sábado, 30 de mayo de 2009

La confesión de un Obispo francés

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Maurice Gaidon

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El obispo francés Maurice Gaidon, emérito de Cahors, ha publicado hace algunos meses un libro que ha sorprendido por la claridad de su análisis y la sinceridad de sus afirmaciones. Allí, el anciano prelado realiza un balance de su ministerio y hace una fuerte crítica de un modo de gobierno episcopal que, por desgracia, se repite con frecuencia y que es potenciado por el mal funcionamiento de muchas conferencias episcopales. Ofrecemos a continuación la traducción al español de unos breves extractos.

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“¿De dónde proviene esta impresión de extraño letargo que percibo en el contacto con nuestras comunidades desorientadas, de nuestros sacerdotes desencantados, y de mis hermanos obispos por el temeroso silencio en nuestras asambleas?”


“Yo pienso que a nuestro lenguaje le falta vigor y que el espíritu profético está demasiado ausente de nuestros textos, sabiamente medidos y dignos de resoluciones votadas al final de «meeting radical-socialistas». [...]. Un texto se diluye cuando es revisado y corregido en una asamblea de un centenar de miembros, algunos de los cuales no hablan nunca mientras que otro toman la palabra sin complejos. En una asamblea infiltrada, en parte, por “grandes mitras” que preparan cuidadosamente ciertas elecciones y se reparten los “puestos clave” del episcopado. [...]. Nosotros no queremos salir de un tono conciliador y buscamos, en primer lugar, el consuelo de un blando consenso en los campos más sensibles, como son los problemas de moral conyugal y las cuestiones de bioética. Ya había encontrado estas indecisiones al momento de la ley sobre el aborto y constaté que no estábamos listos para cruzar la espada contra los políticos. Siento la misma impresión cuando el gobierno se prepara a abrir los debates sobre los contratos de unión entre dos personas del mismo sexo. ¿De dónde surge este miedo si no dudamos en hacer oír nuestra voz en otros problemas sociales?”


“Y algunos de nosotros no terminan de tejer alabanzas a este régimen digno de elogios… lo que es un colmo. No tenemos que alabar a un régimen que trata a la Iglesia con tanta desenvoltura y no pierde ocasión de poner obstáculos a la difusión del mensaje cristiano. No debemos incensar a un poder político cuyo liberalismo moral contribuye a degradar el clima de nuestra sociedad. [...]. No debemos olvidar tan velozmente elecciones legislativas que han llevado a la banalización del aborto. [...]. Pagaremos caro y largamente estas decisiones, a las cuales hemos opuesto una resistencia realmente mediocre y un discurso sin aristas vivas ni acentos vigorosos”.


“He vivido mal la reforma litúrgica, impuesta en el plazo de un domingo y con un autoritarismo clerical insoportable. [...]. Tengo la impresión de haber vivido estos años como una lenta deriva, impulsada por las modas y por los lenguajes establecidos en nuestro universo clerical, y de reencontrarme, a la hora de mi última etapa, en un doloroso desconcierto, invadido por el sentimiento de haber padecido pasivamente las tomas de posición y las decisiones de mis hermanos en el episcopado y de haber seguido con ellos la corriente de compromisos, en lugar de usar el lenguaje áspero y profético de los testigos y anunciadores de una Palabra que es una espada”.


“La esperanza no tiene nada que ver con un optimismo al mando que reina con demasiada frecuencia en las oficinas eclesiásticas que yo frecuento”

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Fuente: Messainlatino.it


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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viernes, 29 de mayo de 2009

Summorum Pontificum: también para el Rito Ambrosiano

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Carta de Ecclesia Dei

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La Pontificia Comisión Ecclesia Dei, en una carta firmada por su Vicepresidente Mons. Camille Perl, ha confirmado que las disposiciones del Santo Padre Benedicto XVI en el Motu Proprio "Summorum Pontificum" pueden aplicarse también para la celebración de los otros ritos latinos, incluyendo el rito Ambrosiano antiguo. Ofrecemos a continuación nuestra traducción de la carta de Mons. Perl que marca un importante desarrollo en esta cuestión.

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Reverendo Padre:

Su carta del 7 de enero de 2009 ha tenido nuestra atención pero aún esperaba una respuesta. Usted expresa el deseo de "recibir el consuelo de una aprobación a la posibilidad de que también los estudiantes ambrosianos que lo soliciten puedan disfrutar los beneficios garantizados por el Sumo Pontífice en el Motu proprio "Summorum Pontificum".


Si bien es cierto que el Motu proprio del Santo Padre no menciona explícitamente el rito Ambrosiano, tampoco excluye los otros ritos latinos; si la voluntad del Sumo Pontífice vale para el rito Romano, considerado el superior en dignidad, en consecuencia, tanto más para los otros ritos latinos, incluyendo al Ambrosiano.


Deseando las bendición del Señor sobre su trabajo pedagógico, Lo saludo fraternalmente.


Camille Perl

Vice-Presidente

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Fuente: The New Liturgical Movement


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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miércoles, 27 de mayo de 2009

¿Visita vaticana a Econe para el 29 de junio?

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castrillon-hoyos

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Por medio del blog Frates in Unum, que a su vez remite a un artículo francés del Abbé Claude Barthe, tomamos conocimiento de un rumor según el cual el cardenal Darío Castrillón Hoyos, presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, visitaría en Econe a la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, el día 29 de junio próximo.


Según el Abbé Barthe, el Cardenal Castrillón coronaría de este modo su gran labor al frente de esta Comisión ya que pocos días después, el 4 de julio, llegará a la edad de 80 años. De hecho, ya hace algunos meses que se viene hablando de una inminente renuncia del Cardenal Castrillón, que se suma a la anexión de Ecclesia Dei a la Congregación para la Doctrina de la Fe, anunciada por el Papa en su carta a los obispos, y al cargo vacante de Secretario de esta Comisión luego de la triste noticia del fallecimiento de mons. Mario Marini.


El reconocido autor del artículo informa que, para ese día, están programadas en Econe las ordenaciones sacerdotales presididas por Monseñor Bernard Fellay. Si bien esto podría parecer en principio un claro obstáculo para que este rumor se concrete, Barthe recuerda un importante precedente: el 8 de diciembre de 1987, al terminar la visita canónica a las casas de la FSSPX por mandado del Santo Padre Juan Pablo II, el cardenal Gagnon presidió (los liturgistas lo califican como "asistencia al trono", aclara Barthe) una Misa pontifical celebrada por monseñor Marcel Lefebvre. Ahora bien, en aquella época, mons. Lefebre ya estaba considerado suspendido "a divinis". Además, como era habitual en la Misa de la Solemnidad de Inmaculada, los sacerdotes de la fraternidad pronunciaron su compromiso con la Fraternidad, la cual ya estaba teóricamente disuelta. Y esto se realizó bajo la presidencia litúrgica oficial de un representante del Papa.


Por lo tanto, concluye Barthe, no sería absurdo que un "paso" de este tipo pudiera ser proyectado y realizarse efectivamente el 29 de junio de este año.

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martes, 26 de mayo de 2009

El Papa insiste: ¡hermenéutica de la continuidad!

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Benedicto XVI

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En el día de hoy, durante su intervención en la apertura del Congreso Eclesial de la diócesis de Roma, el Papa Benedicto XVI volvió a insistir una vez más en la necesidad de una correcta hermenéutica del Concilio Vaticano II, uno de los temas centrales de su pontificado del cual habló más profundamente en el histórico discurso del 22 de diciembre de 2005. El texto del nuevo discurso aún no está disponible. Ofrecemos nuestra traducción de la noticia, según ha informado un medio italiano.

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CIUDAD DEL VATICANO – Después del Concilio Vaticano II, que “ha traído buenos frutos”, ha habido una “corriente interpretativa que apelando a un presunto «espíritu del Concilio» ha intentado establecer una discontinuidad con la Tradición de la Iglesia, confundiendo, por ejemplo, los confines objetivamente existentes entre la jerarquía y el laicado, mirando a la Iglesia desde una perspectiva horizontal que excluía la referencia a Dios, en abierto contraste con la doctrina católica”.


Lo afirma Benedicto XVI en su discurso al Congreso Eclesial de la diócesis de Roma, dedicado este año a la corresponsabilidad en la vida de la Iglesia. “El Concilio – ha explicado el Papa – no ha sido una ruptura que ha dado vida a otra Iglesia sino una verdadera y profunda renovación y crecimiento de un único sujeto que se desarrolla”. Recordando que esta misma denuncia estuvo al centro de su primer discurso a la Curia Romana el 22 de diciembre de 2005, el Pontífice advirtió que, a causa de esta interpretación, “en realidad opuesta al espíritu del Vaticano II”, en los años que han seguido a aquel evento, “no siempre se ha tenido el incremento y desarrollo deseados sino un debilitamiento, a veces cansancio, casi una parálisis. Tanto es así que “el Sínodo de 1987 sobre el rol del laicado ha observado que las luminosas páginas del Concilio sobre esta materia no fueron suficientemente traducidas y realizadas”, leyendo “las comunes responsabilidades y dimensiones del pueblo de Dios según una idea sociológica y política”.


“¿Y nuestra diócesis de Roma – se preguntó el Pontífice – en qué punto está? ¿En qué medida es favorecida la corresponsabilidad?”. Para el Papa teólogo, es mientras tanto “una opción apreciable dedicar tiempo para verificar el camino recorrido”. En concreto, subraya Benedicto XVI, es importante “dar a cada movimiento e instancia su espacio” pero principalmente mirar a los lejanos: “demasiados bautizados viven aún al margen de la vida de la Iglesia”. “San Pablo – evidencia Benedicto XVI – nos ha aclarado que ya no hay circunciso e incircunciso sino que Cristo es todo en todos. Él ha abatido el muro de las diferencias entre las culturas. En Cristo, nos convertimos en pueblo de Dios, desde el Papa hasta el último niño bautizado”. “El futuro del cristianismo y de la Iglesia en Roma depende también del compromiso y del testimonio de cada uno de nosotros”, insistió el Pontífice invitando a los laicos de la Capital a “experimentar en pequeños grupos en las familias, como ha ocurrido en la misión ciudadana” promovida por el cardenal Camilo Ruini. “El mandato de evangelizar es para todos, aún si es mucho el camino que queda por recorrer porque demasiados bautizados no se sienten parte de la comunidad eclesial y viven al margen de ella. Aún son pocos los laicos en proporción al número de los habitantes de cada parroquia”. Por eso, “es necesario renovar el esfuerzo para una formación más atenta y puntual” de los laicos. “Os toca a vosotros, párrocos, promover el crecimiento espiritual y apostólico de cuantos ya están en actividad en la parroquia”. “Sean buenos samaritanos – concluyó -, prontos a curar las heridas de vuestros hermanos”.

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Fuente: Petrus

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

Visto en: Rorate Caeli

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sábado, 23 de mayo de 2009

El Papa en el corazón de la Europa cristiana

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San Benito

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En vísperas de la histórica visita del Papa, que al ser elegido Sumo Pontífice ha querido honrar con su nombre a san Benito, a la abadía y la diócesis de Montecassino, ofrecemos una interesante entrevista que el abad local, Pietro Vittorelli, ha concedido hoy a L’Osservatore Romano.


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Benedicto XVI se dirige a Montecassino como portador de fuertes vínculos con san Benito. Hasta el momento, ¿cómo se han manifestado estos vínculos en su servicio petrino?


Benedicto XVI ha subrayado en varias ocasiones, desde el inicio de su pontificado, un enraizamiento en la espiritualidad benedictina volviéndola a proponer en sus discursos y en sus catequesis que encuentran una admirable síntesis en el nihil amori Christi praeponere, que san Benito incluye en el cuarto capítulo de la Regla “Sobre los instrumentos de los buenas obras” (4,21) y que el Santo Padre ha citado varias veces casi como un leitmotiv de su trabajo teológico. Cuando en la tarde del 19 de abril de 2005, el cardenal Jorge Arturo Medina Estévez anunciaba al mundo que el Cardenal Ratzinger había sido elegido Papa y que había elegido llamarse Benedicto, además de la alegría incontenible de todo el mundo monástico que en Montecassino se confundía con el sonido de las campanas y la congestión de las líneas telefónicas y del correo electrónico, a algunos monjes no se les escapó la inmediata referencia a la Regla en las primeras palabras que declaraban al Papa “un sencillo y humilde trabajador en la viña del Señor”. Si bien era clara la referencia evangélica, no se dejaba de notar la referencia a la humildad, querida por Benito, y la expresión del Prólogo a su Regla: “Et quaerens Dominus, in multitudine populi cui haec clamat, operarium suum” (14).


En el infatigable servicio petrino de Benedicto XVI, no han faltado referencias a la importancia de las raíces cristianas de Europa y al servicio prestado a la Iglesia por los monjes y las monjas de san Benito. El Papa no tiene, sin embargo, una mirada “arqueológica” hacia el monaquismo benedictino sino que capta toda la vitalidad y las perspectivas futuras. Recibiendo en audiencia al Congreso mundial de los abades, el pasado 20 de septiembre de 2008, dijo: “para construir una Europa «nueva», es necesario comenzar por las nuevas generaciones”, para luego ampliar la mirada a la entera familia humana y subrayar que “en muchas partes del mundo, especialmente en Asia y África, hay gran necesidad de espacios vitales de encuentro con el Señor, en los cuales, a través de la oración y la contemplación, se recupere la serenidad y la paz consigo mismos y con los demás”.


Pero el texto que, en mi opinión, quedará como el “manifiesto benedictino” del pontificado del Papa Ratzinger es el magnífico discurso pronunciado en el College des bernardins, durante el encuentro con el mundo de la cultura. Presentó el tema diciendo: “Quisiera hablaros esta tarde del origen de la teología occidental y de las raíces de la cultura europea”, y con la maestría teológica que lo caracteriza y con el corazón de monje, ha entretejido el canto más bello sobre el quaerere Deum.

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La referencia a san Benito actualiza también la reflexión sobre Europa. ¿Piensa que la visita de Benedicto XVI tiene un significado para todo el continente en la búsqueda de sus raíces cristianas?


La visita de un Papa que lleva el nombre de Benedicto a la cuna del monaquismo occidental, en el lugar que han reflejado los ojos de San Benito, desde donde ha surgido el impulso de una nueva evangelización para el continente europeo, no podrá no tener un eco en la Europa contemporánea. El Papa reafirmará la importancia, para el hombre contemporáneo, de volver a apropiarse de una normalidad que, en la cotidianeidad benedictina del ora et labora et lege, puede continuar construyendo al hombre. “En vuestros monasterios sois los primeros en renovar y profundizar diariamente el encuentro con la persona de Cristo, a quien tenéis siempre con vosotros como huésped, amigo y compañero. Por eso, vuestros conventos son lugares a donde hombres y mujeres, también en nuestra época, acuden para buscar a Dios y aprender a reconocer los signos de la presencia de Cristo, de su caridad, de su misericordia”: así dijo en la última audiencia concedida a los abades benedictinos reunidos en congreso mundial.

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La diócesis de Montecassino es históricamente dependiente de los abades de la abadía. En el desarrollo de la pastoral diocesana, ¿esto implica dificultades?


La diócesis de Montecassino es Montecassino y Montecassino es su diócesis. El vínculo indisoluble que ha unido nuestros parroquias y nuestra población al monasterio y a sus abades tiene quince siglos de historia, nace con la llegada de san Benito mismo en el siglo VI y en los siglos sucesivos se ha modificado con las adaptaciones que los tiempos cambiantes requerían y que la sabiduría de tantos abades predecesores míos ha sabido armonizar. Actualmente nuestra diócesis, después de un largo camino de Sínodo, ha aplicado todas las instancias del Vaticano II.


Las dificultades han estado cuando, por un largo período de tiempo, se vivió con sufrimiento la indecisión sobre el futuro de la misma abadía territorial. Ese período creo mucha inquietud en el clero por su futuro y principalmente en los fieles, tan ligados a su matriz benedictina. Hoy, que la Santa Sede ha confirmado una reencontrada estabilidad con el nombramiento de un abad y ordinario diocesano, la vida de esta pequeña pero significativa Iglesia diocesana ha retomado su secular camino conservando en su corazón la fuerza orante de una comunidad monástica y en sus miembros el testimonio apasionado de muchos presbíteros crecidos en la escuela de Benito. El plan pastoral que hemos inaugurado el año pasado como Iglesia diocesana tiene previsto un recorrido quinquenal de reflexión sobre la Palabra de Dios.

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La abadía de Montecassino es indiscutiblemente un punto de referencia para el monaquismo occidental. ¿Qué representa hoy para la Orden y para la vida contemplativa?


Montecassino sigue siendo la casa madre de todos los benedictinos. Desde todo el mundo, es constante el paso de monjes y monjas por la tumba de san Benito y santa Escolástica, y ciertamente Montecassino representa para todos el corazón de la experiencia de san Benito. Fue el mismo Santo Padre que, en la audiencia general del 9 de abril de 2008, presentando la figura de san Benito dijo: “La vida monástica en el ocultamiento tiene una razón de ser, pero un monasterio también tiene una finalidad pública en la vida de la Iglesia y de la sociedad: debe dar visibilidad a la fe como fuerza de vida”. Así justificaba autorizadamente el paso de san Benito de Subiaco - que sigue siendo el otro gran corazón benedictino - a Montecassino, que desde la experiencia de san Benito es precisamente la visibilidad de la fe como fuerza de vida.

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¿La espiritualidad benedictina influye en la vida religiosa de los fieles de la diócesis?


Los fieles de la diócesis están totalmente impregnados de espiritualidad benedictina. Muchos de nuestros buenos sacerdotes han sido formados por los monjes cuando aún el seminario estaba en el monasterio. La atención a la liturgia, el gusto por el canto coral, el sonido de la campana al Angelus tres veces al día en cada parroquia nuestra, el gusto por la Palabra de Dios, la peregrinación nocturna a Montecassino para la vigilia de Pentecostés. Piense que una pequeña diócesis como la nuestra cuenta con 25 corales parroquiales que cada año escuchamos en un encuentro siempre muy esperado, con un continuo redescubrimiento del canto gregoriano y de la tradición polifónica que, en los inicios del 900, tuvo en algunos de nuestros monjes admirables promotores: don Mariano Iacarino y don Luigi De Sario fueron maestros para muchos. Cada año, para la fiesta de san Benito del 21 de marzo, se celebra una verdadera y propia jornada para Europa y precisamente para redescubrir las raíces benedictinas ha sido fundado, quince años atrás, el cortejo histórico Terra Sancti Benedicti que cada año involucra a quinientas personas, en su mayoría jóvenes, que vuelven a evocar los tiempos del abad Bernardo Ayglerio entre los siglos XIII y XIV, con investigaciones históricas y de costumbres. Tenemos luego la escuela católica san Benito que, en la ciudad, los monjes gestionan junto a las hermanas de la Caridad de santa Juana Antida Thouret y que recibe a quinientos alumnos, desde el jardín de infantes hasta la escuela secundaria.

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¿Las figuras de Benedicto y Escolástica atraen también peregrinos de otras religiones?


A menudo hemos recibido monjes budistas que querían conocer nuestra forma de vida. No han faltado visitas de musulmanes ilustres: pienso en la visita del rey Abdullah II Bin Hussein de Jordania. Su abuelo había combatido aquí, en Montecassino, durante la segunda guerra mundial; y el presidente Khatami, de Irán. Muchos amigos judíos, principalmente de la comunidad romana.

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Montecassino es también un lugar que recuerda los horrores de la guerra. Sus monjes y la diócesis, ¿están comprometidos por la paz?


Pocas décadas atrás, la muerte y la destrucción que cayeron sobre la abadía y sobre el territorio han devastado millares de vidas humanas aquí, en torno a nosotros. Estas tierras han resonado por los gritos de dolor y por las lágrimas de las familias e individuos desesperados. Todo esto ha llevado al monasterio y la diócesis a un trabajo continuo de construcción de la paz. Un compromiso renovado cada año en los aniversarios del bombardeo de la abadía y de la ciudad con las invitaciones a los veteranos que también este año han vuelto para reafirmar el deseo de paz.

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Fuente: L’Osservatore Romano

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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Para los católicos de China

El Papa Benedicto XVI ha aprobado la publicación de un Compendio de su Carta a los católicos chinos del 27 de mayo de 2007.


El portal de noticias AsiaNews informa que este Compendio había sido pedido expresamente por el Cardenal Zen, arzobispo emérito de Hong Kong.


Presentamos la traducción del comunicado oficial de la sala de prensa de la Santa Sede.

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El 27 de mayo de 2007, Solemnidad de Pentecostés, el Santo Padre Benedicto XVI envió una Carta a los obispos, sacerdotes, consagrados y fieles laicos de la Iglesia Católica en la República popular China.


“Por medio de esta Carta”, el Santo Padre intenta “ofrecer algunas orientaciones sobre la vida de la Iglesia y la obra de evangelización en China”, para ayudar a los católicos chinos a descubrir lo que el Señor y Maestro, Jesucristo, “la clave, el centro y el fin de toda la historia humana”, quiere de ellos (cf. No. 2).


La utilidad de esta Carta se ha visto confirmada por la recepción altamente favorable de aquellos católicos chinos que tuvieron acceso a la misma. Por la información que llega de China, es claro que el documento papal ha dado lugar no sólo a sesiones de estudio de sus contenidos, sino también a muchas iniciativas pastorales: se está transformando en un punto de referencia confiable para la resolución de los distintos problemas que la comunidad católica tiene que enfrentar, tanto a nivel doctrinal, como a nivel práctico y disciplinar.


En el segundo aniversario de la publicación de la Carta papal, la Santa Sede ofrece a la Iglesia en China un “Compendium” que, siguiendo el género literario catequético de preguntas y respuestas, presenta una vez más los elementos básicos expresados por el Papa Benedicto XVI.


El “Compendium” reproduce fielmente, tanto en su estructura como en su vocabulario, el contenido de la Carta original, citando largos pasajes de la misma. Con el agregado de algunas notas y de dos breves apéndices, el “Compendim” es presentado como una herramienta de autoridad, para facilitar una más profunda comprensión del pensamiento de Su Santidad sobre algunos puntos particularmente delicados.


El Santo Padre Benedicto XVI ha aprobado el “Compendium”, y ha dado la autorización para su publicación como un documento de la Sede Apostólica.


El documento estará disponible en el sitio web oficial de la Santa Sede en chino (tanto en los caracteres simplificados como en los caracteres tradicionales) y en inglés, a partir del 24 de mayo de 2009.

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Fuente: Servicios Informativos Vaticanos

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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viernes, 22 de mayo de 2009

El deseo del Espíritu Santo

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Pentecostés

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Hoy empieza la novena en preparación para la Solemnidad de Pentecostés. Aprovechamos la ocasión para ofrecer este breve y bello extracto de un sermón de San Juan de Ávila.

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No vendrá el Espíritu Santo a ti si no tienes hambre de Él, si no tienes deseo de Él. Y los deseos que tienes de Dios, aposentadores son de Dios, y señal es que si tienes deseos de Dios, que presto vendrá a ti. No te canses de desearlo, que, aunque te parezca que lo esperas y no viene y aunque te parezca que lo llamas y no te responde, persevera siempre en el deseo y no te faltará.


Hermano, ten confianza en Él. Porque debes, hermano mío, asentar en tu corazón que, si estás desconsolado y llamas al Espíritu Santo y no viene, es porque aún no tienes el deseo que conviene para recibir tal Huésped. Y si no viene, no es porque no quiere venir, no es porque lo tiene olvidado, sino para que perseveres en el deseo, y perseverando hacerte capaz de Él, ensancharte ese corazón, hacer que crezca la confianza, que de Su parte te certifico que nadie lo llama que se salga vacío de Su consolación.


¡Y cómo dice esto el real profeta David! El deseo de los pobres no lo menospreció Dios, oyólo el Señor (Sal 21,25) ¿Quién es pobre? Pobre es aquél que desconfía de sí mismo y confía sólo en Dios; pobre es aquel que desconfía de su parecer propio y fuerzas, de su hacienda, de su saber, de su poder; aquel es pobre que conoce su bajeza, su gran poquedad; que conoce ser un gusano, una podredumbre, y pone juntamente con esto su arrimo en sólo Dios y confía que es tanta Su Misericordia, que no le dejará vacío de Su consolación. Los deseos de estos tales oye Dios.

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San Juan de Ávila, “Sermones del Espíritu Santo” (Primer sermón, Domingo infraoctava de la Ascensión).

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domingo, 17 de mayo de 2009

¿Fariseos o esenios?

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ascension

“Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús,

vendrá del mismo modo que le habéis visto subir al Cielo”

(Hechos 1,11)

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En su blog Fides et Ratio, Isaac García Expósito ha escrito un excelente artículo titulado “Tiempos nuevos”. En el mismo, y después de hacer una breve descripción de algunos de los tremendos desafíos que enfrenta hoy la Iglesia Católica en su relación con una sociedad “re-paganizada”, dice así:


“… ante las escasas posibilidades de construir o fermentar la civilización moderna, lo único que cabe preguntarse es si será necesario segregarse para poder vivir”.


El autor se pregunta también si existe alguna “analogía histórica” que nos ayude a “explicar las coordenadas sociales” de nuestro tiempo. Y concluye que la analogía con la “antigüedad pagana” es insuficiente por varias razones.


Entonces surge la pregunta: ¿hay o no hay algún momento de la historia que pueda brindarnos una mayor luz para leer los signos de nuestro tiempo? O, mejor formulada: ¿alguna otra vez experimentó tan fuertemente el Pueblo de Dios que carecía, prácticamente, de “posibilidades de construir o fermentar la civilización”?


Para intentar una respuesta, analicemos brevemente cómo era la situación del Pueblo de Israel “cuando llegó la plenitud de los tiempos”, es decir, al momento de la Venida de Nuestro Señor Jesucristo.


La historia de Israel tuvo un claro punto de inflexión con la caída de la monarquía y el exilio a Babilonia. Hasta ese momento, la identidad propia del miembro del Pueblo de la Alianza se manifestaba – y se transmitía, también, casi por ósmosis – a través de lo que podemos llamar cuatro “estructuras visibles” fundamentales: la Ley, el Templo, la Tierra, y la monarquía (la dinastía davídica). El exilio a Babilonia significó la destrucción del Templo, la pérdida de la Tierra, y el (aparente) fin de la monarquía davídica. En Babilonia, un lugar del todo hostil, el Pueblo de Israel conservó su identidad, y se afianzó en torno a lo único que le quedaba: la Ley. Ante la pregunta: “¿por qué Dios nos entregó en las manos de nuestros enemigos?”, la respuesta del Pueblo – ayudado por el recuerdo de la predicación de los Profetas pre-exílicos – era la siguiente: “Porque hemos quebrantado la Alianza”, es decir: “no hemos cumplido la Ley”.


Los Profetas del exilio tuvieron un tono distinto al de los anteriores. Antes del exilio, los Profetas se caracterizaron por sus fuertes invectivas y amenazas contra un Pueblo de dura cerviz, que honraba a Dios de la boca para afuera, pero que tenía muy lejos de Dios su corazón. Durante la dura prueba del exilio, Dios envió a Sus profetas con un mensaje esperanzador:


Dice el Profeta Zacarías, de parte de Dios: “Yo he vuelto a Sión, y habitaré en medio de Jerusalén. Jerusalén será llamada ‘Ciudad de Fidelidad’, y la montaña del Señor de los ejércitos, ‘Montaña Santa’. Así habla el Señor de los ejércitos: Los ancianos y las ancianas se sentarán de nuevo en las plazas de Jerusalén, cada uno con su bastón en la mano, a causa de sus muchos años”.


Eran tales las expectativas de los israelitas que volvieron del destierro, que la desilusión de muchos fue grande cuando descubrieron que la Tierra estaba devastada, y que los pueblos vecinos no veían con buenos ojos su retorno y estaban dispuestos a hacerles la vida más difícil. Prueba de esto son los libros de Esdras y Nehemías.


El Pueblo reconstruyó el Templo, pero ya no volvió a tener una independencia política absoluta, y así estaban las cosas cuando, muchos años después, tuvo lugar la confrontación con el helenismo. La cultura griega se extendía por todas las naciones, y en muchísimos aspectos era absolutamente incompatible con la fe judía. Israel, con lo aprendido durante y después del exilio, estaba armado para la resistencia. Había que luchar para no contaminarse.


Es en esta época de los Macabeos – y con más fuerza aún después de la resistencia armada – cuando se cristalizan dos posturas, dos modos de vida, dos formas de posicionarse ante la realidad que ya habían comenzado a formarse en la época del exilio en Babilonia. Nos referimos a la corriente farisea y a la corriente apocalíptica.


El fariseísmo, en su concepción original y antes de su deformación, intentaba ser una respuesta a la situación en la que se encontraba el Pueblo. Israel se daba cuenta de que, en el contexto de las naciones, era muy pequeño, y que el Reino de Dios debía pasar por la actitud de brindarle a Él, cada día, en cada detalle, un lugar para que reine. “Cumplir la Ley”, sin preocuparse mucho por lo que sucede alrededor. El Reino de Dios es Su Reinado sobre aquellos que le obedecen. Los demás son “los de afuera”. Lamentablemente llegaron a despreciar a los de afuera, y la idea original del fariseísmo sufrió todas aquellas deformaciones que Jesús les reprochó duramente.


Por su parte, la corriente apocalíptica tenía su centro en la esperanza de una intervención divina. Esperanza que hunde sus raíces en los acontecimientos inmediatos al retorno del exilio, y que se fue tornando escatológica ante el continuo contacto con la realidad dura y hostil. Dios promete, y Dios cumple. Por los profetas, Dios ha prometido una salvación que tiene características de “definitiva”. Entonces la llevará a cabo, y eso con una intervención que hará que Israel ocupe su verdadero lugar entre las naciones. Esta postura apocalíptica, esparcida entre el Pueblo, fue radicalizada por los llamados “esenios”.


Las dos corrientes, farisea y apocalíptica, estaban ya definidas, y también algo deformadas, en tiempos de Jesús. Ambas implicaban una separación o segregación del resto de los mortales. Los fariseos habían multiplicado hasta el absurdo los preceptos en torno a la Ley, y su cerrazón era tan grande que, en su mayoría, no reconocieron que Jesús era el Hijo de Dios que venía a reinar; justamente lo que ellos más deseaban.


De los esenios no conocemos tanto. Pero algo es seguro: dedicaban su vida a la oración y a la penitencia, a la espera de la llegada del Reino. Vivían en comunidades, separados del resto del Pueblo. Pero incluso sin hacer mención de los esenios, encontramos en los relatos del Nuevo Testamento vestigios de la presencia de la expectativa apocalíptica entre el pueblo. Aquellas palabras de los discípulos poco antes de la Ascensión: “Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el Reino de Israel?” (Hech 1, 6) serían un eco de esta postura.


Es de notar que tanto los fariseos como los apocalípticos, con todo y sus expectativas, se vieron enormemente superados por Jesús. A tal punto, que ni unos ni otros llegaron a comprender plenamente que Cristo era “la respuesta de Dios” a la situación difícil en la que se encontraban.


Volvamos, ahora, al planteo del inicio: “…ante las escasas posibilidades de construir o fermentar la civilización moderna, lo único que cabe preguntarse es si será necesario segregarse para poder vivir”.


Los fariseos y los esenios nos ofrecen cada uno “sus propias respuestas”. Los primeros optaron por la fidelidad a Dios, sin tener tanto en cuenta la marcha de la historia. Los últimos se dedicaron más a una espera llena de esperanza, espera activa, en el sentido de orante y penitente.


En mi opinión, la situación que el mundo moderno plantea a los católicos, parece colocarnos ante una disyuntiva similar: ¿Fariseos o esenios? ¿Qué rumbo tomar?


Creo que la opción dependerá mucho de la personalidad de cada uno y, ¿por qué no?, del llamado de Dios a cada uno. Contamos, afortunadamente, con las correcciones que Jesús hizo a ambas posturas. Si a los fariseos tuvo que decirles e insistirles que Dios sí Se ocupa de la historia, y que Su Reino trasciende sus esquemas, a los más apocalípticos tuvo que recordarles que “no corresponde a vosotros conocer el tiempo y el momento que el Padre ha establecido con Su propia Autoridad” (Hech 1, 7). Es pues necesario, que tengamos en cuenta que “la respuesta es Cristo”, y que trascendió, trasciende y trascenderá nuestros posicionamientos personales como miembros de la Iglesia, Pueblo Suyo.


Para concluir, no creo que fariseos y apocalípticos tuvieran una relación del todo cordial al momento de la primera Venida de Cristo. Los fariseos pensarían que los apocalípticos eran del grupo de “los de afuera”, de los que no hacían nada por el Reino. Los apocalípticos, a su vez, pensarían que los fariseos habían olvidado que Dios interviene en la historia, y que éstos no hacían nada para acelerar el tiempo de su visita. Sea cual sea el posicionamiento de cada uno, no cometamos hoy aquellos errores.


El Señor “ya” está presente entre nosotros. Y el Señor “vendrá”. No olvidemos ninguna de estas dos verdades.


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viernes, 15 de mayo de 2009

El alma y el purgatorio

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Purgatorio

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Coro Angélico

Gloria a Dios, admirable en las alturas,

admirable en los senos más profundos,

gloria por siempre a Él, senda segura,

luz y vida del mundo.


Conforme con su esencia intelectiva,

la prueba que a los ángeles advino

fue una simple y tajante disyuntiva

que fijó para siempre su destino.


No hubo entreluz crepuscular, ni medio

para volver atrás o hallar reposo:

o el abismo de sombras sin remedio,

o la suprema plenitud del gozo.


No así la postrimera creatura,

cuya profunda herida

significó ella misma la apertura

para la gracia de una nueva vida.


Y por fin, aunque el hombre renacido

ve que ha brotado de la tierra el cielo,

queda aún doblemente constreñido

al doble pago de su amargo celo,


pues en el cuerpo expía su pecado

por la muerte fatal que lo atormenta,

y en el alma ha de ser purificado

con fuego hasta pagar toda la cuenta.


Gloria por siempre a la Sapiencia Suma,

que arranca el alma fiel de su envoltorio,

la limpia y la consuma

en el bendito ardor del purgatorio.


El ángel

Cantan sobre el tormento que te espera

por el que ansiosamente has preguntado.

Del rostro de tu Dios, Dios Encarnado,

saldrá la dulce llama que te hiera,

y en la herida que cause esa dulzura

tendrás a mayor llaga, mayor cura.


El alma

Has hablado en misterio. Aunque llegara

esforzándome a dar con el sentido,

piedad sería que me lo explicaras,

si eso te es permitido.


 

El ángel

En viendo al Juez, despertarán sus ojos

tal ímpetu de amor que te enajene.

Tendrás piedad por él, y por ti enojo:

piedad, porque tan alto Ser se aviene

a que le hayas mentido y despreciado,

y enojo contra ti, por el pecado,

como nunca has sentido.


 

Querrás escabullirte dolorido

y querrás evitarle avergonzado,

pero a la vez la fuerza de tu anhelo,

el ansia de mirarlo cara a cara,

la apetencia de cielo

te paralizará. Y esa tortura

será como si herida tu estructura

de pronto se quebrara.


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John Henry Newman, "El sueño de Geroncio"

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miércoles, 13 de mayo de 2009

Holocausto: ¿qué dijo verdaderamente el Papa?

El discurso pronunciado por Benedicto XVI en el Museo en recuerdo de las víctimas del Holocausto no ha sido una alocución más. Las palabras del Papa colocan a aquel terrible hecho histórico en el lugar que debe ocupar en el pensar y el sentir de los católicos. Después del sonado “caso Williamson” se suponía que el Papa debía “lucirse” al abordar el tema. Y lo hizo. Aunque a algunos no los conforme.


Después del discurso papal, según informaron la agencia Ynet y el Jerusalen Post, el Rabino Yisrael Meir Lau, presidente de Yad Vashem, criticó duramente su contenido como carente de compasión, tristeza y dolor por la terrible tragedia de seis millones de víctimas. La palabra “seis”, dijo, no fue incluida en el discurso. El rabino también criticó la utilización por parte del Papa de la palabra "muertos" en lugar de la palabra "asesinados". Agregó que el Papa Benedicto no mencionó a los nazis como responsables del Holocausto. Lo que más preocupa, dijo el rabino, es la falta de solidaridad con la nación judía, que ha perdido un tercio de sus hijos (en el Holocausto). “No estoy hablando de disculpas, estoy hablando de empatía ... este texto se ha centrado, en cambio, en una "simpatía" por el dolor de la humanidad”.


Francesco Colafemmina, de Fides et Forma, analiza el discurso del Papa en Yad Vashem partiendo de las críticas del Rabino Lau. El artículo es sumamente interesante y pone de manifiesto, una vez más, la profundidad y la claridad de pensamiento de Benedicto XVI.


El maravilloso discurso de Benedicto XVI

en Yad Vashem


por Francesco Colafemmina


El agudo análisis del Rabino Lau, Presidente del Consejo del Yad Vashem, nos ayuda a entender, por un lado, el sentido del magistral discurso del Santo Padre, y por el otro aquella dogmática holocáustica que Yad Vashem reclama como la única verdad indiscutible e incontestable del mundo contemporáneo.


En primer lugar, partamos de las consideraciones finales del Presidente de Yad Vashem: empatía versus simpatía1. El Papa ha utilizado palabras “simpáticas” incapaces de establecer un diálogo empático con el pueblo judío - afirma el Rabino. La diferencia está en el punto de vista.


Si, efectivamente, por empatía entendemos una capacidad de comprender el sufrimiento de los demás imaginándose en su lugar y, por tanto, poniendo el acento exclusivamente en su sufrimiento, es evidente que el Pontífice ha querido establecer claramente la ausencia de una primacía del pueblo judío en el sufrimiento.


En cambio, ha querido reconducir el sufrimiento del pueblo judío durante el holocausto a una dimensión humana y, por tanto, hipotéticamente repetible, y no sólo en contra de aquel pueblo, sino de toda la humanidad. Viene entonces a disminuir la dimensión racial y nacional del Holocausto, entendido como "sufrimiento elegido" del pueblo judío, frente al sufrimiento de otros pueblos o grupos humanos.


El discurso del Papa es “simpatético” en el sentido de que une los sufrimientos del Holocausto a los de una humanidad herida por el pecado y necesitada de amor cristiano, para que el odio sea definitivamente abolido y la tierra pueda transformarse en un jardín.


Antes de pasar al análisis de los pasajes del discurso papal en particular, es importante notar que la dimensión “simpática” no implica la reabsorción de la tragedia del pueblo judío en una dimensión puramente humana, antropológica, del sufrimiento. De hecho, el discurso completo se abre acentuando el mismo significado de las palabras Yad Vashem ("memorial" - "nombre").


El personalismo, el nombre a recordar, la identidad de las víctimas del Holocausto, no es absorbida en la comunión indistinta de todas las víctimas del odio, del racismo y de la violencia. Más bien, su “nombre y su “memoria” son certeza de una identidad enraizada en una historia única y esculpida graníticamente en la conciencia colectiva de la humanidad. Más aún, precisamente para remarcar este aspecto, añadió: “los nombres custodiados en este venerado monumento tendrán para siempre un lugar sagrado entre los innumerables descendientes de Abraham.” El recuerdo de un pueblo está impreso en su descendencia. Su sufrimiento se propaga y se recuerda como ejemplar para la humanidad, como una advertencia para el presente, y no como una aplicación unívoca del dolor, por intensidad y por crueldad, a un limitado grupo de seres humanos.


Por lo tanto, es como si el Santo Padre hubiera querido afirmar la dimensión común a toda la humanidad de aquella tragedia y no su pertenencia a un único pueblo. El mal realizado entonces no fue simplemente fruto de la desviación nazi, sino más bien del pecado del hombre, de su imperfección y de la herida abierta por el mal en el alma de la humanidad. Si es reconducido a esta dimensión “humana” y “simpática”, el drama holocáustico de Israel asume un significado capaz de desembocar en aprendizaje, en propuesta de cambio de perspectiva humana y espiritual. De otro modo, corre el riesgo – como, de hecho, ocurre a menudo – de transformarse en una justificación histórica sobre la cual fundar la existencia de una nación y su autoridad, para administrar mejor los propios derechos y las propias ambiciones.


He aquí por qué el corazón del discurso papal no puede ser más que la referencia explícita a la revolución cristiana del amor: “La Iglesia católica, comprometida en las enseñanzas de Jesús y decidida a imitar el amor por toda persona, siente profunda compasión por las víctimas aquí recordadas. Del mismo modo, está junto a quienes sufren persecuciones a causa de la raza, el color, la condición de vida, o la religión. Sus sufrimientos son los suyos, y suya es su esperanza de justicia. Como Obispo de Roma y Sucesor del apóstol Pedro, confirmo - como mis predecesores - el compromiso de la Iglesia de rezar y actuar sin descanso para asegurar que el odio no reine nunca más en el corazón de los hombres. El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob es el Dios de la paz (Cf. Salmo 85, 9).


La tarea de los cristianos no es simplemente, banalmente, o en forma particularista, asegurar que los judíos no sean más perseguidos sino, más bien, “rezar y actuar sin descanso para asegurar que el odio no reine nunca más en el corazón de los hombres”. ¿Es o no es éste el más vivo testimonio de las palabras de Nuestro Señor? Él es el Redentor del hombre, el Salvador de la humanidad, y no sólo el Messiah hebreo que viene a salvar al pueblo elegido. La dimensión universal de la Iglesia está viva y palpitante en estas palabras que, lejos de limitar el eco del sufrimiento del pueblo judío, lo hacen aún más fuerte y espantoso, revelándonos cómo la entera humanidad puede ser, al mismo tiempo, víctima y verdugo en un mundo no redimido por la Verdad del amor.


Y el Papa avanza con la dimensión cristiana del Libro. Él incardina el Evangelio en el Antiguo Testamento cuando afirma: “Mientras estamos aquí, en silencio, su grito sigue haciendo eco en nuestros corazones. Es un grito que se eleva contra todo acto de injusticia y de violencia. Es una condena perenne de todo derramamiento de sangre inocente. Es el grito de Abel, que se eleva desde la tierra hacia el Omnipotente”. El grito de Abel es el primer sonido del sufrimiento inocente que emana del Libro Sagrado común a judíos y cristianos. No es simplemente el grito de un patriarca de Israel sino el grito del antiguo Inocente que se repetirá en el Cordero sacrificial, en Cristo que lleva sobre sí los pecados del mundo.


En todo el discurso, están presentes referencias al Antiguo Testamento, sobre todo a los Salmos. El Papa demuestra de este modo su profundo respeto por la sensibilidad judía pero quiere crear la perfecta continuidad entre aquel mensaje y el nuevo de la buena noticia. Sin Cristo, de hecho, el mensaje bíblico parecería estancarse en la Sirte de la historia de un pueblo y de su Dios personal, no en la de la entera humanidad. Así – concluye Benedicto XVI citando a Isaías – “Bueno es el Señor con el que en Él espera, con el alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor (3, 22-26). Queridos amigos, estoy profundamente agradecido tanto a Dios como a vosotros por la oportunidad que se me ha dado de recogerme aquí, en silencio: un silencio para recordar, un silencio para esperar”.


He aquí que todo el sufrimiento, todo el peso terrible de aquel acontecimiento, se convierte hoy para nosotros no en un dogma, una verdad para imponer como un peso al mundo no judío, un fardo moral para la humanidad no hebrea, sino que se hace memoria, oración y esperanza para toda la humanidad, para que el mal del hombre sea cancelado por el Reino del amor y del perdón.


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1- Nota del traductor: entendemos aquí “simpatía” en su acepción primera de “comunión de sentimientos”. Introducimos también en el texto el término “simpatético” utilizándolo en el mismo sentido.


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Fuente: Fides et Forma


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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domingo, 10 de mayo de 2009

El celibato, otra vez sobre el tapete

Como sabemos, las noticias de estos últimos días que implican a sacerdotes, han puesto nuevamente sobre el tapete la cuestión del celibato sacerdotal. Estas circunstancias siempre vienen bien a quienes buscan volver a la carga contra la norma eclesiástica. Y el bombardeo se está sintiendo ya. Como una contribución más para esclarecer el valor y el sentido del estado celibatario, publicamos un fragmento del libro “La sal de la tierra”, en el cual el periodista Peter Seewald entrevista al Cardenal Joseph Ratzinger interrogándolo sobre el particular.


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Nada hay que enfade más a la gente, que la vieja cuestión sobre el celibato. Aunque sólo afecte a una mínima fracción de la Iglesia ¿por qué existe el celibato?


Va muy unido a unas palabras de Cristo. Hay algunos, -dice-, que renuncian al matrimonio por el Reino de los Cielos y ofrecen toda su existencia en testimonio del Reino de los Cielos. La iglesia llegó muy pronto a la convicción de que ser sacerdote significaba dar testimonio de ese Reino de los Cielos. En el Antiguo Testamento, el sacerdote tenía una situación paralela, aunque de otra naturaleza, que sirve de objetiva analogía. Israel se instala en el país. Las once tribus recibieron su propia tierra, su territorio. Sólo la tribu de Leví, la tribu de los sacerdotes, no recibió ninguna tierra, no recibió ninguna herencia; su herencia era sólo Dios. Esto significaba, en la práctica, que sus miembros tenían que vivir de las ofrendas del culto, y no de la explotación de las tierras como las otras tribus. Su característica fundamental es que no tenían ninguna propiedad. En el Salmo 16 se dice: « Tú eres mi copa, y la porción de mi herencia. Tú eres quien garantiza mi suerte». Dios es mi heredad. Esta figura del Antiguo Testamento que deja a la tribu de los sacerdotes sin territorio y que, podría decirse, sólo vive de Dios, y, por tanto, sólo referida a Dios, se tradujo más adelante como unas palabras de Jesús que venían a decir que, en la vida del sacerdote, su tierra es Dios.


Actualmente nos resulta difícil entender el carácter de esta renuncia, porque la proporción de matrimonios y de hijos ha sufrido un gran cambio. Morir sin descendencia, era considerado antiguamente como vivir inútilmente, «he trazado las huellas de mi vida, pero no he dejado mi rastro; de haber tenidos hijos, habría sobrevivido en ellos, hubiera quedado mi inmortalidad reflejada en mi descendencia». Por eso, era casi condición de vida permanecer en el mundo de los vivos, dejando descendencia.


La renuncia al matrimonio y a una familia habría que contemplarla bajo este punto de vista, «renuncio a algo normal e importante para los demás, renuncio a traer nuevas vidas al árbol de la vida, para vivir con la confianza de que sólo Dios es mi heredad, y contribuir así a que los demás crean en la existencia del Reino de los Cielos», «Así, no sólo con palabras, sino con mi propia existencia, daré testimonio de Jesucristo y de su Evangelio, entregaré mi vida para que Dios disponga de ella».


El celibato, por tanto, tiene doble sentido, uno cristológico y otro apostólico. No se trata de ahorrar tiempo -Como no soy padre de familia, dispongo de más tiempo-, aunque sea verdad, eso sería una visión demasiado primitiva y pragmática. De lo que se trata es de una existencia humana, que lo deja todo por Dios, y esto, exactamente, quiere decir que entrega lo que a los demás les parece normal y condición de vida, un aliciente para la existencia humana.


Por otra parte, no es un dogma. ¿Se trata acaso de una deliberación actualizada cada día: de elegir una forma de vida de celibato o no~celibato?


En efecto, no es un dogma. Es una costumbre de vida que, desde muy temprano, se fue formando en el interior de la iglesia por muy buenas razones bíblicas. Recientes investigaciones han desmostrado que el celibato se remonta a tiempos muy remotos -como hemos sabido por las fuentes del derecho- hasta el siglo II. En la Iglesia oriental, el celibato también estuvo muy extendido desde tiempos muy lejanos donde nosotros no podemos llegar. En Oriente hubo un cambio en este aspecto en el siglo VII. No obstante, tanto antes como después de ese siglo, los monjes de Oriente siempre han considerado muy importante el celibato tanto para los sacerdotes comunes como para su jerarquía.


No es un dogma, es una costumbre de vida que creció en el seno de la Iglesia y que, naturalmente, lleva consigo el riesgo de que pueda desaparecer. Siendo tan atacada, puede haber caídas. Yo creo que lo que la gente de ahora tiene contra el celibato es que ven a muchos sacerdotes que, en efecto, en su interior no están muy de acuerdo, y entonces les parece una hipocresía que lo vivan mal o que se pasen la vida sufriendo y que ...

... les destroce la vida ...


Cuanta menos fe haya más caídas habrá. Y con eso se consigue que, además, el celibato pierda prestigio y no se le reconozca todo lo que tiene de positivo. Es muy importante saber y tener clara la idea de que los tiempos de crisis del celibato coinciden siempre con tiempos de crisis del matrimonio. Actualmente, no sólo se ven grietas en el celibato, el matrimonio, como fundamento de nuestra sociedad, cada vez es más frágil . En las legislaciones de los estados occidentales, se ofrecen con cierta frecuencia otras alternativas que se ponen al mismo nivel, para después poder disolverlas legalmente con más facilidad. Y una cosa más, el esfuerzo por vivir realmente bien el matrimonio, tampoco es pequeño. Es decir, que si se aboliera el celibato, pasaríamos, en la práctica, a la separación de matrimonios de sacerdotes, y tendríamos un nuevo problema añadido. La Iglesia evangélica sabe mucho de eso.


Nosotros lo que podemos comprobar con todo esto es que las altas formas de vida que se dan en la existencia humana conllevan también grandes riesgos.


La consecuencia que podemos sacar no es decir «así no podemos seguir» . No. Lo que hemos de hacer es esforzarnos en aumentar nuestra fe. Y también tenemos que tener más cuidado a la hora de hacer la selección de los candidatos al sacerdocio. Porque sería lamentable que alguno fuera cargado con algún problema y, sin decírselo a nadie, pensara «preferiría no seguir adelante hacia el sacerdocio». 0 que pensara, por ejemplo, «me gustan demasiado las chicas, pero ya lo arreglaré». Ese no es buen comienzo. El candidato al sacerdocio tiene que contemplar la fe como la única fuerza en su vida; debe saber que sólo vivirá de la fe. Sólo así, el celibato podrá ser el testimonio que edifique a los hombres y además anime a los casados a vivir bien su matrimonio. Ambas instituciones van estrechamente entrelazadas. Cuando una fidelidad no es posible, la otra tampoco lo es; una lealtad fundamenta la otra.


¿Es simple suposición eso que ha dicho de que la crisis del celibato coincide con la crisis del matrimonio?


Es algo evidente. Cuando el hombre tiene que tomar una decisión vital y definitiva sobre alguna cuestión íntima, siempre se plantea las mismas preguntas: ¿es bueno decidir ahora a los, digamos, veinticinco años, algo para toda la vida?» Y, sobre todo, «¿esto será conveniente para mí?», «¿podré hacer esto y realizarme, madurar, o será mejor esperar otras posibilidades?». Y yendo más al fondo aún, la cuestión se presenta así: «¿es propio del hombre decidir algo definitivo en el ámbito más íntimo de su existencia?», «¿podrá el hombre mantener una decisión definitiva toda la vida?». Yo daría estas dos respuestas con respecto al matrimonio: una, podrá si, de verdad, está fuertemente anclado en la fe; y dos, podrá si lucha por alcanzar la plenitud del amor y de la madurez humana. Y todo lo que el hombre realice fuera del matrimonio monógamo está por debajo de él.


Pero si las cifras de las rupturas del celibato son exactas, se puede decir que, de facto, el celibato hace tiempo que ha fracasado. Por eso le repito la pregunta: ¿Es tal vez una deliberación actualizada cada día, en el sentido de ser una elección libre?


En cualquier caso ha de ser de libre elección. Más aún, antes de la ordenación hay que afirmar bajo juramento que se hace libremente y porque se quiere. A mí siempre me molesta mucho que se diga que nuestro celibato es obligatorio y que se nos ha impuesto. Se vive el celibato desde el principio, por una palabra dada. Pero, ya dije antes que habría que poner más atención durante la preparación al sacerdocio, para que esa palabra sea seriamente dada. Éste es el primer punto. Y el segundo es que, donde hay fe, y en la medida en que una iglesia viva de esa fe, es seguro que surgen esas decisiones.


Yo creo que, en el fondo, suprimiendo esa condición no mejoraría nada, lo único que se conseguiría es disimular un poco una auténtica crisis de fe. Para la Iglesia, indudablemente, que haya algunos, pocos o muchos, que viven una doble vida es una tragedia. Desgraciadamente, no es la primera vez que ocurre. En la baja Edad Media hubo una situación similar causada por la Reforma. Fue un proceso muy doloroso que ahora nos debería hacer reflexionar, pensando también en el sufrimiento de muchos hombres por este motivo. En cualquier caso -y ese ha sido el resultado obtenido en el último Sínodo de obispos- la mayoría de los pastores de la Iglesia están plenamente convencidos de que el verdadero problema es una crisis de fe, y no el de la llamada falta de adaptación. Así no se logran más ni mejores sacerdotes, sólo sirve para disimular una crisis de fe, y para sugerir, al mismo tiempo, soluciones demasiado superficiales.


Pero, una vez más, con respecto a mi anterior pregunta, ¿cree que llegará el día en el que los sacerdotes puedan elegir libremente su vida de célibe o no célibe?


Ya le había entendido. Pero quería dejar muy claro que, según lo que cada sacerdote decide libremente antes de su ordenación, eso que algunos llaman celibato forzoso no existe. Sólo se puede ser admitido al sacerdocio voluntariamente. Y aquí cabe preguntarse «¿y qué relación tienen el sacerdocio y el celibato?», «decidirse por el celibato, ¿no es rebajar el sacerdocio?» Creo que antes de seguir adelante con este tema deberíamos remitirnos nuevamente a la Iglesia ortodoxa y a la evangélica. La cristiandad evangélica tiene un concepto muy diferente del ministerio. Para ellos, es una función, una misión de servicio, que procede de la propia comunidad, pero, sin el sentido de sacramento, no es sacerdocio en sentido estricto. Y en la Iglesia ortodoxa tienen, por un lado, la forma de plenitud sacerdotal, que son los monjes sacerdotes y son los únicos que pueden ser obispos. Y Por otro lado, los «Leutpriester» (sacerdotes o clérigos públicos), que si quieren pueden casarse, pero deberá ser antes de su ordenación y no podrán ejercer la cura de almas, solamente ocuparse de los servicios del culto. Ésta es otra concepción diferente del sacerdocio. Pero nosotros pensamos que cualquiera que desee ser sacerdote tiene que serlo de la misma forma que lo es un obispo, sin que existan esas diferencias.


Son costumbres en la vida de la Iglesia que, aunque estén muy bien cimentadas y fundamentadas, no hay por qué contemplarlas como totalmente absolutas. La Iglesia se cuestionará con toda seguridad muchas cosas, una y otra vez, como acaba de suceder en los dos últimos sínodos. Pero, partiendo siempre de la historia de la cristiandad de occidente, y por todo lo que subyace en el fondo de esta cuestión, creo que la Iglesia no debe pensar que si se decidiera a solucionar esa «desadaptación» saldría ganando; saldría perjudicada con toda seguridad.


Entonces, se podría decir que no cree que algún día en la Iglesia católica haya sacerdotes casados.


Al menos en un tiempo previsible. Y, para ser enteramente sincero, le diré que, actualmente, ya hay sacerdotes casados que proceden de la Iglesia anglicana o de otras comunidades cristianas; son conversos que se han acercado a nosotros. Es decir, que en casos excepcionales es posible, pero claro está, son eso, casos excepcionales. Y creo que lo seguirán siendo también en el futuro.


¿Y no sería mejor que la Iglesia suprimiera el celibato, para evitar que hubiera tan pocos sacerdotes?


No creo que ese argumento sea muy acertado. La cuestión del número de vocaciones al sacerdocio abarca muchos aspectos. Tiene bastante que ver, por ejemplo, con el número de hijos que hay actualmente. Si el promedio de natalidad ahora es de 1,5 hijos por matrimonio, lógicamente, la posibilidad de vocaciones sacerdotales que pueda haber es muy diferente a la que había en otros tiempos, cuando las familias acostumbraban a ser numerosas. Y, por otra parte, en las familias, ahora predominan otras expectativas. Tenemos la experiencia, por ejemplo, de que una de las dificultades más frecuentes e importantes que hay en la vocación sacerdotal son los propios padres. Ellos tienen otros planes distintos para sus hijos. Ese es el primer punto. Y un segundo punto es que el número de cristianos practicantes es mucho menor y, consecuentemente, el número de candidatos también se ha reducido notablemente. No obstante, en proporción al número de hijos y de cristianos que participan en la Iglesia, el número de vocaciones no se ha reducido tanto. Para ser exactos hay que tener en cuenta esa proporción. Por eso lo primero de todo sería preguntarse «¿hay creyentes?». Y, a continuación, «¿surgen de ahí vocaciones de sacerdotes?».


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sábado, 9 de mayo de 2009

Discreto en el silencio, útil al hablar

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Jesús, el Buen Pastor. Catacumbas de los Santos  Marcelino y Pedro

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El pastor debe ser discreto en el silencio y útil al hablar, a fin de que no diga lo que debe callar, ni calle lo que debe decir. Pues, así como hablar incautamente conduce al error, así también un silencio indiscreto deja en el error a quienes podían ser instruidos. Ocurre con frecuencia que los pastores imprudentes, temiendo perder el aplauso de los hombres, tienen mucho miedo de decir con libertad lo que es recto. Éstos, conforme a la voz de la Verdad, en modo alguno sirven ya con el celo que los pastores tienen por la custodia de la grey, sino que, al contrario, lo hacen con el de los asalariados; pues, al esconderse en su silencio, huyen cuando llega el lobo.


Por eso, el Señor los amonesta por el profeta diciendo: Son perros mudos que no sirven para ladrar (Is 56,10). Y en otro lugar: No os elevasteis desde lo adverso, ni construisteis un muro en defensa de la casa de Israel para que resistierais en la batalla el día del Señor (Ez 13,5). Elevarse desde lo adverso es ir contra los poderes de este mundo hablando libremente en defensa de la grey. Y estar en la batalla el día del Señor es resistir a los perversos combatientes desde el amor de la justicia. Por tanto, que el pastor tema decir lo que es recto ¿qué es sino dar la espalda callándose? Por el contrario, opone un muro para la casa de Israel en contra de los enemigos quien sale al paso en defensa de la grey. De ahí que, al pecar el pueblo, se diga en otro lugar: Tus profetas vieron para ti falsedad y estupidez, y no pusieron al descubierto tu iniquidad para inducirte a la penitencia (Lm 2,14).


En la Sagrada Escritura, alguna vez, se llama a los profetas “doctores”, pues, al indicar que es fugaz lo presente, anuncian lo que ha de suceder. Sin embargo, la Palabra divina los refuta de ver falsedades porque cuando temen denunciar los pecados, favorecen en vano a los pecadores prometiéndoles tranquilidad. Éstos no ponen, en absoluto, al descubierto la iniquidad de sus pecados, puesto que callan la palabra de imprecación. En verdad, la llave para descubrirla es la palabra de corrección, porque con la increpación se patentiza el pecado, el cual, a menudo, el mismo que los comete lo ignora. Por eso dijo Pablo: Para que sea capaz de exhortar conforme a la sana doctrina y de rebatir a los que contradicen (Tt 1,9). Por lo mismo se dice por Malaquías: Los labios del sacerdote custodien la ciencia y busque la Ley en su boca, porque es mensajero del Señor de los Ejércitos (Ml 2,7). De ahí que el Señor amoneste, por medio del profeta Isaías, diciendo: Clama, no ceses, alza tu voz como una trompeta (Is 58,1). Y es que todo aquel que accede al sacerdocio recibe el oficio de pregonero, a fin de que él mismo, claro está, marche clamando antes de la venida del Juez que llega terriblemente. Por tanto, si el sacerdote no sabe predicar, el pregonero mudo ¿qué voz de clamor habrá de dar? Por eso, el Espíritu Santo se posó sobre los primeros pastores en forma de lenguas: porque a los que llena, los hace ininterrumpidamente elocuentes de Sí (cf. Hch 2,3). También por eso se ordena a Moisés que el sacerdote, al entrar en el tabernáculo, se rodee de campanillas (cf. Ex 28,33); sin duda, para que entre con voces de predicación y no ofenda con su silencio el juicio del Supremo Espectador. En verdad, está escrito: Para que se oiga el sonido cuando entre y salga en el santuario en presencia del Señor, y no muera (Ex 28,35). Muere el sacerdote que entra o sale si no se oye su sonido, porque, al penetrar sin el sonido de la predicación, hace salir la ira del Juez oculto contra sí.


Por otro lado, muy oportunamente, se indica que las campanillas están insertas en su vestido. En efecto, ¿qué otra cosa debemos entender por los vestidos del sacerdote sino sus buenas obras? Lo atestigua el profeta que dijo: Tus sacerdotes se vistan de la justicia (Sal 131,9). Por consiguiente, las campanillas van pegadas a sus vestidos con el fin de que las mismas obras del sacerdote anuncien también, junto al sonido de la lengua, el camino de la Vida.


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Fuente: San Gregorio Magno. Regla Pastoral II, 4.

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viernes, 8 de mayo de 2009

La retractación de Monseñor Zollitsch

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zollitsch

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Todos recordamos las recientes declaraciones del Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Monseñor Zollitsch, quien, entre otras cosas decía que Cristo no murió por los pecados de la gente como si Dios hubiera provisto una ofrenda sacrificial.


Debido a que las críticas a sus inaceptables declaraciones iban en aumento, en el último número de Konradsblatt, el mismo Monseñor Zollitsch hizo publicar un texto que habla de la muerte expiatoria de Cristo.


En el artículo titulado “Anunciamos tu muerte, Señor, proclamamos tu resurrección”, entre otras cosas, dice: “La fe cristiana no tiene miedo de atribuir a la muerte del Señor, un positivo significado salvífico y expiatorio. Cristo murió por los hombres y en su lugar. Cumple con lo que los hombres por sí mismos no pueden hacer por estar inmersos en el pecado. Él se convierte en una víctima de la maldad humana, una víctima que muere torturado y humillado en la cruz. En lugar de los hombres se abandona como víctima sacrificial al amor salvífico y eficaz de Dios, amor que es el más profundo motivo de Su esperanza. Así abre a nuestro mundo, pecaminoso y violento, el acceso al amor de Dios”.


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Fuente: Messainlatino.it

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jueves, 7 de mayo de 2009

Bolonia: Iglesias con Comunión en la boca obligatoria

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Cantuale Antonianum informa sobre las nuevas disposiciones dadas a conocer por la Oficina de Pastoral de las Comunicaciones Sociales de la Arquidiócesis de Bolonia (Italia). Se trata de un comunicado que pone en conocimiento público la primera revocación oficial en Italia del indulto de recibir la Comunión en la mano.


“El primer domingo de Adviento de hace veinte años, en 1989, entraba en vigor la resolución de la Conferencia Episcopal Italiana, que autorizaba, con la aprobación de la Santa Sede, la distribución de la Sagrada Comunión en la mano.


En las últimas semanas, los párrocos y rectores de iglesias de nuestra diócesis han recibido la notificación de las disposiciones adoptadas por el Cardenal Arzobispo, en vista de los graves abusos que se han producido en este sentido. En particular, el Cardenal ha ordenado que, en la Catedral de San Pedro, la Basílica de San Petronio y el Santuario de la Virgen de San Lucas, la Comunión se distribuya a los fieles únicamente sobre la lengua”.


La posibilidad que se concedió para recibir la Hostia consagrada en la mano puede, de hecho, originar "graves abusos", porque "hay quienes se llevan las Sagradas Especies para tenerlas como "souvenirs", "quienes las venden”, o peor "quienes las llevan para profanarlas en ritos satánicos". Lo dice el provicario general, Monseñor Gagriele Cavina, en la carta a los sacerdotes que acompaña las disposiciones del Cardenal, citando un escrito de Mons. Malcolm Ranjith, secretario de la Congregación para la Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.


Debemos tomar nota, escribe el Cardenal Carlo Caffarra, que, “por desgracia, se han repetido casos de profanación de la Eucaristía aprovechando la posibilidad de recibir el Pan consagrado en la palma de la mano, sobre todo, pero no exclusivamente, en las grandes celebraciones o en las grandes iglesias que son lugares de paso de numerosos fieles. Por este motivo es bueno para controlar el momento de la Santa Comunión a partir del cumplimiento de las normas comunes por todos bien conocidas”.


Durante la Comunión, se lee en el decreto del Cardenal, “los servidores asistan al Ministro, en la medida de lo posible, vigilando de que cada fiel, después de haber recibido el Pan consagrado lo consuma de inmediato ante el Ministro y por ningún motivo sea llevado de allí, o colocado en un bolsillo o en sacos o en cualquier otro lugar, o caiga al suelo y sea pisado”.


Junto con una fuerte recomendación de vigilancia que vale para todos los sacerdotes, el cardenal ha dictado esta disposición para tres iglesias de la diócesis: "habida cuenta de la frecuencia con que se han notificado casos de comportamiento irreverente en el acto de recepción de la Eucaristía - escribe el Cardenal - disponemos que en la Iglesia Metropolitana de San Pedro, en la Basílica de San Petronio y el Santuario de la Santísima Virgen de San Lucas en Bolonia, los fieles sólo reciban el Pan consagrado de las manos del Ministro directamente sobre la lengua".


La disposición está atenuada para las parroquias, porque, escribe Mons. Cavina, "los fieles son en gran parte conocidos, y el párroco puede estar más seguro de su actitud al hacer el gesto de la comunión en la mano con el debido respeto e intervenir con oportunas advertencias de vez en cuando a fin de educar continuamente a la asamblea para participar de la liturgia en modo activo y consciente ".


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El nombramiento de Ranjith puede esperar

Andrea Tornielli, en su blog, ha ofrecido la siguiente nueva actualización sobre el nombramiento - según él, ya decidido - de Monseñor Ranjith como Arzobispo de Colombo. Al mismo tiempo, Bruno Volpe ha informado en Pontifex que se mencionan como posibles sucesores de Ranjith en el puesto de secretario de Culto Divino al abad benedictino Zielinski o al sacerdote italiano Nicola Bux.

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La enfermedad, ya superada, del cardenal Cañizares, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, ha hecho aplazar la publicación del nombramiento como arzobispo de Colombo – decidida desde hace tiempo – del Secretario de la misma Congregación, el arzobispo Malcolm Ranjith Patabendige Don. Hay quienes hablan de días o semanas, e incluso de algunos meses. Ciertamente, sobre el nombramiento del nuevo Secretario hay una pugna, dado el rol clave que este dicasterio tiene en llevar adelante aquella “reforma de la reforma” deseada ya desde hace años atrás por el entonces cardenal Joseph Ratzinger. Cañizares, el ex arzobispo de Toledo apodado “el pequeño Ratzinger”, quisiera que Ranjith permaneciese aún en Roma. Y en el probable caso de que no logre mantenerlo, quisiera como número dos a un colaborador que prosiga en la misma línea. La única certeza es que será un anglófono. Pero, por el momento, es inútil dar nombres (aunque también los hay) porque la situación está en continua evolución.

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Fuente: Sacri Palazzi

Traducción: La Buhardilla de Jerónimo

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miércoles, 6 de mayo de 2009

Nace InfoCatólica

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infocatolica

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“Hoy, 6 de mayo del año 2009, ve la luz InfoCatólica, un nuevo portal de información y opinión sociorreligiosa. Este nuevo medio de comunicación pretende convertirse en un referente importante dentro del ámbito sociorreligioso de España e Hispanoamérica. La veracidad en la información será una de sus señas de identidad. Y esperamos que tanto el amplio y variado plantel de bloggers, todos con sobrada experiencia en el mundo de los blogosfera, como la sección de artículos de opinión, con firmas de reconocido prestigio, sean del interés de nuestros lectores.”


Con estas palabras comienza Luis Fernando Pérez Bustamante la presentación de InfoCatólica. En este nuevo proyecto está acompañado por un equipo técnico de excepción encabezado por Juanjo Romero.


Invitamos a todos nuestros lectores a conocer el portal InfoCatólica, donde además de poder leer noticias del mundo católico se encontrarán con el ya conocido blog “Cor ad Cor” de Luis Fernando, y los artículos de un grupo de excelentes bloggers de la talla de Eleuterio Fernández Guzmán, P. Guillermo Juan Morado, Monseñor Fernando Sebastián Aguilar, Miguel Serrano Cabeza, Isaac García Expósito, P. Tomás de la Torre Lendínez, María Lourdes Quinn, Fray Nelson Medina, el mismo Juanjo Romero, y muchos más.


Desde esta Buhardilla deseamos el mayor éxito para este nuevo portal católico a cuyo proyecto nos hemos sumado para mayor gloria de Dios.


A todos estos hermanos que se han embarcado hoy en esta nave llamada InfoCatólica les deseamos que sea el soplo del Espíritu Santo quien infle sus velas, y los lleve donde Él quiera. ¡Felicidades!


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martes, 5 de mayo de 2009

Una edición esperada

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Portada en español del libro de Mons Bux

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Ya hemos hablado, en esta Buhardilla, del recomendable libro “La reforma de Benedicto XVI”, escrito por Monseñor Nicola Bux. De hecho, hace algunos meses, publicábamos nuestra traducción del prólogo de Vittorio Messori a la edición italiana y de la conclusión presentada por el autor.


Ahora, gracias a la gentileza de nuestros amigos de Una Voce Sevilla, informamos el lanzamiento de la edición española cuyo prólogo, de gran interés, ha sido escrito por el Cardenal Antonio Cañizares, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, y puede leerse aquí.

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