sábado, 27 de febrero de 2010

¿Próximo consistorio en noviembre?

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CITTA' DEL VATICANO 24-11-2007

CONCISTORO ORDINARIO PUBBLICO PRESIEDUTO DAL SANTO PADRE PAPA BENEDETTO XVI 



POPE BENEDICKT XVI  PRESIDES THE PUBBLIC CONCISTORO FOR THE ORDINATION OF NEW  23 CARDINALS



ANGELO BAGNASCO  RECEIVES  THE ' BERRETTA'

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El vaticanista Andrea Tornielli ha publicado hoy, en el periódico Il Giornale, el artículo que ahora ofrecemos en nuestra traducción al español, en el cual habla de un próximo consistorio para la creación de numerosos nuevos cardenales.

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Se espera para el próximo mes de noviembre una notable “horneada” de nombramientos cardenalicios, destinada a cambiar de modo considerable los equilibrios de un futuro cónclave. El consistorio para las nuevas púrpuras, según se “filtra” de autorizados ambientes vaticanos, podría realizarse en torno al próximo 20 de noviembre y ser anunciado un mes antes, mientras en Roma estará en curso el Sínodo para Medio Oriente. En su tercera creación cardenalicia (la primera se realizó en marzo de 2006, la segunda en noviembre de 2007), Benedicto XVI podría imponer la birreta roja a 24 nuevos purpurados.


A finales de noviembre, de hecho, serán 19 los puestos vacantes en el colegio de los 120 electores del Papa con menos de ochenta años, pero otros cinco cardenales perderían el derecho de entrar en cónclave por alcanzar el límite de edad en los primeros dos meses del 2011 (entre estos, también el ex-presidente de la CEI, Camillo Ruini): por esto, Ratzinger podría excepcionalmente superar el límite establecido dado que, en sólo tres meses, el número de los electores volverá a la norma.


Son muchos los italianos que esperan la púrpura. En la Curia, se dan por ciertas las púrpuras para el Prefecto de los santos, Angelo Amato; el presidente de la Prefectura de los asuntos económicos de la Santa Sede, Velasio de Paolis; y el Penitenciario mayor, Fortunato Baldelli, antes nuncio en Francia. A esos se añaden también los italianos Paolo Sardi, pro-Patrono de la Soberana Orden de Malta, y Francesco Monterisi, arcipreste de la basílica de San Pablo Extramuros. Otros curiales italianos, candidatos posibles pero de por sí no seguros, son el presidente del Consejo para interpretación de los textos legislativos, el ambrosiano Francesco Coccopalmerio, y el “ministro de la Cultura” del Vaticano, el ambrosiano Gianfranco Ravasi.


Junto a ellos, serían “purpurables” el arzobispo Antonio María Veglió (migrantes) como también Claudio Celli (comunicaciones sociales). En cuanto a las diócesis italianas, están en espera Palermo – el arzobispo Paolo Romeo ya ha saltado el consistorio del 2007 – y Florencia, diócesis regida por el arzobispo Giuseppe Betori. A estos dos podría sumarse el nuevo arzobispo de Turín, que será nombrado después de la Ostensión de la sábana santa: en pole position está el actual obispo de Alessandria, Giuseppe Versaldi. Como se ve, el grupo de candidatos de nuestro país es muy amplio y, dado que es poco realista que de 24 nuevos púrpuras casi la mitad hayan nacido en el Bel paese, es probable que más de uno no entre en la lista.


Volviendo a la Curia romana, es segura la púrpura para el americano Raymond Leo Burke, Prefecto de la Signatura apostólica, así como para el sucesor del cardenal Kasper en diálogo ecuménico (se prevé que su puesto sea tomado por el suizo Kurt Koch) y los nuevos Prefectos de obispos, de clero, de religiosos y de Propaganda Fide, en el caso de que sean nombrados al menos un mes antes del consistorio y no estén ya revestidos de la púrpura. Finalmente, siempre en la Curia, es un posible candidato el “ministro de salud” Zimowski.


En cambio, en cuanto a las sedes residenciales, son consideras probabilísimas las púrpuras para los arzobispos Reinhard Marx (Munich), Kazimierz Nycz (Varsovia), Timothy Michael Dolan (Nueva York), Orani João Tempesta (Río), Thomas Collins (Toronto). Dos los posibles candidatos españoles, en Toledo y Sevilla, mientras esperan la púrpura también los arzobispos de Westminster, Vicent Nichols; de Bruselas, André-Mutien Léonard; de Praga, Dominik Duka. Otras posibles púrpuras latinoamericanas podrían llegar para Montevideo (Uruguay), o Asunción (Paraguay), como también para los arzobispos brasileños de Belo Horizonte, Fortaleza, Brasilia. En Asia se espera el nombramiento de Malcolm Ranjith (Colombo), de Peter Okada (Tokio), Charles Maung Bo (Yangon, en Myanmar), mientras que los candidatos africanos son los arzobispos de Kampala, Kinshasa y Yaoundé. Finalmente, en el elenco podría aparecer también el patriarca latino de Jerusalén, Fouad Twal.

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Fuente: Il Giornale


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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viernes, 26 de febrero de 2010

Instrucción sobre Motu Proprio y Carta a la Iglesia de Irlanda: ¿pronto?

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Ofrecemos nuestra traducción de esta breve noticia, publicada en medios italianos y señalada hoy por Papa Ratzinger Blog.

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Saldrá el 6 de marzo la esperada carta del Papa a los católicos irlandeses sobre los abusos sexuales. El boceto estaba ya listo con ocasión de la reunión de Benedicto XVI con los obispos irlandeses del 15 y 16 de febrero en el Vaticano. Pero el Pontífice ha querido revisar el texto teniendo en cuentas las observaciones de los obispos. En particular, habrían sido suavizados algunos pasajes de la carta que, no obstante, se preanuncia muy severa. Habrá, además, un fuerte llamado a la  unidad de la Iglesia irlandesa,  desgarrada por los escándalos.


Y también está en la recta final la Instrucción de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei para la interpretación y la aplicación del motu proprio del Papa Summorum Pontificum, sobre la liberalización de la Misa en latín con el rito antiguo. A casi tres años de la salida del controvertido documento papal, los grupos tradicionalistas denuncian todavía el obstruccionismo de algunos obispos contra la celebración de la Misa con el rito tridentino. A lo que se añaden dudas y contestaciones sobre la interpretación de las normas. La esperada instrucción debería poner la palabra final a estas divisiones.

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Fuente: Il blog degli amici di Papa Ratzinger


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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martes, 23 de febrero de 2010

Benedicto XIII retoma el camino a los altares

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Siervo de Dios Benedicto XIII

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Se reabre, a 270 años de su muerte, la causa de beatificación del Papa Benedicto XIII, en el siglo Pierfrancesco Orsini, iniciada en 1931 y luego suspendida en espera de aclaraciones sobre el rol de su secretario, el cardenal Niccolo Coscia, condenado a diez años de cárcel, inmediatamente después de la muerte del Pontífice, por abuso de poder.


El Centro de Estudios “Benedicto XIII” de Gravina in Puglia ha informado sobre la publicación de un nuevo edicto por parte del Vicariato de Roma, que lo confirma. El documento, emanado por el vicario general del Tribunal Diocesano del Vicariato de Roma, Cardenal Agostino Vallini, reabre oficialmente la Causa de beatificación del Pontífice, nacido en Gravena, y ha sido expuesto en todas las diócesis interesadas.


Es un pontificado complejo el de Benedicto XIII, Papa reformador y moralizador sobre todo frente a los escándalos que involucraban al clero de la época. El controvertido comportamiento del cardenal Coscia oscureció su fama pero nuevos documentos, entre los cuales una biografía editada en Alemania después de su muerte, recientemente traducida gracias al empeño de don Saverio Paternóster, Presidente del Centro de Estudios de Gravina, arroja nueva luz sobre el pontificado del último de los Orsini.


Benedicto XIII impuso a los miembros de la Iglesia sobriedad y rectitud y, en el Concilio lateranense de 1725, adoptó una firme posición contra la herejía jansenista francesa. Durante su pontificado inauguró la escalinata de la Plaza de España en Roma e instituyó la Universidad de Camerino. Sus restos están sepultados en Roma, en la Basílica de Santa María sopra Minerva.

(Noticia tomada de Petrus)


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¿Y quién fue Benedicto XIII? Sin duda, el Padre Alberto Royo Mejía, desde su excelente blog sobre Historia de la Iglesia, podría darnos una amplia respuesta, en virtud de sus abundantes conocimientos. Desde esta Buhardilla, nos limitamos a recordar algunos datos biográficos de este Romano Pontífice.


El último Papa Orsini nació el 2 de febrero de 1649 y a los 16 años ingresó al noviciado de los dominicos. El 22 de febrero de 1672 fue creado cardenal, aceptando el nombramiento sólo por la insistencia del Maestro de su Orden y del mismo Pontífice Clemente X. El 29 de mayo de 1724 fue elegido Sumo Pontífice, tomando el nombre de “Benedicto” en honor a Benedicto XI, también él miembro de la Orden dominicana. Se destacó por su preocupación por las necesidades del pueblo, reparando iglesias, construyendo hospitales y empeñándose en aliviar los sufrimientos de los pobres. Se preocupó especialmente por reforzar la disciplina eclesiástica, por promover el culto de los santos, y por una intensa actividad pastoral y litúrgica. Fue el Sumo Pontífice que canonizó, entre otros, a Juan de la Cruz, Luis Gonzaga, Juan Nemopuceno, Gregorio VII y Estanislao de Kotska. Luego de gobernar la Iglesia durante seis años, murió el 21 de Febrero de 1730.


Finalmente, nos complace concluir este artículo ofreciendo la traducción de unas palabras pronunciadas hace algunos meses por Mons. Angelo Amato, actual Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos: “No se pueden imputar al Papa Orsini, totalmente absorbido por su acción pastoral, eventuales culpas de sus colaboradores, en los cuales había puesto su confianza. Lo suyo no fue debilidad o falta de prudencia sino sólo preferencia primaria por su ministerio espiritual y por la santificación, tanto propia como de los sacerdotes y fieles. Un juicio sobre la persona y la obra de Benedicto XIII fue dado por el Papa Lambertini, hombre de gran cultura jurídica y teológica y gran conocedor de los santos: «No soportaba, salvo que estuviera forzado por necesidad, separarse de su amada grey y permanecer largo tiempo lejos de ella: lo que debe ser el principal cuidado del obispo (…). Visitar cada año una parte de la diócesis; edificar o restaurar iglesias magníficas; consagrar altares para la celebración de los sagrados misterios; establecer piadosas cofradías; fundar hospitales públicos y hospicios para enfermos; aliviar a los pobres, no sólo con las rentas eclesiásticas sino más frecuentemente con dinero propio; partir el pan delicioso de la palabra evangélica para las almas hambrientas; reunir tanto concilios provinciales como sínodos diocesanos; publicar las leyes surgidas en unos y otros; administrar él mismo los sacramentos de la confirmación; practicar las ceremonias de la Iglesia; ser asiduo en todos los oficios divinos y realizar sin nunca cansarse todas las funciones del sagrado ministerio; tal era su plan de vida, tal fue siempre su práctica. Por todo esto, finalmente, se distinguió tanto que pueden encontrarse pocos con los cuales compararlo, tal vez ninguno que haya igualado su gran piedad y celo en todo lo que respecta al culto y servicio divino»”.

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Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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ACTUALIZACIÓN: El blog Temas de Historia de la Iglesia, del Padre Alberto Royo Mejía, ha publicado hoy un artículo completo sobre el Siervo de Dios Papa Benedicto XIII, escrito por Rodolfo Vargas Rubio. 

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lunes, 22 de febrero de 2010

Ecclesia Dei: Liturgia tradicional de las órdenes religiosas

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Ecclesia Dei II

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Recientemente publicábamos, en esta Buhardilla, una importante clarificación de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei. En estos días, se ha hecho pública una nueva respuesta de Ecclesia Dei a una consulta que se le dirigió sobre una cuestión no contemplada por el Motu Proprio Summorum Pontificum del Papa Benedicto XVI.


En esta ocasión, se consultó sobre la posibilidad de utilizar también, con las mismas modalidades contenidas en el Motu Proprio para el Misal Romano de Juan XXIII (1962), los Misales o Rituales de las órdenes religiosas que, antes del Concilio, tenían en uso una tradición litúrgica propia. Es decir, los libros litúrgicos propios que estaban vigentes en algunas Órdenes religiosas en el año 1962.


La interesante respuesta dada por Monseñor Guido Pozzo, secretario de la Comisión Ecclesia Dei, en primer lugar recuerda que “todos los sacerdotes pueden hacer uso de los libros litúrgicos vigentes en 1962” pero “la cuestión referente al uso de los libros litúrgicos que estaban en uso en las diversas órdenes religiosas en 1962 concierne a los superiores de esas órdenes”.


Por lo tanto, se reitera una vez más que todo sacerdote, tanto del clero secular como del regular, puede usar el Misal Romano promulgado por Juan XXIII en 1962. Y se añade que es posible retomar el uso de los libros litúrgicos propios de algunas órdenes religiosas (vigentes en 1962) siempre que se cuente con la autorización de los superiores de las órdenes.


El blog Cantuale Antonianum, en un artículo sobre el tema, plantea la cuestión de a qué superiores se refiere la Pontificia Comisión Ecclesia Dei: “¿Sólo a los Superiores Generales? No parece, visto que algunos abades ya han sido autorizados por Roma a retomar el rito antiguo de su orden, y los abades corresponden, en las órdenes mendicantes, a los superiores provinciales. Pero tal vez también casas singulares, si está el permiso del superior local, puedan autorizar el uso de los libros litúrgicos preconciliares. Falta aún esta última aclaración sobre la base de los diversos niveles de superiorato”.


A su vez, el blog The Barque of Peter, donde la carta de Mons. Pozzo fue publicada originalmente, recuerda que las órdenes que gozaban de rito propio eran: los franciscanos, los dominicos, los carmelitas, los servitas, los norbertinos, los benedictinos, los cartujos y los cistercienses.

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“Este hombre tan providencial”

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Santo Padre

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En el día en que celebramos la fiesta de la Cátedra de San Pedro, el Santo Padre Benedicto XVI se encuentra en la segunda jornada de sus ejercicios espirituales anuales, que han comenzado ayer por la tarde y se extenderán hasta el próximo sábado por la mañana.


Nuestro amado Papa, que se acerca al quinto año de su pontificado, con gran entrega y plena confianza en Dios, continúa guiando sabiamente a la Iglesia, enfrentando la violenta oposición interna y externa, y empleando todas sus fuerzas para realizar la voluntad del Señor. Oremos, en esta fiesta y a lo largo de esta semana, por este gran Pontífice, “este hombre tan providencial” (como lo ha llamado el cardenal Cañizares), para que el Señor lo proteja, preserve su vida, lo bendiga en la tierra y lo defienda de sus enemigos.


A la oración por nuestro Papa unimos la oración por algo que está muy cercano a su corazón y que representa uno de los deberes propios del ministerio petrino que se le ha confiado: la unidad. Como sabemos, el mundo anglo-católico ha elegido precisamente esta fiesta “petrina” para una jornada especial de oración, reflexión y discernimiento en relación a la mano tendida del Romano Pontífice con la Constitución Apostólica “Anglicanorum Coetibus”.


Ofrecemos ahora una entrevista al Padre Enrico Dal Covolo, que ha sido elegido para predicar este año los ejercicios espirituales al Papa y a sus colaboradores de la Curia Romana, e invitamos a nuestros lectores a elevar una especial oración a Dios por el actual Sucesor de Pedro.

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¿Puede ilustrarnos el tema de los ejercicios espirituales de este año: “Lecciones de Dios y de la Iglesia sobre la vocación sacerdotal”?


El título intenta explicar tanto la línea del método como la línea de los contenidos de estos ejercicios. La línea del método es la antigua y venerable de la lectio divina, articulada en sus etapas fundamentales de la lectura, la meditación, la oración y la contemplación. La conversión de la vida es la etapa conclusiva de la lectio divina y, en consecuencia, la etapa conclusiva de los ejercicios espirituales. El mismo título alude también a los contenidos, que se refieren a la vocación sacerdotal. Ésta es ilustrada a través de las etapas típicas de los relatos bíblicos de vocación, que son cinco: la llamada de Dios; la respuesta del hombre; la misión que Dios confía a aquel que llama; la duda, la tentación, las resistencias, las perplejidades del llamado; finalmente, la confirmación tranquilizadora por parte de Dios. Las meditaciones de la mañana recorrerán sistemáticamente estas cinco etapas. En cambio, la meditación de la tarde se inspira en las “lecciones de la Iglesia”, la más ilustre de las cuales es la de sacerdotes santos o, al menos, de sacerdotes ejemplares. Los cinco elegidos para estos “medallones sacerdotales” son san Agustín, el santo Cura de Ars, el cura rural de Bernanos, el venerable José Quadrio y el venerable Juan Pablo II.

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En el retiro hablará, por lo tanto, de san Juan María Vianney. ¿Cuáles son los aspectos relevantes de los que hablará?


Elegí predicar no tanto utilizando la biografía de san Juan María Vianney, ya que es muy conocida, sino tomando cinco episodios de su vida, a través de los cuales es más fácil comparar la propia historia de llamada y la historia de vocación del santo Cura. En el fondo, todos estos ejercicios no son sino una verificación de la vocación sacerdotal a la luz de la Palabra de Dios y de la palabra de la Iglesia.

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¿Por qué un sacerdote tiene necesidad de realizar ejercicios espirituales?


Esencialmente, porque son necesarios. El Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros recomienda que, cada año, los sacerdotes hagan sus ejercicios espirituales. De hecho, el camino de la vida, sobre todo en esta cultura en la que nos encontramos, muchas veces puede llevar a olvidar las motivaciones profundas de una opción de fe y de vocación. Incluso el Papa, que es el supremo pastor, no está exento de tentaciones, de resistencias, del camino fatigoso de la fe. También él tiene necesidad de los ejercicios espirituales para poder confirmar eficazmente a los hermanos en la fe y dar buen ejemplo a todos los sacerdotes.

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¿Cómo vive esta experiencia de predicador de los ejercicios espirituales al Papa?


Me siento muy alcanzado por la gracia de estado. Debo decir que no es mío el pedido del encargo sino que se me ha confiado. Siento la gracia de Dios que me ayuda fuertemente. Me ha ayudado mucho a enfocar estas meditaciones y no he necesitado mucho tiempo para prepararlas. La gracia me sostiene también desde el punto de vista emotivo porque debo decir que me siento muy tranquilo, y para nada emocionado. Hay que agregar que tengo una larga experiencia de predicación de ejercicios espirituales. Si conté bien, el que predicaré al Papa debería ser el 221º curso de ejercicios espirituales predicados a sacerdotes, religiosos, religiosas, consagrados, en mis treinta años de sacerdocio.

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¿Piensa que la formación en los seminarios prepara adecuadamente al candidato para desarrollar su ministerio sacerdotal?


Sin duda, hay un gran compromiso en este sentido. Precisamente en su reciente visita al Pontificio Seminario Romano, el Papa ha subrayado este esfuerzo en actualizar la formación sacerdotal. Ciertamente es un desafío. En particular, pienso que sería necesario estudiar más el modo en que los futuros sacerdotes se acercan a la Sagrada Escritura. Muchas veces me parece que se trata de un tipo de acercamiento demasiado subordinado al método histórico-crítico. No es que este método no tenga sus méritos pero es, por sí solo, insuficiente. El futuro sacerdote debe acercarse a la Escritura con el espíritu con que se acercaban nuestros Padres, con aquella capacidad sapiencial de lectura de los textos profundamente eclesial. Esto es lo que el Papa llama “exégesis canónica” o “teológica”.

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Estamos celebrando el Año sacerdotal, un momento de reflexión sobre la vocación. En su opinión, ¿por qué un joven debería decidir hacerse sacerdote?


Lo que, en última instancia, impulsa a un joven a hacerse sacerdote sólo puede ser la invitación del Señor, es decir, la llamada. Como escribía Juan Pablo II, no podemos definirla exactamente en sus términos, porque es don y misterio. Pero podemos decir que ciertamente una persona es capaz de percibir con claridad la llamada del Señor a ser sacerdote. Por lo tanto, más bien me preguntaría, ¿qué lo bloquea? Hoy lo que bloquea al joven, incluso al punto de no lograr percibir con claridad esta llamada, es el clima en que nos encontramos. Un clima cultural consumista, demasiado centrado en las exigencias materiales, poco abierto al diálogo con el espíritu. Esto es lo que realmente puede bloquear al candidato. Hay también muchas dificultades específicas ligadas a la generación actual, pienso especialmente en nuestro viejo mundo, en la vieja Europa. Hoy en día, un joven es, con frecuencia, muy frágil en sus opciones. Cuesta tomar decisiones definitivas tanto en lo que respecta al sacerdocio como al matrimonio. Por eso, tanto más se encuentra en dificultades frente a una elección como esta, que consiste en dar totalmente la propia vida al servicio de los hermanos, siguiendo el ejemplo de Jesucristo, el Buen Pastor. El modelo de Cristo Crucificado es ciertamente un modelo que contradice la cultura del mundo que nos rodea.

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¿Cuáles son los principales riesgos en la actividad pastoral de un sacerdote?


Una “trampa” es la soledad, de la que hablaré de modo particular en el perfil del cura rural. En realidad, la soledad del sacerdote es algo necesario. Es necesario que el presbítero desde su formación se prepare para esta soledad, que no es vacío existencial, sino que debe traducirse en un encuentro privilegiado e íntimo con el Señor Jesús, al cual ningún otro amor puede hacerle competencia. De modo radical, el sacerdote está invitado a no anteponer nada al amor de Cristo, según la máxima de san Benito. Pues bien, la soledad, si se la llena de estos contenidos, es un bien. Facilita el encuentro personal con Dios. A veces, en cambio, el sacerdote experimenta la soledad como vacío existencial. ¿Por qué? Porque ha perdido la dimensión contemplativa de la vida. Por eso es importante un curso de ejercicios espirituales, porque ayuda a reflexionar sobre estas cosas y a convertirse.

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La soledad es la primera “trampa”. ¿Y las otras?


Pienso en las compensaciones que el sacerdote busca frente a esta soledad. Compensaciones que pueden pasar por muchas cosas, sin pensar de inmediato en las cosas más graves, es decir, en la búsqueda de afectos que están prohibidos al celibato sacerdotal, o sin pensar en la acumulación de dinero, que a veces es realmente una trampa para los sacerdotes. Se puede pensar más fácilmente en el así llamado activismo, es decir, en el riesgo de “hacer por hacer”, que se convierte casi en una droga. En esta trampa, muchos presbíteros han caído y continúan cayendo. Para los obispos, podría ser a veces la trampa de una cierta búsqueda de honores, de un sentirse casi satisfechos por el rol de privilegio que tienen luego de la ordenación episcopal. Sin embargo, también para ellos siguen siendo reales los mismos riesgos de los sacerdotes.

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Usted ha preparado un medallón sobre José Quadrio. ¿Quién es este sacerdote?


Fue Benedicto XVI quien reconoció la heroicidad de la vida y de las virtudes de José Quadrio el pasado 19 de diciembre. Es una figura muy interesante, porque es un sacerdote salesiano ejemplar que ha sido teólogo: por lo tanto, de algún modo, se ha santificado a través del estudio y la enseñanza de la teología. Ha sido también decano de la facultad de teología en Turín, antes que el Pontificio Ateneo Salesiano se trasladase a Roma. Murió en 1963, no había cumplido aún los 42 años. Era una promesa para la teología, una gran esperanza. Basta pensar que en 1946 realizó una disertación en la que defendió la definibilidad dogmática de la Asunción de María. Estaban presentes nueve cardenales, además de monseñor Montini, futuro Papa Pablo VI. Tuvo una amplia resonancia también en L’Osservatore Romano, que ofreció un servicio muy detallado. ¿Por qué lo elegí? Porque en sus cartas está delineada la figura ideal del sacerdote. En cierto sentido, mientras pinta este retrato ideal del sacerdote, él ofrece también aquel autorretrato que no sabía que estaba escribiendo.

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Otro medallón es el cura rural de Bernanos. ¿Por qué esta elección?


Al cura rural lo elegí para la conclusión de la jornada penitencial, en la cual hablaré de la duda, de las resistencias, de las tentaciones que el sacerdote encuentra en su historia de vocación. La doliente figura del cura es, sin duda, ejemplar desde este punto de vista. Propondré su experiencia, es decir, cómo pasó a través de él la duda, cómo lo marcó la tentación, y cómo en el lecho de muerte hizo las paces consigo mismo y con Dios, con el lema “todo es gracia” de Teresa de Lisieux.

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Fuente: L’Osservatore Romano


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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domingo, 21 de febrero de 2010

Schmidberger: “La Iglesia ha entrado en aguas más tranquilas”

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Schmidberger

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Ofrecemos nuestra traducción de una interesante entrevista al Padre Franz Schmidberger, Superior del Distrito alemán de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X (y, anteriormente, primer sucesor de Mons. Lefebvre como Superior general de la FSSPX). Publicada originalmente en el sitio alemán Kathnews, fue traducida al inglés por Rorate Caeli y al italiano por Messainlatino.

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El Padre Franz Schmidberger nació el 19 de octubre de 1946 en Riedlingen. Después de haber estudiado matemática en la Universidad de Munich, en 1972 entró en el seminario de la fraternidad de San Pío X en Ecône. Allí, en 1975, fue ordenado sacerdote por el arzobispo Marcel Lefebvre. En 1979, Schmidberger se convirtió en Superior del Distrito alemán de la Fraternidad y, en 1982, en Superior General de la Fraternidad. De 1994 a 2003, estuvo activo en el liderazgo de la Fraternidad. En 2003 fue nombrado Rector del seminario en Zaitzkofen. En 2006 fue elegido nuevamente como Superior del Distrito alemán.

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Reverendo, ¿cuál es su valoración del estado actual de las discusiones teológicas entre los representantes de la Fraternidad San Pío X y la Santa Sede?


En base a las informaciones disponibles, más bien escasas, las discusiones teológicas clarificadoras han comenzado bien. Por primera vez, somos capaces de exponer sin prisa a la autoridad competente nuestras reservas sobre las declaraciones del Concilio Vaticano II y sobre los desarrollos post-conciliares. Estas discusiones ciertamente continuarán por un tiempo largo, tal vez años. Pero quizás nuestros interlocutores serán capaces de determinar rápidamente que no es posible negar que la Fraternidad Sacerdotal San Pío X sea católica, aunque puede haber áreas de desacuerdo. Esto representaría un enorme progreso. La naturaleza muy discreta de las discusiones es absolutamente necesaria para el éxito, nada bueno causa un tumulto y nada positivo proviene de un tumulto.

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Recientemente, en una video-entrevista, el obispo Richard Williamson se refirió a las discusiones. Él se expresó más bien negativamente y estaba evidentemente poco convencido de que lleven a un acuerdo. ¿Qué piensa de sus comentarios? ¿Representan la posición oficial de la Fraternidad?


La opinión del obispo Williamson sobre las discusiones en Roma es lamentable porque ciertamente no representa la posición de la Fraternidad. Por otro lado, al mismo tiempo, es necesario poner en guardia claramente contra un exagerado optimismo respecto a las discusiones. Mons. Fellay dijo que sería un milagro si se concluyeran verdaderamente con éxito.

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Según usted, ¿Qué tan realista es un acuerdo entre la Santa Sede y la Fraternidad San Pío X? En 1988, como Superior General, usted ya estuvo involucrado en discusiones similares. ¿La situación ha cambiado desde entonces?


Un acuerdo entre la Santa Sede y la Fraternidad podría significar sólo una cosa: que Roma acepta la voz del Magisterio preconciliar. La Fraternidad nunca ha desarrollado una posición suya propia sino que, por el contrario, se ha hecho portavoz de los Papas, sobre todo de aquellos desde la revolución francesa hasta el Concilio Vaticano II. Desde 1988, la situación ha cambiado en la medida en que Roma ahora toma en serio nuestras objeciones y está a la búsqueda de respuestas.

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En su opinión, ¿cuáles son principalmente los argumentos necesitados de clarificaciones y de discusiones de naturaleza teológica o magisterial? ¿Hay argumentos que podrían describir como “papas calientes”?


La cuestión de la nueva liturgia es, sin duda, un punto de discusión, pero también el ecumenismo, el rol de las otras religiones y la relación de la Iglesia con el mundo. Como “papas calientes” definiría, sobre todo, la cuestión de la libertad religiosa y también la cuestión de la doctrina.

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Un año atrás, Benedicto XVI levantó la excomunión de los cuatro obispos de vuestra Fraternidad. Esta decisión del Santo Padre, ¿ha tenido un efecto positivo en la obra de la Fraternidad?


La revocación del decreto de excomunión ha eliminado obstáculos y nos ha traído más fieles. Por otro lado, sin embargo, el tumulto de la prensa ha levantado algunas barreras. Creo, no obstante, que esta valiente decisión tomada por el Papa ha afectado positivamente no sólo a la Fraternidad y su trabajo sino, en realidad, a toda la Iglesia.

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¿Cómo valora el estado de ánimo actual en vuestros prioratos y capillas? ¿Qué piensan los fieles y los sacerdotes de las discusiones con la Santa Sede?


Por lo que puedo decir, el estado de ánimo en nuestros prioratos y capillas es generalmente bastante bueno y, en general, nuestros miembros reciben bien las discusiones con la Santa Sede. Sin embargo, ninguno de nosotros es víctima de ilusiones.

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En abril de 2005, con el card. Joseph Ratzinger, ha sido elevado al trono de Pedro un príncipe de la Iglesia que ha representado una señal de esperanza para muchos católicos “tradicionales”. Hasta hoy, Benedicto XVI ha gobernado la Iglesia por casi cinco años. ¿Cómo valora estos primeros cinco años de su pontificado?


La Iglesia ha entrado en aguas más tranquilas con Benedicto XVI. La rehabilitación del Santo Sacrificio de la Misa en la forma tradicional, la revocación del decreto de excomunión y las discusiones doctrinales con la Santa Sede son actos muy positivos de este pontificado. Por otro lado, lamentamos la visita a la sinagoga romana y, sobre todo, la declaración del Papa de que nosotros y los judíos oramos al mismo Dios.


Nosotros los cristianos damos culto a la Santísima Trinidad y adoramos a Nuestro Señor Jesucristo como Hijo de Dios, consustancial con el Padre. Los judíos de hoy, por contraste, no aceptan ninguna de estas verdades fundamentales de nuestra santa religión. Siendo que no existe otro Dios fuera de la Santísima Trinidad, ni otro Señor sino Jesucristo, nosotros no damos culto al mismo Dios que los judíos.


Las cosas eran diferentes con los justos del Antiguo Testamento. Ellos estaban abiertos a la verdad de la Trinidad y a la Filiación Divina del Mesías Prometido. El Papa se ha alejado en forma discutible de aquellas palabras del primer Papa, San Pedro: “En ningún otro [fuera de Jesucristo] hay salvación” (Hech 4,12). Esto se aplica a todos, también a los judíos y musulmanes.

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Fuente: Messainlatino


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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viernes, 19 de febrero de 2010

Que sepan que no podrán

Caballero

Por lo tanto, tomen la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo y mantenerse firmes después de haber superado todos los obstáculos.

Permanezcan de pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza. Calcen sus pies con el celo para propagar la Buena Noticia de la paz.

Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, con el que podrán apagar todas las flechas encendidas del Maligno. Tomen el casco de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios (Efesios 6, 13-17).

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Teólogos que a través del uso de un lenguaje llano y popular confunden a los más sencillos con todo tipo de errores doctrinales.


Escrituristas que avalados por un título académico se presentan como maestros, pero con sus enseñanzas tienden a destruir la fe de los creyentes en aras de una fe “más madura y fundamentada”.


Sacerdotes y obispos que escriben libros con contenido opuesto al Magisterio de la Iglesia.


Maestros de Espiritualidad inficionados de psicologismo, orientalismo y new age.


Grupos que se auto-denominan católicos pro-choice.


Religiosas y religiosos que se alzan contra la autoridad y la enseñanza papal.


Obispos que frenan las iniciativas del Papa, los que dicen no cuando el Santo Padre dice sí, y dicen sí cuando él dice no.


Sacerdotes que predican doctrinas extrañas, que reniegan de la dignidad y el cometido de su ministerio, y los que lo han convertido en una mera defensoría de los derechos humanos.


Liturgistas que promueven la creatividad litúrgica intentando vaciar la Misa de su verdadero sentido.


Desacralizadores crónicos que procuran extraerle a la Iglesia toda señal de sobrenaturalidad.


Sedicentes católicos que viven acusando a la Iglesia de ser demasiado exigente y poco acomodada a los “tiempos actuales”.


Educadores “católicos” que trabajan en nuestras escuelas y universidades impartiendo orondos enseñanzas que están en las antípodas del pensar y el sentir de la Iglesia.


Charlatanes infatuados, de todos los estados de vida, que pululan en los medios de comunicación transmitiendo sandeces en relación a la vida de la Iglesia y a sus enseñanzas morales. “Opinadores” crónicos que no hacen otra cosa que asumir lo que han dado en llamar una “postura crítica” en pro de una Iglesia más conforme a sus distorsionadas ideas o a sus envenenadas intenciones.


Ecumenistas a todo trance, capaces de negociar hasta lo impensado en pos de una supuesta unidad.


Editoriales y librerías “católicas” que publican y difunden cuanta basura pueda tener repercusión, desacreditar al Papa, herir a la Iglesia, y aumentar sus ventas.


Todos, todos los que conforman esa suerte de quinta columna en la Iglesia deben saber que no les tenemos miedo, y que los católicos, estos pobres pecadores que en la tierra seguimos a Jesucristo guiados por Su Vicario hasta que Él vuelva, oponemos nuestra oración y nuestra acción a su malicia. Avanzan contra los más pequeños de la Iglesia blandiendo todo tipo de armas sofisticadas con ardides maliciosos, pero nosotros vamos en su defensa en nombre de Aquel que es Padre de las Misericordias y Señor de los Ejércitos. Han de saber que no podrán; que se han metido en las filas del gran Perdedor, del que ya ha sido vencido. Resta pedirles, por el bien de sus propias almas y para gloria de Dios, que cesen de hacer daño a la Iglesia de Cristo, y colocándose detrás del Sucesor de Pedro carguen su cruz y junto a nosotros sigan al Cordero dondequiera que vaya.


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jueves, 18 de febrero de 2010

Después de la tormenta, se acercan los nombramientos

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En este artículo de Palazzo Apostolico, el vaticanista Paolo Rodari traza un panorama de los próximos nombramientos en la Curia Romana. Parece confirmarse, cada vez más, el nombre del cardenal George Pell como Prefecto de la Congregación para los Obispos. Mientras que, en el dicasterio de Unidad de los Cristianos, el obispo suizo Koch sería el favorito.

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El plan “grandes nombramientos 2010” en el Vaticano está confirmado. La tormenta que afectó a la Curia Romana en las últimas semanas puso de relieve muchos “cables pelados”, muchas situaciones para valorar y profundizar ulteriormente y con la debida calma, pero no ha cambiado los escenarios en cuanto a new entry en los puestos de mando más cercanos al Pontífice.


Los ojos de todos están apuntando, desde hace tiempo, a la Congregación para los Obispos: es aquí, de hecho, donde se hace la Iglesia. Es aquí donde la clase dirigente del mañana es pensada e imaginada. De la actual dirigencia de la misma Congregación han salido los nombres de dos candidatos. Primero, el del nuncio apostólico en Italia, el experimentado y competente diplomático Giuseppe Bertello. Luego, el más “minimal”, del secretario de la Congregación, ex nuncio en España y Andorra, el monseñor portugués Manuel Monteiro de Castro. Pero quien despunta (la cosa ahora ya parece decidida) es el candidato del secretario de estado vaticano Tarcisio Bertone, y éste es el actual arzobispo de Sydney, George Pell. Él es conocido en Australia (región en los confines del orbe católico) por ser un decisionista, un arzobispo de pulso. Pero no tiene ninguna experiencia de la curia romana y eso no es algo de segundo plano para quien está llamado a convertirse en prefecto de los Obispos. De hecho, es también por este motivo que, en el Vaticano, está quien preferiría ver a Pell sucediendo al cardenal Ivan Dias en la Congregación de Propaganda Fide en lugar de al cardenal Re.


Respecto a la sucesión del prefecto de Clero, el cardenal brasileño Claudio Hummes, y del prefecto de Religiosos, el cardenal esloveno Franc Rodé, aún no se ha tomado ninguna decisión. A los religiosos hay quien planteó la hipótesis de que pueda llegar, desde la Congregación para las Causas de los Santos, el arzobispo salesiano Angelo Amato, pero esto está privado de confirmaciones reales. También porque Amato llegó a la Congregación de los Santos tan sólo un año y medio atrás.


En cambio, es más lineal la situación en los Pontificios Consejos para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y Cor Unum. En el lugar del cardenal Walter Kasper, el favorito es el obispo de Basilea Kurt Koch (“el único obispo suizo que no está en olor de herejía” dice, obviamente bromeando, un cardenal de la curia). Por otro lado, respecto a la sucesión del cardenal Paul Josef Cordes, hay que hacer otro discurso: el Papa escuchará el parecer de su compatriota alemán pero parece que, a pesar de los deseos del mismo Cordes, no pueda ser del todo extraña la idea de incorporar Cor Unum a Iustitia et Pax, el dicasterio guiado por el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson.


Hay gran movimiento también en torno a los nombramientos de dos de las diócesis más importantes de Italia: Milán y Turín. En Milán, los tiempos son un poco más largos respecto a Turín y, de hecho, la única certeza viene de las bases, es decir, del clero: son los sacerdotes quienes piden un obispo no sólo milanés sino también ambrosiano, que lleve consigo el amor por la Iglesia ambrosiana, por su gloriosa historia, de la que los cardenales Schuster, Montini y Colombo fueron un ejemplo, hasta hoy inolvidable.


En Turín, en cambio, la fecha de retiro del arzobispo Severino Poletto es cercana. Y una terna de nombres parece hoy estar delineada: también aquí está en pole position el candidato de Bertone, es decir, monseñor Giuseppe Versaldi, obispo de Alessandria. Pero crecen las figuras de Bertello (si no tuviera que ir a Obispos) y de Gianni Ambrosio, arzobispo de Piacenza-Bobbio.

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Fuente: Palazzo Apostolico


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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miércoles, 17 de febrero de 2010

Obispo anglicano se convierte al catolicismo

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Tiber

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Informa hoy el periodista Damian Thompson que el ex obispo auxiliar [anglicano] de Newcastle, Paul Richardson, ha sido recibido el mes pasado en la plena comunión con la Santa Sede en la capellanía de la Catedral de Dirham.


Paul Richardson desarrolló parte de su ministerio en Papúa Nueva Guinea [quizá la más enteramente anglo-católica de las “provincias” anglicanas] y en Australia.


En diálogo con Damian Thompson, reveló que su conversión no es producto de las últimas controversias. “Me hubiera hecho católico incluso si la Iglesia [anglicana] de Inglaterra no ordenara obispos mujeres”. “En un sentido, siento que es lo que siempre he sido, por lo que esto es como venir a casa”.


Richardson, de 63 años, no planea unirse a un Ordinariato, aunque no ha descartado la ordenación como sacerdote católico. “Uno no se aparece de pronto y dice ‘Quiero ser ordenado’. Creo que tengo que dejar que la Iglesia me guíe al respecto”.


Ahora vive en Londres, donde participa diariamente de la Misa en la Catedral de San Jorge, Southwark. “Estoy muy feliz de ser tan sólo un católico ordinario”.

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Fuente: Holy Smoke

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Haced dignos frutos de conversión

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Yo los exhorto a que se despierten y a que levanten sus ojos hacia el Sol de justicia. Quien duerme no puede contemplar el sol ni recrear sus ojos con la visión bajo la belleza de sus rayos. Todo lo que ve, lo ve entre sueños.


Por esto necesitamos confesar nuestros pecados y derramar muchas lágrimas, porque estamos pecando sin remordimiento, porque nuestros pecados son grandes y no merecen perdón. Muchos de los que me están oyendo son testigos de que no miento. Sin embargo, aunque no merezcan perdón, convirtámonos y obtendremos una corona.


Yo llamo “convertirse” no sólo a apartarse del mal pasado, sino – lo que es mejor – practicar en adelante el bien.


San Juan Bautista dice: Haced dignos frutos de conversión. ¿Cómo los haremos? Practiquemos las acciones contrarias. Como si dijera: ¿Has robado lo ajeno? Entonces ahora da hasta lo que te pertenece. ¿Has vivido mucho tiempo deshonestamente? Ahora sé casto con tu esposa, practica la continencia. ¿Has insultado o has herido a quien estaba a tu lado? Ahora bendice a los que te insultan, haz bien a los que te hieran.


Para nuestra salud no basta con arrancar el aguijón; también hay que aplicar la medicina sobre la herida.


¿En el tiempo pasado te has entregado a la gula y a la embriaguez? Ahora ayuna y bebe agua. Trata de arrancar el daño que te ha venido de ahí […]


Dice el Salmo: Apártate del mal y haz el bien. Y también: Que tu lengua cese de hablar mal y tus labios no pronuncien mentiras. Dínos ¿qué bien es ése? Busca la paz y persíguela. No sólo la paz con los hombres, sino con Dios. Ha dicho muy bien el Salmista: Persíguela, porque la paz ha sido arrojada, ha sido desterrada, y dejando la tierra se ha ido al Cielo. Sin embargo, si queremos, podemos hacerla volver. Basta que echemos de nosotros la soberbia y la arrogancia y todo lo que se opone a la paz, y nos abracemos con una vida sobria y humilde.

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San Juan Crisóstomo, “Homilías sobre San Mateo”

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martes, 16 de febrero de 2010

Proyecto de Ordinariato Personal en Australia

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Forward in Faith

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El pasado sábado publicábamos el discurso que Mons. Peter Elliot pronunció a los miembros de Forward in Faith Australia. En esa misma reunión fueron aprobadas cuatro resoluciones que sirven como indicativos de la posición de FiFA en cuanto a la posibilidad del establecimiento de un Ordinariato Personal en Australia.


Mientras que la Traditional Anglican Communion, desde su misma fundación, no pertenece al anglicanismo “oficial” (en comunión con Canterbury), Forward in Faith es una asociación internacional de anglo-católicos que no ha roto (¿aún?) sus lazos con el resto del anglicanismo.


Recordemos también que el mundo anglo-católico ha designado este próximo 22 de febrero, Fiesta de la Cátedra de San Pedro, como un día especial de oración y reflexión. Las iniciativas en torno a esta fecha se siguen multiplicando y haríamos bien en rezar por ellos.

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El sábado 13 de febrero se realizó una reunión general especial de los miembros de Forward in Faith Australia en All Saints Kooyong, en Melbourne, para considerar las siguientes recomendaciones del Concejo Nacional relativas a la futura dirección de la Asociación.


1. Que esta reunión general especial de FiFA recibe con gran gratitud la Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus del Papa Benedicto XVI y pide al Concejo Nacional que promueva por todos los medios el establecimiento de un Ordinariato en Australia. Además, esta reunión general especial reafirma su compromiso de proveer atención y apoyo a aquellos que, al momento, se sienten incapaces de ser recibidos en el Ordinariato.


2. Que damos una calurosa bienvenida al nombramiento del Obispo Peter Elliot como delegado de la Conferencia Episcopal Católica australiana en el proyecto de establecer un Ordinariato Personal en este país.


3. Que reconocemos la formación de un grupo de trabajo junto al Obispo Elliot que comprende miembros de Forward in Faith Australia, la Traditional Anglican Communion y la Iglesia Anglicana de Australia, para poner en movimiento los procesos necesarios para establecer un Ordinariato australiano.


4. Que informamos del establecimiento de los “Amigos del Ordinariato Australiano” e invitamos a los miembros de Forward in Faith Australia y a otras personas interesadas a que muestren su interés aportando nombres y direcciones a esta reunión, o contactando al presidente [de FIFA], sabiendo que esto no compromete a las personas interesadas a unirse al Ordinariato.


La reunión aprobó unánimemente cada una de estas resoluciones.


Rev. David Robarts OAM.

Presidente nacional.

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Fuente: Forward in Faith Australia


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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lunes, 15 de febrero de 2010

Importantes clarificaciones de Ecclesia Dei

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Carta Ecclesia Dei

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La Pontificia Comisión Ecclesia Dei ha respondido recientemente a algunas cuestiones importantes relativas a la aplicación del motu proprio Summorum Pontificum. Las preguntas fueron dirigidas por el moderador de los fieles adheridos a la Forma Extraordinaria de la diócesis de Rzeszów, Polonia. Las respuestas, no obstante, son de aplicación general. Presentamos el sumario de las mismas realizado por el blog The New Liturgical Movement.

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1. Si no hay otra posibilidad, debido por ejemplo a que en todas las iglesias de una diócesis las liturgias del Triduo Sacro están ya siendo celebradas en la Forma Ordianria, las liturgias del Triduo Sacro pueden ser adicionalmente celebradas en la Forma Extraordinaria en la misma iglesia en la que ya son celebradas en la Forma Ordinaria, si lo permite el ordinario local.


2. Una Misa en el Usus antiquior puede reemplazar a una Misa programada regularmente en la Forma Ordinaria. La cuestión se plantea en el contexto de que, en muchas iglesias, las Misas dominicales están programadas más o menos continuamente, dejando libres solamente espacios muy inconvenientes de media tarde, pero esto es meramente el contexto, siendo que la cuestión propuesta es general. La respuesta deja el asunto al juicio prudente del párroco, y pone énfasis en el derecho de un grupo estable a asistir a la Misa en la Forma Extraordinaria.


3. Un párroco puede programar una Misa pública en la Forma Extraordinaria por propia iniciativa (sin el pedido de un grupo de fieles) para el beneficio de los fieles, incluso de aquellos que no están familiarizados con el Usus antiquior. La respuesta de la Comisión aquí es idéntica al nº 2.

4. El calendario, las lecturas o los prefacios del Missale Romanum de 1970 no pueden sustituir a las del Missale Romanum de 1962 en las Misas en la Forma Extraordinaria.


5. Mientras que las lecturas litúrgicas (Epístola y Evangelio) tienen que ser leídas por el sacerdote (o diácono/subdiácono) como preven las rúbricas, puede ser leída después, también por un laico, una traducción al vernáculo.

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Fuente: The New Liturgical Movement


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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Cardenal Rodé: “La vida consagrada: en crisis”

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Card. Rodé con el Papa Benedicto XVI

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 El Cardenal Franc Rodé, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, habló recientemente en el Congreso diocesano de Nápoles sobre el tema “Interrogantes y desafíos para la vida consagrada”. Ofrecemos amplios extractos de esta conferencia, publicados por L’Osservatore Romano, donde el purpurado habla con franqueza sobre el actual estado de la vida religiosa.

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La crisis que atraviesan ciertas comunidades religiosas, sobre todo en Europa occidental y en Norteamérica, refleja la crisis más profunda de la sociedad europea y norteamericana. Todo esto ha secado las fuentes que han alimentado durante siglos la vida consagrada y misionera de la Iglesia. La cultura secularizada ha penetrado en el corazón de algunas personas consagradas y de algunas comunidades, y se ha confundido con un acceso a la modernidad y con una modalidad de acercarse al mundo contemporáneo, con todas sus consecuencias: seguimiento sin renuncia; oración sin encuentro; vida fraterna sin comunión; obediencia sin confianza; caridad sin trascendencia. Al contrario, la vida consagrada es creíble y fiable cuando los consagrados y las consagradas hacen lo que dicen, cuando viven lo que transmiten como palabra anunciada: evangelizan porque son evangelizados, transmiten la fe porque creen, difunden la caridad porque viven el mandamiento nuevo.


En este sentido, a los consagrados y a las consagradas se les pide la capacidad de referirse a Jesucristo, a su vida como exégesis del Dios invisible. En efecto, la vida consagrada sólo desempeña su tarea si es memoria viva de la existencia, de la acción y del estilo de Jesús: los religiosos están presentes en la Iglesia para encarnar, vivir y recordar a todos los gestos y los comportamientos que vivió Jesús en su vida humana y en su misión. En resumen, al asumir la forma vitae Iesu los consagrados “son signos”, son memoria viva del Evangelio.


Por lo tanto, vivimos en un tiempo en que como consagrados y consagradas nos sentimos interpelados por muchas preguntas y por muchos interrogantes. Los desafíos, como hemos observado, no provienen solamente del mundo externo, sino que surgen también de nuestro corazón, del seno de la vida consagrada, y son de índole y naturaleza distinta: disminución del número de vocaciones, su fragilidad, el envejecimiento que lleva a la incertidumbre del futuro, la formación inicial y permanente, la inculturación de los institutos en las realidades en las que viven, el testimonio límpido y coherente en las Iglesias particulares…


Según los datos del Anuario estadístico de la Iglesia, el 31 de diciembre de 2007 los sacerdotes diocesanos eran 272.431; los sacerdotes religiosos, 135.297; los hermanos religiosos, 54.956; las religiosas profesas, 746.814; los miembros no sacerdotes de institutos seculares, 665; las mujeres miembros de institutos seculares, 26.778: un total de 964.510 consagrados. Los números se refieren exclusivamente a los institutos de derecho pontificio.


Repasando los números a partir de principios del siglo XX, nos damos cuenta de que la vida consagrada vivió una parábola ascendente desde los primeros años del siglo pasado, en los que los religiosos – especialmente los institutos femeninos – se distinguieron sobre todo en el campo de la caridad. Esta expansión numérica – máxima en los años 1930-1950 – en Italia se tradujo también en una presencia territorial capilar, vinculada a su vez al testimonio de la caridad, y llena de obras asistenciales y educativas, a menudo unidas al compromiso parroquial directo.


Esa parábola numérica ascendente alcanzó su culmen en la década de 1970. Desde ese momento se caracterizó por cierto cansancio de proyectos después del tiempo del inmediato post-concilio, rico en experimentos, pero pobre en cuanto a proyectos sólidos y convincentes. Además, junto con la reducción numérica de nuevos miembros y la crisis vocacional, comenzó a ser evidente la dificultad para garantizar el normal recambio generacional, y, por consiguiente, se hizo necesario redefinir las estructuras, redistribuir y cerrar algunas comunidades, con lo cual se dibujó una nueva y distinta geografía de las presencias.


Los consagrados y las consagradas, especialmente en el mundo occidental, en Europa y en Norteamérica, tienen una media de edad bastante elevada: por lo general, más de sesenta años, con picos de setenta y ochenta. Desde un punto de vista sociológico, no se puede negar que esta situación es negativa, puesto que al envejecimiento va unido el consiguiente desafío del abandono de las obras y el cierre de los institutos. Esto conlleva también problemáticas internas ulteriores, que conciernen a la inserción de las nuevas vocaciones en comunidades ancianas, con las obvias dificultades de integración, aceptación y participación, diversidad de experiencias de vida y de exigencias concretas, y dificultad en la socialización.


Frente a estos datos, por un lado es necesario no pensar únicamente en términos de número y de edad. La vida de los consagrados y las consagradas, para ser válida, no requiere una multitud; y para probar su validez no son indispensables los grandes números. Es necesario cuidar la calidad de la vida consagrada, no sólo la cantidad, y esto debe caracterizar y dar sentido a nuestra vida. Es urgente que nos volvamos a abrir al misterio de Cristo Señor, al realismo inaudito de su Encarnación; que superemos el egocentrismo en el que con frecuencia los institutos se encuentran encerrados, para abrirnos a proyectos comunes, en colaboración con otros institutos, con las Iglesias particulares y con los fieles laicos.


No pocos institutos han intentado resolver el problema de la escasez o falta de nuevas vocaciones con “vocaciones extranjeras”: sobre todo de África, de la India y de Filipinas. En situaciones de crisis es fácil buscar atajos engañosos y dañinos, tratar de rebajar los criterios y los parámetros para entrar en la vida consagrada y para seguir en la formación inicial y permanente. El discernimiento vocacional debe ser serio y cuidadoso. La formación debe ser sólida, completa y personalizada. Es preciso que nuestras comunidades sean capaces de formas a personas apasionadas. En un tiempo tan difícil y atormentado, la formación debe ser la mejor posible; ha de abarcar todas las dimensiones de la persona: humana, cultural, religiosa y carismática. El consagrado y la consagrada deben ser personas completas y preparadas para afrontar todos los desafíos que la cultura y el mundo lanzan a la Iglesia y a la vida consagrada. Tampoco en este caso son lícitos los atajos o los trucos: no sólo paga las consecuencias la persona, sino también el instituto y la Iglesia. Por lo tanto, la formación deberá acompañar en la experiencia viva de la sequela Christi, según el estilo de vida propio de cada instituto, en el dinamismo y la complejidad del mundo y la sociedad actual.


También es necesario recordar que de modo especial los jóvenes son muy sensibles a la influencia del ambiente y de la sociedad en que viven; de alguna manera son más vulnerables. Muchos de ellos viven determinados por la emoción y la provisionalidad, y dominados por la dictadura del relativismo para la cual todo, siempre, es susceptible de una negociación, todo es sospechoso, y alimenta incertidumbres, inseguridades e inestabilidad. Muchos corren el riesgo de verse seducidos por la cultura del part time y del zapping, que lleva a no saber acoger y asumir compromisos a largo plazo, y a pasar de una experiencia a otra, sin ser capaces de profundizar. La seducción de una cultura light es concreta, genera vidas “a la baja” y conlleva la incapacidad de compromiso, de sacrificio y de renuncia. Es evidente como todo esto contrasta con la exigencia de la “alta medida” de la vida cristiana. Si la formación no logra superar estos obstáculos generamos personas sin entusiasmo, consagrados cansados, resignados, frustrados, personas que no son capaces de proseguir el camino vocacional o que lo interrumpen y dejan los institutos sin ni siquiera conocer sus propias motivaciones. Sin una propuesta carismática, interesante y atractiva, resulta difícil el proceso de identificación vocacional. La debilidad de las propuestas convoca un desarrollo de identidades seguras y confusas. Volver a los carismas de los fundadores es uno de los elementos decisivos de la identidad de los institutos.


Es urgente cambiar la mentalidad y considerar estos desafíos, aunque sean arduos, no como dificultades u obstáculos, sino como un nuevo kairós, un tiempo de gracia en el que está presente el soplo vivificante del Espíritu. Es preciso tomar conciencia de que somos una alternativa a la cultura dominante – que es cultura de muerte, de violencia, de abuso – con el testimonio gozoso de que somos portadores de vida y de esperanza. En un mundo completamente mercantilizado debemos ser testigos de que el único valor es la dignidad de la persona humana rescatada por la gracia de Cristo. La verdadera libertad no es la ausencia de reglas sino la obediencia a la voz del Padre que nos llama a ser hijos y libres en Jesucristo, en la alegría de vivir según las Bienaventuranzas evangélicas. El sentido de la vida no lo dan las cosas sino la adhesión a una Persona, nuestro adorable Salvador. Es preciso comprender y reconquistar el valor de ser levadura en la masa, signo de profecía y de esperanza. El problema no es la masa, sino la calidad de la levadura que debe fermentarla.


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Tomado de: L’Osservatore Romano; Edición semanal en lengua española; 7 de febrero de 2010.

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domingo, 14 de febrero de 2010

Parece ser historia

La Conferencia Episcopal de Holanda ha decidido “hacer cumplir todas las reglas” en lo referido al destino del dinero aportado por los fieles. Por esto, la agencia “Solidaridad” ha decidido “romper todo vínculo” con los obispos holandeses con los que venía trabajando desde hace cuarenta años. Una excelente noticia.

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“Solidaridad”, una agencia holandesa de desarrollo que trabaja en Latinoamérica, ha roto todo vínculo con los obispos holandeses después de que la Conferencia episcopal buscara tener certeza de que los programas de ayuda de la agencia no estén en conflicto con la enseñanza de la Iglesia.


“Los obispos están exigiendo la última palabra acerca de cómo usar el dinero, y sus políticas están sujetas por el chaleco de fuerza de la ortodoxia”, dijo el director de Solidaridad, Nico Roozen. “La moralidad de la Iglesia crea problemas importantes en áreas como el combate contra el SIDA y las políticas adecuadas de población. Las posturas de la alta Iglesia acerca del lugar de la mujer en la Iglesia y en la sociedad o acerca de la homosexualidad son factores que limitan la emancipación. Cierto tipo de permisión ahora parece ser historia. Una vez más se están haciendo cumplir todas las reglas”.


Solidaridad se describe a sí misma como “una aventura conjunta de las iglesias holandesas, y su consejo incluye representantes de la Iglesia Católica, de la iglesia protestante en Holanda y de distintas iglesias más pequeñas como los vetero-católicos, la iglesia menonita y la hermandad remonstrante”. Seis de los once miembros del consejo de la organización son representantes de la Iglesia Católica, según un reciente informe anual.

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Fuente: Catholic Culture


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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sábado, 13 de febrero de 2010

Comprendiendo la oferta del Papa a los anglicanos tradicionales

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Presentamos nuestra traducción de la conferencia impartida hoy por Mons. Peter Elliot, obispo auxiliar de Melbourne y delegado para la implementación de “Anglicanorum coetibus” en Australia, a los miembros de Forward in Faith de esa nación.

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Los anglicanos ya no pueden hablar de “cruzar a nado el Tíber” [“swimming the Tiber”, frase que se suele usar para referirse al ingreso a la Iglesia Católica]. El Papa Benedicto XVI ha construido un noble puente, símbolo elegido como ilustración de la tapa de la edición de la Catholic Truth Society de la Constitución Anglicanorum coetibus. Hoy quiero describir hacia dónde conduce ese puente.


Ya he sintetizado la oferta papal como “unidos en comunión, pero no absorbidos”, palabras que tienen resonancias de la visión ecuménica del pasado reciente, particularmente la era del Papa Pablo VI y el Arzobispo Michael Ramsey. Ahora, “unidos en comunión, pero no absorbidos” se realiza en “un Ordinariato Personal para los anglicanos que deseen entrar en la comunión plena con la Iglesia Católica”, usando las palabras del Santo Padre en su Constitución Apostólica Anglicanorum coetibus.


Definiendo un “Ordinariato personal”


Anglicanorum coetibus establece una comunidad particular para los Anglicanos que elijan regresar a la unidad con el Sucesor de Pedro. Pero no es correcto llamar a esto un “ordinariato de rito anglicano”. Una mejor expresión sería un “ordinariato personal de uso anglicano”, es decir, una comunidad estructurada que mantiene sus propias tradiciones, al mismo tiempo que goza de privilegios litúrgicos particulares dentro del Rito Romano. Para comprender la estructura propuesta, podemos compararla con estructuras similares que ya existen dentro de la Iglesia Católica.


El Ordinariato militar


El Ordinariato de Uso Anglicano propuesto puede compararse con el Ordinariato militar ya establecido en muchos países, incluidos Australia, el Reino Unido y los Estados Unidos. La Iglesia Anglicana de Australia tiene una estructura similar. Anglicanorum coetibus hace referencia a esta estructura en la nota al pie número 12.


Un Ordinariato militar es un tipo de diócesis que cubre un país entero pero también está presente en lugares fuera del país, donde trabaja el personal militar, tales como Afganistán o Timor Oriental. El obispo de las fuerzas armadas ejerce una jurisdicción ordinaria sobre los capellanes militares y los miembros católicos de las fuerzas armadas – dondequiera que estén. Por esto, su ministerio está en relación directa con las personas, y es más personal que territorial.


Sin embargo, la estructura propuesta en Anglicanorum coetibus para el Ordinariato Personal de Uso Anglicano es más cercana a una diócesis territorial. Podrían existir distintos ordinariatos en un país, lo que no es el caso con la estructura militar. Por consiguiente, para comprender mejor un Ordinariato de Uso Anglicano, dirijamos nuestra mirada a los venerables y antiguos Ritos Orientales que conviven dentro de la Iglesia Católica, propiamente llamados Iglesias Católicas Orientales.


Una Iglesia: Oriente y Occidente


Estas Iglesias autónomas están en comunión con Roma, pero sus miembros no son “católicos romanos”, es decir, no son católicos del Rito Romano. Necesito exponer algo esencial que muchos anglicanos no comprenden: la Iglesia Católica no es una estructura monolítica. Es una comunión de Iglesias, guiadas por obispos que están en comunión con el Obispo de Roma y entre sí, miembros de un único colegio apostólico. Esta unidad de comunión de iglesias locales o particulares está expuesta en la Constitución Dogmática sobre la Iglesia promulgada por el Concilio Vaticano II(LG 23).


Cada diócesis es una “iglesia particular”, gobernada por un sucesor de los apóstoles. Por esto es que hablamos de la Iglesia de Roma, la Iglesia de Melbourne, la Iglesia de Washington, etc. A través de un origen complejo en los tiempos apostólicos, la mayoría de estas iglesias particulares están hoy agrupadas juntas dentro del Rito Romano. No sólo están en comunión con la Iglesia de Roma, la Sede de Pedro, sino que también usan la liturgia de Roma. Los miembros de estas iglesias particulares son conocidos como católicos romanos, o católicos del Rito Romano, o católicos latinos.


Al mismo tiempo, muchas otras iglesias particulares están agrupadas dentro de una serie de antiguos Ritos Orientales, también en comunión con Roma, pero con liturgias apropiadas a sus orígenes: sirios, griegos, egipcios, armenios, etc. Sus miembros son católicos ucranianos, católicos maronitas, católicos coptos, etc. No son católicos romanos. Es por esto que está mal ponernos a todos juntos y llamar a todos los que están en comunión con Roma como “católicos romanos”. Yo puedo referirme a mí mismo con ese término, pero mi hermano católico ucraniano no debería describirse a sí mismo como católico romano – y no lo hará. Para resumir, dentro de la Iglesia Católica existe una amplia gama de católicos y de comunidades.


Diócesis y eparquías


Si miramos con más atención a estas Iglesias Católicas Orientales, encontramos primero las típicas diócesis territoriales en el país de origen: Ucrania, Egipto, Líbano, Siria, India, Irak, etc. Pero luego encontramos un segundo tipo de diócesis para aquellos miembros de estas iglesias que han emigrado y que ahora están diseminados en otro país como Canadá o Australia. Este tipo de diócesis es a menudo – no siempre – llamado eparquía.


En una eparquía, un obispo de rito oriental tiene jurisdicción sobre el clero y los fieles laicos de su rito, dentro de un país o dentro de una región en un país grande como Canadá. Por ejemplo, el obispo ucraniano católico que tiene su catedral en North Melbourne es el obispo de la Eparquía de los Santos Pedro y Pablo, Australia. Tiene jurisdicción ordinaria sobre todos los ucranianos católicos en Australia. Su gente es también conocida como “greco-católicos”, porque celebran la liturgia de Constantinopla, el Rito Bizatino.


El mismo tipo de estructura se aplica también a la diócesis maronita de San Marón, la diócesis caldea de Santo Tomás y la Eparquía de San Miguel Arcángel para los católicos melquitas, todos con base en Sydney. El territorio de estos obispos coexiste con las diócesis de Rito Romano en Australia, y los obispos son miembros de la Conferencia Episcopal Australiana.


El Ordinariato de Uso Anglicano


El Ordinario de un Ordinariato Personal de Uso Anglicano será como un eparca, teniendo jurisdicción sobre y el cuidado pastoral de una serie de parroquias, “jurídicamente comparable a una diócesis”. Pero “enseñará, santificará y gobernará” dentro de la tradición occidental, el Rito Romano, y éste es el desarrollo nuevo e interesante en Anglicanorum coetibus. Existe también otra semejanza cercana entre los Ordinariatos Personales de Uso Anglicano y las eparquías católicas orientales. Puede describirse como un “ethos” distintivo basado en una tradición litúrgica y en una amplia gama de costumbres, historia, espiritualidad y cultura, sin olvidar los vínculos personales entre las personas y las familias. En vuestro caso, esto será el patrimonio anglicano. Nos dedicaremos con más atención a esto a su debido tiempo.

En plena comunión con el Sucesor de San Pedro, los miembros de cada Ordinariato Personal se reunirán en comunidades distintivas que preserven elementos del culto, la espiritualidad y la cultura anglicana que sean compatibles con la fe y la moral católicas. Los miembros de un Ordinariato podrán dar culto según su propio “uso” litúrgico, siendo católicos de Rito Romano. Por eso, en el Ordinariato, seréis “católicos romanos” o “católicos latinos”, parte del grupo más grande en la Iglesia Universal. Al mismo tiempo, como los católicos de rito oriental, seréis portadores de una tradición distintiva y respetada. Vuestros ordinarios, obispos o sacerdotes, trabajarán junto a los obispos de las diócesis de Rito Romano y los obispos de las eparquías y diócesis de Rito Oriental, teniendo su lugar dentro de la Conferencia Episcopal de cada nación o región.


“Unidos…”


Cuando Anglicanorum coetibus fue publicada, una mujer anciana se acercó a su párroco y le dijo: “Padre, ¿ahora somos todos católicos romanos?”. Por supuesto que no es tan simple, y no debe serlo. El ingreso a la comunión plena con Roma por medio de un Ordinariato implica una decisión personal y un proceso sacramental. Esta decisión por la unidad implica la aceptación del cuidado pastoral y de la autoridad que Cristo confió a los sucesores de San Pedro.


La decisión de ser reconciliado a través de un Ordinariato sólo puede hacerse siguiendo la propia conciencia, es decir, después de oración, estudio y reflexión. Éste es un paso de fe en Jesucristo y en Su Iglesia. Implica aceptar todas las enseñanzas de la Iglesia acerca de la fe y de la moral.


Un asentimiento personal de fe con estas características necesita ser formado e informado. Por usar una expresión anglicana, por favor “leer, anotar, aprender y asimilar interiormente” el Catecismo de la Iglesia Católica. Éste compendia la Fe “que nos fue dada”, comprendida en la única Palabra de Dios que viene a nosotros – como enseña el Concilio Vaticano II – por medio de la Escritura y de la Tradición.


La unidad en la fe es preservada y animada por la unidad con el Vicario de Cristo en la tierra y con los obispos del colegio apostólico reunidos en torno a él. Sin embargo, necesitamos considerar la dimensión práctica de la unidad, la disciplina de la Iglesia y sus leyes. Éstas están establecidas para los católicos de Rito Romano – incluyendo a los miembros de los ordinariatos – en el Código de Derecho Canónico de 1983, una nueva versión del Código de 1917, revisado a la luz del Concilio Vaticano II y de las reformas desarrolladas después del Concilio.


Algunos anglicanos pueden sentir preocupación ante la perspectiva de quedar bajo el derecho canónico, pero el código es también un estatuto detallado de nuestros derechos como clérigos y laicos. La autoridad de los obispos está regulada por el código. En esta perspectiva, el código puede ser llamado la “constitución” de la Iglesia. Sin embargo, necesito ser franco acerca de un área relevante del código, el tema del matrimonio.


En esta área, el Código es preciso, manteniendo lo que una vez fue sostenido dentro del anglicanismo, la enseñaza de Cristo acerca de la indisolubilidad del matrimonio. El Código guía a los tribunales diocesanos y los tribunales superiores en Roma, tales como la Rota y ciertas Congregaciones vaticanas. Por tanto, las personas casadas, clérigos o laicos, que quieran ingresar en el Ordinariato necesitan saber que no pueden ser reconciliados con la Iglesia como miembros del Ordinariato hasta que sus situaciones matrimoniales irregulares sean aclaradas por medio de los tribunales diocesanos. La unidad en Cristo para las personas casadas implica la unidad en Su Sacramento del Matrimonio. El acceso a los tribunales es fácil, y estos trabajan siguiendo líneas pastorales.


Junto con el Código de Derecho Canónico, la vida sacramental, pastoral y administrativa del Ordinariato estará regulada por leyes y estatutos internos. Las estructuras administrativas requeridas están ya establecidas en las Normas Complementarias que acompañan la Constitución. Aquí nuevamente encontramos semejanza entre el Ordinariato y la Iglesia Católica Oriental autónoma. Pero existe un Código de Derecho Canónico distinto para las Iglesias Orientales, que protege sus tradiciones, costumbres y disciplina sacramental.


“Pero no absorbidos”


Algunos críticos de Anglicanorum coetibus han percibido la semejanza entre los Ordinariatos y las Iglesias Católicas Orientales. Ellos desestiman la generosa oferta del Papa como “uniatismo”, es decir, como una “unidad” impuesta por la sumisión al imperialismo papal. Los católicos evitan el polémico término “uniata”. Los católicos de rito oriental lo hallan muy ofensivo. Este término sugiere que todas sus Iglesias rompieron con las antiguas Iglesias y regresaron a la jurisdicción del Papa por razones oportunistas, políticas o económicas. Los católicos maronitas, particularmente, se sienten molestos por esta retórica, dado que ellos nunca estuvieron separados de Roma. Pero los católicos orientales saben que la libertad, autonomía y tradiciones que ellos valoran son protegidas por la unidad con Roma.


Al estudiar la interesante historia de los proyectos de reunificación de Roma y Canterbury, algunos olvidados o silenciados, encontramos propuestas que ahora están incluidas en Anglicanorum coetibus, resumidas en la frase querida al Papa Pablo VI y al Arzobispo Ramsey, “unidos pero no absorbidos”. Es por esto que dije en un artículo reciente: “no llegáis a los Ordinariatos con las manos vacías. Como aprendí cuarenta años atrás, no perderéis nada, sino que recuperaréis una herencia que nos fue robada cuatro siglos atrás. Esa herencia que fue recuperada en gran parte por los gigantes del Movimiento de Oxford. Creo que ellos nos sonríen en este momento…”.


¿Qué es precisamente esta “herencia que nos fue robada cuatro siglos atrás”? Es el “ethos” distintivo de la entera tradición del catolicismo inglés, desde los británicos-romanos y los cristianos irlandeses hasta la Reforma. Lo vemos avanzando en dos direcciones.


En primer lugar, el desarrollo subsiguiente del catolicismo a la luz de los Concilios de Trento, Vaticano I y Vaticano II, primero mantenido en secreto por los “recusantes” y luego por los católicos ingleses del Rito Romano que recibieron la emancipación en 1929. El Venerable John Henry Newman se unió a estos fieles en 1845. La heroica historia de esta gente está marcada por la continuidad. Ellos mantuvieron con valentía lo que hubiera sido parte de la vida cristiana si la comunión con el Sucesor de Pedro no se hubiera roto en la Reforma. Mi propia experiencia de la Iglesia Católica en Inglaterra ha sido la de una comunidad acogedora, un crisol anglo-irlandés (o actualmente, anglo-polaco), pero distintivamente inglés en cultura, espiritualidad e identidad.


Al mismo tiempo, vemos el desarrollo paralelo, vuestra herencia que la Anglicanorum coetibus reconoce, honra y busca mantener. Dentro de la estructura del “Anglican Settlement”, los anglicanos con convicciones católicas buscaron mantener, enriquecer y restaurar la continuidad, a menudo con gran costo. Pensamos en los “caroline divines”, los episcopalianos escoceses, los Wesleys, y los profesores y héroes del movimiento de Oxford: hombres como Keble y Pusey, sacerdotes de la Sociedad de la Santa Cruz, hombres y mujeres valientes que formaron comunidades religiosas, clérigos abnegadamente comprometidos en el servicio de los pobres que buscaron alcanzarles la justicia social y una visión del Reino a través de un bello culto católico. No olvidemos la genialidad de Dom Gregory Dix, Michael Ramsey, C.S. Lewis, Eric Mascall, T.S. Eliot y Dorothy Sayers. Toda esta herencia puede enriquecer una unidad de fe compartida por todos los católicos de habla inglesa. El puente sobre el Tíber conduce a esta unidad.


Como indica Anglicanorum coetibus, cada Ordinariato Personal ha de estar en interrelación con los demás católicos del Rito Romano y de los Ritos Orientales. No se trata de un tipo de parque nacional para una especie rara y en peligro. Así y todo, creo que, al fin de cuentas, las únicas comunidades significativas con auténtica tradición del movimiento de Oxford que quedarán en la tierra habrán de encontrarse en los Ordinariatos Personales dentro de la Iglesia Católica.


Otros anglicanos


Al mismo tiempo, sabemos que muchos anglicanos evangélicos también están siguiendo sus conciencias y tomando decisiones bajo la Palabra de Dios en la Escritura. Nuestra comprensión de la Palabra de Dios puede ser diferente de la suya porque incluimos la Tradición junto con la Escritura como única Palabra de Dios. Al mismo tiempo honramos su fidelidad a la Biblia, fidelidad a los grandes dogmas de la Encarnación, la Redención y la Resurrección, a las verdades del Evangelio y a las enseñanzas morales de Jesucristo. Algunos evangélicos están enviando mensajes de aliento a los anglo-católicos que consideran unirse a un ordinariato. No crean que porque en algunos lugares ellos tienen un mayor número están exentos de los sentimientos de pena, dolor, escándalo y rechazo que vosotros habéis sufrido.


Un difícil problema en el presente es seguramente el resolver la tensa relación con los anglicanos ordinarios. Sí, he oído comentarios hirientes contra los que consideran el Ordinariato (“No pueden tenerlos…”, etc.). Pero también he oído palabras de buena voluntad y comprensión. Esperemos y recemos para que prevalezcan la amabilidad y el respeto mutuo.


Si elegís el Ordinariato, el desafío será mantener las puertas abiertas, no establecer clubes o camarillas. Por medio de los ordinariatos establecidos podréis alcanzar con el amor de Cristo a otro grupo, ese desconocido número de anglicanos tradicionales desconcertados y a la deriva. Pero también respetemos a aquellos anglicanos tradicionales que elijan continuar en sus propios círculos. Algunos de ellos deslizan comentarios poco caritativos o recurren a lógicos manotazos, incluso considerando con sospecha la oferta papal. Pero “la pelota está en su campo”. El desafío es: “Bueno, hermanos y hermanas, ¿dónde estáis ahora y hacia dónde os dirigís?”. Rogad por ellos al tiempo que rogáis por todos los que consideran hacer ese corto pero decisivo viaje a través del puente de la Anglicanorum coetibus.


Mi apelación final es que podáis dejar de lado la angustia y las polémicas acerca de la agenda liberal que al presente divide la Comunión Anglicana. Uno de los efectos de la unidad con Roma por medio del Ordinariato debiera ser la libertad del pasado reciente y una sanación de la memoria y paz interior. Jesucristo nos llama a la paz y a un renovado compromiso con Su Misión, sobre todo en el ministerio de la caridad para con los pobres y con el llevar la Buena Noticia a los espiritualmente pobres de nuestra sociedad secularizada. Todas las estructuras en la Santa Iglesia deberían servir a esta gloriosa causa de Su Reino. A Él elevamos nuestros ojos al tiempo que miramos hacia delante en oración y esperanza.


Un epílogo: La futura Liturgia de los Ordinariatos


Anglicanorum coetibus autoriza a los Ordinariatos a usar los libros que contienen la herencia litúrgica anglicana: “a fin de mantener en el interior de la Iglesia Católica las tradiciones espirituales, litúrgicas y pastorales de la Comunión Anglicana, como don precioso para alimentar la fe de sus miembros y como un tesoro para compartir”. Prestad atención a esas últimas palabras. Lo que esa liturgia distintiva “de rito anglicano” de los Ordinariatos ha de ser, todavía debe trabajarse. Cuando el proyecto esté completado, necesitará el reconocimiento de la Santa Sede. Pero ahora podría ser interesante cierta especulación.


Considerando su historia y su fuerte influencia en las primeras ediciones del Book of Common Prayer, el Rito Sarum podría ser una fuente importante. La Reina María I publicó una edición nacional del Misal Sarum para reemplazar a aquellos misales de uso diocesano que fueron quemados cuando apareció el primer Book of Common Prayers en 1549. Por consiguiente, el Uso Sarum fue la última versión del Rito Romano en Ignlaterra hasta que el universal Missale Romanum fue autorizado por San Pío V en 1570. A fines del siglo XIX, cuando la Catedral de Westminster fue construida, se propuso que el Rito Sarum fuera revivido como uso propio de la Catedral. Nada surgió de este proyecto, perdido – sospecho – en las corrientes cruzadas de las controversias litúrgicas y en una tendencia ultramontana de estandarizar la liturgia según las líneas de la Contrarreforma, incluso hasta de la forma de las casullas.


Las distintas ediciones del Book of Common Prayer obviamete tendrán influencia en la preparación de este uso para los Ordinariatos. Pero es necesaria una llamada de atención. La prosa de Cranmer es majestuosa, pero toda su doctrina no es sólida. Se necesitará alguna edición para con las expresiones que no están en armonía con la fe católica, particularmente aquellas que vienen de la edición ampliamente protestante de 1552 del Book of Common Prayer. En los círculos anglo-católicos ya habéis intentado tratar estos asuntos como puede verse en el Misal Inglés y en el Misal Anglicano.


Os doy un ejemplo que me preocupa como teólogo de los Sacramentos. “Haced esto en recuerdo mío” no debiera aparecer nunca en un rito católico. “Haced esto en memoria mía” es una traducción más adecuada de los idiomas originales y nos aleja del “recuerdismo”. El significado de la Eucaristía como el gran memorial sacrificial está establecido en el Catecismo de la Iglesia Católica (1362-1367).


El próximo año, una nueva traducción al inglés del Misal del Rito Romano entrará en vigor. El uso de un inglés más poéticamente elegante significará que la belleza del lenguaje utilizado en los Ordinariatos no chocará con la “traducción” banal e imprecisa que actualmente usamos.


Dejadme añadir que un “uso anglicano” se sumará a la diversidad de usos que ya existe dentro del Rito Romano, comenzando con las dos formas: “ordinaria” (Novus Ordo”) y “extraordinaria” (Usus Antiquior, Liturgia tradicional en latín), e incluyendo los esfuerzos por revivir los usos de las órdenes religiosas y los usos regionales. En Milán existen ahora dos formas del venerable Rito Ambrosiano, ordinaria y extraordinaria. Sobre esta variedad se informa de vez en cuando en la página New Liturgical Movement, también un indicador del proyecto y la visión litúrgica de Benedicto.


Un sueño mío es que las iglesias de los Ordinariatos resuenen con buena música – desde Stanford a Palestrina, desde Vaughan Williams a Bruckner. Necesitamos el estilo de música que dé mayor gloria a Dios y que sea “un tesoro para compartir” con todos los católicos.

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Fuente: One Timothy Four


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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