas… ¿por qué estas tres de ahora han de ser las Tres Ranas o Demonios [que menciona el Apocalipsis]; y no quizá otras tres cualesquiera… por ejemplo, otras tres que surjan en el futuro de aquí a mil años, pongamos por ejemplo?


-¡Eche años! –dijo el hebreo con un rictus –. No, éstas son las tres primeras herejías con efecto político y alcance universal; y son las tres últimas herejías, porque no se puede ir más allá en materia de falsificación del cristianismo. Son literalmente los pseudocristos que predijo el Salvador. En el fondo de ellas late la “abominación de la desolación”


-¿Qué es la “abominación de la desolación”? Tengo entendido que los Santos Padres entienden por esa expresión semítica la idolatría…


-La peor idolatría. Pues en el fondo del modernismo está latente la idolatría más execrable, la apostasía perfecta, la adoración del hombre en lugar de Dios; y eso bajo formas cristianas y aun manteniendo tal vez el armazón exterior de la Iglesia. ¿Ha leído usted The soul of Spain del psicólogo inglés Havelock Ellis?


-No. ¿Qué dice?


-Es un libro de viajes por España. Lea usted el capítulo titulado Una misa cantada en Barcelona y verá lo que quiero decir cuando hablo del modernismo.


-¿Ridiculiza la misa cantada?


-¡Qué! ¡Al contrario! La cubre de flores, la colma de elogios… estéticos. Dice que es un espectáculo imponente, una creación artística y que no hay que dejar caer esa egregia conquista del “patrimonio cultural” de la humanidad, sino procurar que se conserve y perfeccione…, podada ,eso sí, de la pequeña superstición que ahora la informa, a saber, la presencia real de Cristo en el Sacramento… Anulada esa pequeña superstición, todo lo demás…


-¡Pero si eso es el alma de la ceremonia, es el núcleo central que le da sentido y, por tanto, la vuelve imponente! –exclamé yo riendo –. ¿Cómo se puede podar eso? ¡Quite usted eso y la ceremonia queda vacía! Podar en este caso significa mutilar, aniquilar….


-En efecto, queda vacía… –dijo el judío –, queda vacía hasta que otro ocupe el lugar de Cristo en el Sacramento.


Se estremeció. Yo lo miré un rato en silencio, y viendo que él volvía a sus buches y el sol se ocultaba detrás de la lejana copa azul de San Pedro, salí en busca del tren, del ómnibus o de lo que encontrase, muy meditabundo.


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domingo, 18 de julio de 2010

Un testimonio pro-vida

Antes que el Centro para Mujeres de Northern Illinois abriera sus puertas el viernes por la mañana para acabar con las vidas de niños en en el vientre de sus madres, cuatro sacerdotes católicos se apostaron firmemente en las cuatro esquinas de la empresa de abortos y comenzaron a rezar las poderosas oraciones de exorcismo de la Iglesia Católica.


Casi al mismo tiempo que los sacerdotes comenzaron al unísono sus oraciones, el dueño del negocio de abortos salió del edificio como un disparo. Dio vueltas, para atrás y para adelante, en el estacionamiento. Luego deambuló por la acera, llamando a los sacerdotes y a los manifestantes pro-vida por sus nombres.


Ciertamente parecía que mientras los sacerdotes rodeaban el centro de abortos con la oración, su dueño, que es bien conocido por su rechazo a la religión cristiana y a los sacerdotes católicos, no podía soportar estar dentro del edificio.


Un grupo numeroso de manifestantes pro-vida, católicos y protestantes, también estaban rezando en la acera, en frente del centro, esta mañana. Incluida en el grupo había una mujer valiente, que unos años atrás se realizó un aborto en este centro, y que ahora da testimonio públicamente de la horrible experiencia que tuvo en este lugar.


Durante la mañana, otros tres sacerdotes católicos llegaron para rezar el Rosario.


Y entonces comenzó. Una madre que lloraba amargamente cuando ingresó al estacionamiento del centro, tuvo un cambio en su corazón y se fue, con su bebé sano y salvo. Cuando un consejero le mostró una imagen de un niño en el vientre de su madre, de alrededor del tiempo de su bebé, sus lágrimas se transformaron en gozo.


Otra madre fue retirada por una amiga, antes que llegara el médico abortista, y la joven conductora gritó a todos los pro-vida: “¡No lo hizo!” A la joven madre le ofrecieron un “baby shower”.


Otras dos mujeres dejaron el centro sin haber estado el tiempo necesario para realizar abortos. No se detuvieron a hablar, por lo que no estamos seguros de lo que sucedió. Sí sabemos que se fueron antes que llegara el médico abortista.


Esto pareció enfurecer aún más al dueño del centro de abortos. Después que los sacerdotes terminaron sus oraciones desde las cuatro esquinas del edificio, el dueño del lugar reingresó al centro para transmitir, desde su sistema de comunicaciones, sus maliciosos comentarios dirigidos a los sacerdotes y a los cristianos que estaban fuera. Los sacerdotes que habían llegado para rezar el Rosario no se detuvieron ante el sonido amplificado de estos asaltos verbales.


Llegó el médico abortista e hizo un gesto obsceno a los sacerdotes y a todos los que estaban allí, al tiempo que se apresuró por llegar a su lugar de estacionamiento. Hay que concederle algo. Cuando ingresa manejando su auto en el centro para matar bebés, se cubre la cara con una mano (parece que no está demasiado orgulloso de la profesión que ha elegido) y hace gestos obscenos con la otra – por algunos segundos debe conducir el auto con sus rodillas. El dueño del centro abortista también puso algunos nuevos carteles ofensivos dirigidos a los sacerdotes y a los allí reunidos.


La Presencia de Dios, por medio de estos fieles sacerdotes y quienes los acompañaban, pareció sentirse esta mañana en el centro abortista. Partiendo del médico que ingresó en el centro cubriéndose el rostro haciendo gestos obscenos, y pasando por el dueño que parecía visiblemente turbado cuando ponía sus carteles llenos de odio y divagaba incoherentemente a través de su sistema de comunicaciones, hasta las vidas salvadas de dos o más niños: la Mano de Dios estaba allí.


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Tomado de Pro-Life Corner

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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sábado, 17 de julio de 2010

Él estará, sin duda, estará…

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CristoRey1

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En su último post, Maricruz se pregunta:

      ¿Quiénes seguirán aquí dentro de diez y más años, cuando estas leyes abominables sobre el aborto y la desfiguración de la familia (y otras muchas que vendrán) rindan sus frutos desordenados?


Y enseguida responde:

      Nosotros, los hijos de Dios estaremos aquí, como desde hace dos mil años…


Perfectamente dicho. Estaremos aquí, como estamos ahora y estuvimos antes. Porque somos parte del Cuerpo de Cristo, y Él estuvo, está y estará. Por eso, aunque suene extraño, puedo decir que estuve en los inicios de la predicación apostólica, estuve cuando surgieron las primeras herejías y en el comienzo de las persecuciones, sufrí con los mártires, me alegré cuando dejaron de perseguirnos, palpité de emoción viendo cómo se extendía el evangelio hacia los cuatro puntos cardinales, estuve presente en las grandes epopeyas de la Iglesia a lo largo de los siglos, me maravillé toda vez que Nuestra Señora se hizo presente para traernos consuelo y esperanza, me embarqué en las empresas más osadas acompañando a tantos y tantas que han dejado huellas indelebles en nuestra historia. Fueron y son mías las andanzas de Atanasio, de Agustín de Hipona, de Jerónimo, los capadocios, Benito y Escolástica, Bernardo, Francisco y Clara, Domingo, Tomás Moro, Juan y Teresa, Ignacio, Francisco Javier, Catalina, Felipe, Rosa, Martín, Toribio, Juan Bosco, Teresita, y tantísimos otros de una lista interminable. Estuve allí, con y en ellos, porque Dios me les unió en el Cuerpo de su Hijo. Cuánto sufrimiento hubo en sus vidas y, no obstante, cuantísima esperanza y ardores célicos llevaban, y ahora, gloria inenarrable.


Pero lo más intenso no es el saber que, de una manera misteriosa, estuve enredado en todas sus andanzas. Lo mejor es que ellos me están acompañando ahora en las mías. Porque fueron, son y serán ya para siempre parte de este Cuerpo que también es el mío. Vamos juntos, estrechamente unidos, ellos y nosotros. Espero que, por la entrañable misericordia de nuestro Dios, siga siendo así para toda la eternidad.


Este Cuerpo de Cristo, esta Iglesia-Cuerpo, no sólo que estará, tal como dice Maricruz, sino que no tiene manera de no estar. Sea lo que sea que suceda en la historia por venir, nada puede sustraerse a la presencia y el reinado de Cristo, quien vive y reina eternamente con éste su Cuerpo al que quiso unirse de manera indisoluble.


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