martes, 6 de abril de 2010

Con la Iglesia, junto al Papa

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Benedicto

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“Se ha convertido ya en un contraste cultural: el Papa encarna verdades morales que no son aceptadas y, así, las faltas y los errores de sacerdotes son usadas como armas contra la Iglesia”. Levanta la voz el cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio, que al inicio de la Misa del día de Pascua expresó a Benedicto XVI el afecto y la fidelidad de todos los católicos. “Detrás de los injustos ataques al Papa – subraya en la entrevista concedida a nuestro periódico -, hay visiones de la familia y de la vida contrarias al Evangelio. Ahora contra la Iglesia se levanta la acusación de la pedofilia. Antes han sido las batallas del modernismo contra Pío X, luego la ofensiva contra Pío XII por su comportamiento durante el último conflicto mundial, y finalmente contra Pablo VI por la Humanae Vitae”.

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Su intervención, la mañana de Pascua, ¿puede leerse como una reacción frente a la campaña difamatoria contra el Papa, intensificada en estos días por las acusaciones de no haber hablado, durante los ritos pascuales, de las víctimas de los abusos sexuales?


Frente a estos injustos ataques, se nos dice que nos equivocamos de estrategia, que deberíamos reaccionar de otra manera. La Iglesia tiene su estilo y no adopta los métodos que actualmente son usados contra el Papa. La única estrategia que tenemos nos viene del Evangelio.

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En su opinión, ¿cómo vive esta prueba la comunidad cristiana?


Se siente justamente herida cuando se intenta involucrarla en bloque en las acciones tan graves como dolorosas de algunos sacerdotes, transformando culpas y responsabilidades individuales en culpa colectiva, forzándolo de una manera realmente incomprensible. En mi intervención no hice más que dar voz al pueblo de Dios: al colegio cardenalicio, en primer lugar, que es todo uno con el Romano Pontífice; pero también a los obispos y a todos los cuatrocientos mil sacerdotes. Sí, he querido expresamente hablar de los pastores que entregan su vida al servicio de Dios y de la Iglesia. Si algún ministro ha sido infiel no se puede y no se debe generalizar. Es cierto, sufrimos por ello, y Benedicto XVI ha pedido perdón varias veces. Pero no es culpa de Cristo si Judas lo traicionó. No es culpa de un obispo si un sacerdote suyo se manchó de culpas graves. Y ciertamente no es responsable el Pontífice.

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Toda la Iglesia está con el Papa: ¿éste ha sido el mensaje?


Mis palabras se insertaban en la liturgia de la Pascua. Es lógico que, en las fiestas más significativas del año, una familia se reúna en torno al propio padre. Por eso, consideré que era una ocasión propicia para reafirmar los profundos vínculos de unidad que reúne a todos los miembros de la Iglesia en torno a aquel que el Espíritu Santo ha puesto para guiar la comunidad de los creyentes. Por mi parte, como decano del Colegio Cardenalicio, consideré una obligación pronunciar esa intervención. Como todo cardenal, tengo la misión de estar siempre al lado del Papa y de servir a la Iglesia usque ad effusionem sanguinis. Siento un deber de gratitud con Benedicto XVI por la entrega apostólica con que presta su cotidiano servicio a la Iglesia. Esas palabras nacieron también de una exigencia personal, del afecto profundo que tengo al Vicario de Cristo.

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¿Cómo pensó su intervención?


Además de un testimonio de cercanía al Papa, mi intervención fue una invitación a la serenidad. Es el llamado que el mismo Papa, en primer lugar y continuamente, dirige a la Iglesia y al mundo, tras las huellas de sus grandes predecesores en la cátedra de Pedro. No nos maravillemos de las persecuciones porque Jesús ya había dicho a sus apóstoles que “el servidor no es más grande que su señor. Si me persiguieron a mí, también os perseguirán a vosotros; si fueron fieles a mi palabra, también serán fieles a la vuestra”, como se lee en el Evangelio según Juan.

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Fuente: L’Osservatore Romano


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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